Ha llegado el día. El primero de los dos en los que el Surne Bilbao Basket, con una mezcla de “orgullo, ilusión y responsabilidad” como asegura su entrenador, Jaume Ponsarnau, tiene la oportunidad de coronar con un título continental un viaje que arrancó en el lejano mes de septiembre. Entonces, con el equipo aún sin calibrar, hubo que afrontar ya una primera final, la eliminatoria previa de esta FIBA Europe Cup ante un rival nada cómodo como el Neptunas, la bisagra que podía abrir la puerta a la escalada o cerrarla de golpe y porrazo sin llegar ni siquiera al campo base.

Julen Guerrero y Rafael Muñoz Txipi apoyan al Bilbao Basket en la final de la FIBA Europe Cup

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Han pasado 204 días, 18 encuentros, tramos en los que la escalada fue un sencillo paseo y otros en los que el precipicio se vio a centímetros, y los hombres de negro tienen la cima a la vista. Les separa de la misma el PAOK Salónica, 80 minutos de durísima batalla en los que la concentración, la mentalidad, la energía y la consigna de jugar cada posesión dándole una importancia vital deben superar tanto al mal de altura como a un rival que vive este momento con igual pasión.

Y Miribilla, claro. Lleno hasta la bandera. Como en las grandes citas de los 25 años de historia que este curso se conmemoran. Con efervescencia y ganas de vibrar renovadas para que en este primer asalto los suyos se sientan lo más arropados posibles con su calor y puedan lograr el mejor resultado posible para el desenlace final dentro de siete días en Grecia.

Las entradas están todas vendidas, más gente de la que ha habido en toda la temporada quiere jugar esta final con nosotros. Ese es nuestro mayor reconocimiento”, reconoció ayer Ponsarnau en un mensaje acertadísimo tanto para el vestuario –Tryggvi Hlinason y Xavi Rabaseda se perderán esta cita y tendrá que realizar otro descarte dentro de su rotación habitual, entrando en la convocatoria el canterano Iker Chacón”– como para el entorno.

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“Por la trascendencia de la cita hay una emotividad extra y hay que utilizarla en positivo. Hay que buscar el impulso y la adrenalina que te da, pero sin perder la concentración. Aquí el siguiente partido no empieza de cero, tienes que saber vivir el mal momento, que puede llegar aquí o en Salónica. Que eso no te penalice mucho para seguir trabajando y buscar el momento de darle el zarpazo al partido. Queremos ganar la final, pero debemos estar atentos a qué tenemos que hacer”, recalcó.

Porque el rival que hay delante no será nada sencillo. La propuesta de Massimo Cancellieri ha calado hondo en un club histórico que busca reverdecer viejos laureles. Apuesta decidida por el galope, juego fluido, gatillo fácil a la mínima oportunidad y defensa agresiva y pegajosa, con distintas variables. Todo de la mano de jugones exteriores como Shavar Reynolds y Frank Bartley, el termómetro de Dimitrios Katsivelis en la dirección, las muñecas de Cedric Henderson y Rocky Kreuser en posiciones intermedias y pívots dinámicos como Devonte Upson y Jacob Forrester. Aviso a navegantes: “Van a ser 80 minutos muy exigentes en los que vamos a tener que ir adaptándonos”. Lo más exigente de las expediciones acostumbra a aparecer al final. Cuando la cima, y la gloria, están ya a la vista y parecen al alcance de la mano.