Aitor Elordi: “¿Quién me iba a decir a mí que iba a estar en una final? ¿Y del mano a mano?”. El mallabitarra respira hondo. Vistazo al futuro. Vistazo al pasado. Todo en una décima de segundo. Un Delorean espídico. Una noria de sentimientos. En el salpicadero: la final del Manomanista del 4 de junio en el frontón Bizkaia de Bilbao ante Jokin Altuna. En el retrovisor: siete años de cabezonería, un pie fuera de Aspe, trabajo y un final brutal, tercero en el Cuatro y Medio, txapela del Parejas y, por el momento, finalista del campeonato más importante del año. Un flashback: en marzo de 2022, Elordi miraba las alturas desde el Puente Colgante de Portugalete. Ahora se codea con las estrellas por mérito propio. No necesita un altillo. Sufrió este domingo en el Ogueta, con crisis incluida, pero saborea el champán del mano a mano.

El inicio del encuentro fue azul. Aitor: enchufado, vibrante, con las ideas claras. Su paisaje: un fulgor de velocidad, confianza, autoestima. A pesar de que en el primer tanto la tensión le ató a la hora de entrar al remate, el mallabitarra decidió desencadenarse. Sin bridas que le ataran al suelo, comenzó a volar. Se sacó un gancho tras el saque. Darío eligió restar a bote, con efecto, para meter en aprietos al vizcaino; sin embargo, Aitor se puso bien y cruzó el gancho. La hemorragia se amplió con un saque al ancho y un zarpazo cruzado (0-4).

Darío 15

Elordi 22


Duración: 59:50 minutos de juego.

Saques: 4 de Darío (tantos 6, 9, 12 y 14) y 4 de Elordi (tantos 3, 10, 17 y 21).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 227 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 8 de Darío y 11 de Elordi.

Errores: 7 de Darío y 3 de Elordi.

Marcador: 0-1, 0-4, 1-4, 1-6, 2-6, 2-8, 3-8, 3-11, 4-11, 4-13, 7-13, 7-14, 9-14, 9-15, 12-15, 12-21, 15-21 y 15-22.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier Gómez (con su hermano Darío) y Garikoitz Txakartegi (con su sobrino Elordi).

Apuestas: Se cantaron posturas de salida a la par.

Incidencias: Semifinal del Campeonato Manomanista de la LEP.M disputado en el frontón Ogueta de Gasteiz. 1.213 espectadores. 

Darío sumó con un derechazo, mas fue un espejismo. Sometido, tiró un dos paredes y Aitor aprovechó el saque-remate para apuntillar. El 1-6 sometió al riojano en un mar de dudas. El vizcaino, por su parte, en la cresta de ola. Dos puntos de vista: el negro y el blanco. 

El pelaire respondió a fogonazos. No concretó su poderío. Su derecha de quilates, eclipsada. Elordi, en vena. Purita gloria. En defensas a pelota pasada, el vizcaino tocó con un meñique y la metió. La varita. La chistera. Cuestión de rachas. Desde el verano, como un tiro. En el Manomanista, donde no iba siquiera a participar tras besar la lana del Parejas, firma la revolución de un modesto descarado y con ganas. Balazos en el ala.

Elordi apretó. Se le cayó un gancho en el 3-8. Después cruzó bien y recuperó oxígeno. Darío no encontró brillo en el primer pelotazo. Mal asunto. En cuatro pelotazos –un saque y un saque-remate–, la brecha se fue hasta el 3-11. Un aguijonazo del riojano a bote fue otro flash. Se le cayó un sotamano y Elordi salpimentó el 4-13 con un gancho desde el tres con los pies en el aire a la vuelta del saque. El Manomanista es maniqueo. Abismo.

Un buruzgain de Darío cambió la tendencia. A Elordi le cambió la cara. Amanecieron las dudas. El puzle se enrocó. El pegador riojano creció, fiel a sí mismo: pegar, andar, sacar. El que perdió la esencia fue el mallabitarra. Se le fue la inspiración con una ventaja más que jugosa. El colorado enlazó un saque y un derechazo. Se frenó con un fallo. Y siguió: Elordi erró y su contrincante se anotó otro saque. 

La revuelta de Darío

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El 9-14 fue un sotamano al colchón de arriba del riojano. Pese a todo: mentón alzado. Otra imagen. Darío creció. El 10-15 fue un dos paredes de derecha del pelaire. Sumó un buen pelotazo por la pared. Movió a su adversario. Certificó la revuelta con un saque. Garikoitz Txakartegi, botillero de Elordi, paró el partido. Gastó su tercer descanso para aplacar la depresión de su sobrino. Acierto. Otro recurso. El mallabitarra, tocado, miraba al suelo. Iban 12-15. Las distancias, anuladas. Sufrimiento. 

Y, empeñado Darío en evitar el gancho de Aitor, buscó con la derecha y la pelota besó las tablas. El 12-16 cerró la herida azul. Elordi golpeó con violencia por la pared. En un pelotazo se llenó de confianza. El saque fue sustento, un ariete. Ese saque vale una final. El buzo de trabajo le dio el resto. Directo al 21. A dentelladas. Un fallo en defensa, un saque y un saque-remate otorgaron unas briznas de esperanza a Darío. Era otro espejismo. Un gancho del vizcaino cerró la semifinal. Aitor toca de nuevo el cielo. La final del Manomanista le espera. El público les despidió en pie.