San Mamés lució sus mejores galas en una apoteósica noche en la que la parroquia rojiblanca volvió a llevar en volandas a los leones al abrigo de un sentimiento compartido y transmitido de generación en generación. La ocasión, con una nueva final de Copa como premio, exigía dejarse la voz y el alma durante noventa minutos y no fallaron los futbolistas de Ernesto Valverde sobre el verde, ni los aficionados en las gradas de un templo que fue exactamente eso, un templo inabordable para el Atlético de Diego Simeone. Hincaron la rodilla los colchoneros en el santuario rojiblanco, convertido en una olla a presión que resultó demasiado para el cuadro madrileño y en el que se celebró un nuevo récord de asistencia con un total de 52.061 espectadores.

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Se superaron así, con un par de sustos desde el punto de vista sanitario, el segundo un atragantamiento durante el descanso estabilizado por los servicios médicos, los 51.544 aficionados que se dieron cita en la vuelta de la semifinal de Copa que enfrentó a los rojiblancos con Osasuna el 4 de abril del año pasado. Un gol del navarro Pablo Ibáñez en la prórroga silenció entonces un estadio que se negó a repetir pesadilla anoche y que estalló de júbilo subido a la locomotora de los Williams. El choque ante el Atlético, que contó con la presencia de miembros del Frente Atlético tras ser declarado el martes de alto riesgo por la Comisión Antiviolencia y para el que la reventa se disparó hasta los 650 euros por una entrada, remarcó por enésima vez la fortaleza de un club que buscará la gloria en La Cartuja. “Solo hay un Athletic y es el de Bilbao”, se recordó desde la grada a un rival que lució su segunda indumentaria, conmemorativa de su 120 aniversario y basada en los colores y en el escudo original del Athletic, imponente en otra noche para el recuerdo.

La temperatura no solo alcanzó altas cotas en el interior de San Mamés, pues la trascendencia de la cita se hizo notar desde horas antes al comienzo del partido en los aledaños del estadio, donde se pudo disfrutar de un multitudinario recibimiento al autobús del Athletic con vallado de seguridad incluido por primera vez y con varios altercados a condenar, si bien no fueron a mayores a pesar de que obligaron por momentos a la Ertzaintza a refugiarse dentro del estadio por el lanzamiento de distintos objetos y alguna que otra bengala. Lo condenó el presidente rojiblanco Jon Uriarte, quien manifestó que “el recibimiento ha sido muy bueno por toda la ciudad, pero lamentablemente siempre entre las multitudes se mezclan personas que no son aficionados, ni nada”. 

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El Athletic - Atlético, en imágenes Borja Guerrero

CÁNTICOS A CEREZO Y SIMEONE

Enrique Cerezo, presidente del Atlético, condenó por su parte agresiones a aficionados colchoneros en los prolegómenos del encuentro que habrían requerido de asistencia en el hospital, aunque desde el Athletic no se compartió dicha versión al no constar tal suceso a la Ertzaintza. “Nadie ha venido aquí a matarse por un partido de fútbol y tenemos que acabar con los radicales en el fútbol”, declaró Cerezo, de quien se acordó el respetable con el icónico cántico dedicado en la vuelta de la semifinal copera de 2009 al que fuera presidente del Sevilla José María del Nido. “A Sevilla, oe”, entonó también San Mamés, que en pleno éxtasis cantó, sin éxito en esta ocasión “que bote Simeone”.