La final del próximo 6 de abril será la primera que el Athletic dispute en La Cartuja con público. Y es que las dos anteriores ediciones en las que los leones pisaron el césped del estadio sevillano fueron en 2021 –en las derrotas ante la Real Sociedad (0-1) y ante el Barcelona (0-4)–, cuando la pandemia dejó al fútbol sin espectadores. Así, la expectación entre la masa rojiblanca es máxima. Conseguir una entrada es el objetivo. Con todo, teniendo en cuenta la repartición realizada en las pasadas finales de Copa, todo parece indicar que el Athletic recibirá alrededor de 20.500 localidades.

Y es que la Federación Española de Fútbol (RFEF) suele destinar un 40% del aforo a cada club para quedarse para compromisos propios el 20% restante. Esa fue la cantidad que, por ejemplo, recibieron Real Madrid y Osasuna, protagonistas de la última final disputada en una Cartuja con capacidad para 57.620 espectadores, que finalmente se quedó en unos 55.000 asientos disponibles por asuntos de seguridad. Asimismo, el precio de las entradas en 2023 oscilaron entre los 39 y los 231 euros.

Sin embargo, una vez que la RFEF decida el lote que mandará al Athletic, la atención se centrará en saber qué sistema escogerá la Junta Directiva dirigida por Jon Uriarte para sortearlo entre la masa social rojiblanca. Así cómo qué número de entradas se reservará el club para sus compromisos institucionales y de patrocinio. Dado que las últimas dos finales de los leones se disputaron a puerta cerrada, hay que remontarse hasta 2015 –cuando se perdió 1-3 ante el Barcelona de Luis Enrique en el Camp Nou– para comprobar el último precedente. 

Iribar, mano inocente en 2009, 2012 y 2015

El club, en 2015 presidido por un Josu Urrutia que se guardó el 15% de las localidades rojiblancas para compromisos del club, optó por utilizar el mismo programa usado por Etxebide para sortear las 34.741 localidades disponibles. Es decir, a cada socio inscrito para la ocasión se le asignó un número y tocó el 4.314. Así, hasta el 39.054 fueron los agraciados.

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La final de 2012, que de nuevo se perdió ante el Barça (0-3) –pero está vez de Pep Guardiola y en el ya extinto Vicente Calderón–, ocurrió también bajo el mandato de Urrutia, que igualmente guardó el 15% para uso institucional. Sin embargo, en esta ocasión, el presidente del Athletic logró la colaboración del Organismo de Loterías y Apuestas del Estado para realizar un sorteo puro con uno de sus bombos de Navidad. José Ángel Iribar fue la mano inocente que sacó el número agraciado, el 29.773, y que llevó la suerte a los 17.000 socios que consiguieron entrada.

Menos transparente fue el sistema escogido por Fernando García Macua para la final de 2009, de nuevo perdida ante el Barcelona (1-4) pero en Mestalla. Entonces, el club se reservó un 20% de las entradas recibidas por la RFEF, 3.700; y sorteó entre los socios las 14.800 restantes. En este método se permitían inscripciones individuales y grupales hasta de cuatro socios y se sortearon cuatro grupos de números. Sin embargo, después del sorteo se descubrió que el sistema desencadenó errores por duplicidades, asumidos incluso por el por entonces vicepresidente del Athletic, Fermín Palomar.