Lo dice siempre Jokin Altuna: “Las finales son iguales para todos”. El mismo premio, la misma presión. El mismo río, la misma desembocadura. La cuestión es la fortuna final. Es lo que cambia. Lo demás, como analiza el bicampeón del Manomanista, es igual para todo el mundo. Se refiere, por supuesto, a los contendientes. Él mismo reconoce que “siempre hay nervios”, pese a que esté a las puertas de su duodécima final –siete del Cuatro y Medio, cuatro del Manomanista y una del Parejas– y haber conquistado seis txapelas –tres del Cuatro y Medio (2017, 2020 y 2021), dos del Manomanista (2018 y 2021) y una del Parejas (2022)–. Las mariposas siempre regresan al hogar, a ese estómago caprichoso que espera con ganas el encuentro de este domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao. “A veces te despiertas un poco o te levantas pensando en la final”, esgrime.

En ese sentido, llama poderosamente la atención el estado de nirvana de Aitor Elordi, que se enfrenta a su primera prueba de tamaño calado. Su puesta de largo fue en la final del Parejas, cita a la que llegó tras un campeonato soberbio al que accedió después de alzarse con el bronce en el Cuatro y Medio. El mallabitarra, que antes había vivido un partido de zozobra en semifinales, no se vino abajo. Aprendió. Se empapó. Dijo: “Aquí estoy yo”. En el Navarra Arena salió como una bestia, desencadenado, fuera de sí. Excepcional. El vizcaino sigue en esa misma tesitura en el partido más trascendental de su carrera, pues el Manomanista es el campeonato más importante del curso manista, el que da y el que quita. El mano a mano es una tortura o el éxtasis. Generalmente, lo primero; porque solo gana uno de entre un abanico de opositores que se enfrentan a la Ballena Blanca de la pelota. “Se me ve tranquilo”, reflexiona. Lo dice con voz pausada, sonrisa en la boca y la certeza de que es real. No se esconde tras un lugar común. Es transparente. Se lo dijo Jokin Etxaniz en un entrenamiento: “Si estás mal, se te nota; si estás contento, no se te va la sonrisa”. Este jueves en la liturgia con el material se le veían todos los dientes. Jugueteaba. Disfrutaba. Gozaba. Los nervios aparecerán “el día anterior”.

Hay contraste entre Altuna III, veterano de 27 años, y Elordi, debutante de la misma edad. Dos caras. Una moneda. El estado de ánimo es distinto. Jokin habla serio, concentrado. Todo bajo control. Analiza. Ordenador sobre los hombros. Racionaliza. En su juego, no obstante, destacan anomalías en la pelota binaria. La magia no se encuentra en el espectro matemático. Aitor Elordi está instalado en la risa. 

Y frente a ellos: el Leviatán, la txapela del Manomanista. Este domingo el Bizkaia se vestirá de gala para ver una cita que está generando mucha expectación. Este jueves quedaban únicamente 215 entradas a la venta, la mayoría situada en la zona de butaca de cancha más alejada del frontis. Al aspecto inmejorable del Bizkaia hay que añadir que este mismo viernes se procederá al cambio de uno de los cristales del rebote para mejorar la visibilidad de los espectadores. En principio, la obra estaba prevista para este jueves por la tarde, pero se tuvo que posponer. 

La presión comienza a corroer las venas de los contendientes y Jokin no deja de lanzar flores al vizcaino, al que siempre considera un ejemplo. “Aitor ha tirado la puerta abajo. No había tenido demasiadas oportunidades y ahora lo ha demostrado en todas las modalidades. Si miras su último año, ha ganado casi todos los partidos en el individual”, destaca Altuna III, quien afirma que “con 24 o 25 años le había visto jugar en Promoción al nivel de un pelotari de Primera. En la empresa hay mucha competencia y no es fácil tener opciones. Ha tenido pocas oportunidades y a la mínima ha demostrado que es un gran pelotari”. Es cierto. El guipuzcoano disecciona de maravilla: “Aitor no es flor de un día, es una realidad. Está jugando mucho. No es cosa de unos meses. Se le ve disfrutando. Se le ve suelto. Me espera una final complicada”

Acerca de la etiqueta de favorito que pende sobre su cabeza, el guipuzcoano afirma estar “acostumbrado”. “Me pasa en casi todos los partidos, pero valoro mucho a todos los contrarios y sé que cualquiera me puede ganar”, argumenta. Sobre su relación con la victoria, asimismo, Jokin explica que “siempre intento poner la mente en el siguiente partido. Trabajo en los entrenamientos, me cuido y descanso. Soy consciente de que voy a perder más torneos que los que voy a ganar. Es lo normal. Hay muchos pelotaris y gente de nivel. Mis valoraciones no se basan en ganar la txapela. Lo más importante es crecer cada año. Eso me acerca a los resultados. Si pienso mucho en títulos, se alejan más”. 

La nube de Elordi

Y Elordi no está en una nube. Vive en ella. Permanente. Idilio. La clave: “En la final del Parejas saqué una conclusión fundamental, que lo más importante es disfrutar del momento en vez de estar presionado. Es complicado, pero trato de no darle demasiadas vueltas a la final”. El de Mallabia destaca del escenario que “no tiene red” en el techo. Favorece la extensión de pelota con el muñequeo. Aitor es habilidoso en ese aspecto. 

“Altuna es el mejor de hoy en día, pero eso no quiere decir que vaya a ganar la txapela. Todos somos personas y puede fallar. En el partido de Eibar demostré que tiene que estar al cien por cien para ganarme. Soy el primero que cree en mí y en mis opciones”, afirma Elordi. Su crecimiento se alimenta en el diván. “Si hubiera hecho caso a los comentarios, no habría llegado hasta aquí. Eso me hace más fuerte. Intento estar todo el año preparado para dar el cien por cien”, zanja el mallabitarra, quien espera “ser una realidad”. 

Los colores del cuero

Altuna seleccionó pelotas de 105,6 y 104,8 gramos, mientras que su adversario se decantó por un lote de 105,5 y 104,7. “Me ha costado elegir, porque ha habido varias que me han gustado. He intentado escoger las que mejor me entran en la mano. No tienen mucha salida, pero en el suelo son rápidas. Me han gustado”, describe el amezketarra, quien enuncia que “las cuatro son parecidas. Elegimos el mismo tipo de material. Las de él igual tienen más salida de frontis”.

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Elordi, por su lado, analiza que hubo material “más oscuro y más claro”. “Las más apergaminadas son más del gusto de los rematadores, porque andan más por el suelo. Las blanquitas suelen coger más carga y más bote”, certifica. Aun así, el mallabitarra define que “se tratan de pelotas parecidas. No habrá problemas”.