Mikel Beroiz (Uharte, 1989) se despidió de la pelota este sábado. Lo hizo rodeado de amigos. Jugó junto a Garralda y frente a Yoldi-Alduntzin en un Toki Alai de Uharte a reventar. En la celebración no pudieron faltar excompañeros como Juan Martínez de Irujo o Unai Laso. El navarro se retira después de haber vivido diez años en el campo profesional –de 2008 a 2018– y haberse recalificado en aficionados. Hay más pelota que la profesional. Al salir de Asegarce –ahora Baiko– desencantado, el navarro empezó a conducir un camión de recogida de vidrio en Iruñea y está "muy feliz".
¿Cómo vivió el homenaje?
—Fue emocionante y muy bonito. Salió todo muy bien. No pudimos ganar el partido, aunque eso era lo de menos. Perdimos por un apretado 22-21, pero el ambiente fue increíble. La gente se portó muy bien conmigo.
Jugó con Imanol Garralda frente a Eneko Yoldi y Aitor Alduntzin. Es decir, la gente de siempre.
—Garralda era mi compañero más habitual antes de dar el salto con Aspe. Volver a jugar con él fue bonito. Yoldi ha sido mi segundo delantero. Al salir de profesionales he disputado casi todos los partidos con él. He disfrutado mucho. Alduntzin, por su parte, es un zaguero con el que he entrenado mucho. Fue entre amigos.
¿Fue emocionalmente duro?
—Siempre te vienen a la cabeza los recuerdos y la incertidumbre, pero estuve tranquilo. Disfruté de cada momento.
“Cuando estás en las empresas parece que es el único sitio en el que puedes jugar, pero hay más pelota”
Se acaba una página de su vida. ¿Ha echado la vista atrás?
—Sí. Esta semana ha sido de recuerdos. Llevo jugando partidos desde los ocho años y ahora, de repente, dejas de hacerlo. Han sido días nostálgicos. Tenía claro que era el momento de dejarlo.
Hay vida en la pelota más allá del profesionalismo.
—Sí. Cuando estás en la Liga de Empresas, parece que es el único sitio en el que puedes jugar, pero cuando sales y sigues de blanco te das cuenta de que hay más allá. Hay muchos pelotaris, campeonatos y partidos. La pelota no es solo el profesionalismo. Es mi caso, pero también están ahí David Merino o Julen Retegi. Hay mucho nivel.
Debutó con Aspe en 2008 y en 2011 pasó a Asegarce, empresa en la que estuvo hasta 2018 y de la que salió porque no se sintió respaldado. Tomó la decisión de rescindir el contrato y se recalificó en aficionados. Quería disfrutar.
—Es cierto. Mis últimos dos años en profesionales veía que contaban menos conmigo y que tenía cada vez menos apoyo. Me quitaron un poco la ilusión de jugar. Lo pensé bien, porque era una decisión dura. Opté por rescindir e irme. No disfrutaba con lo que hacía. Me he dado cuenta con el tiempo de que fue la mejor decisión. He estado fuera unos años y he disfrutado mucho.
¿Le costó darle la vuelta a una situación tan complicada?
—Salir de profesionales es duro, porque no sabes cómo te va a ir. Se trata de un cambio radical en tu vida. Cuesta encontrar tu sitio, pero con ayuda de la familia y los amigos le das la vuelta. Pasé una temporada un poco rara. Personalmente, me quité un peso de encima. Estuve cómodo.
Ha vivido momentos buenos y malos en el campo profesional. ¿Uno descubre que es más feliz en aficionados?
—He vivido momentos increíbles durante esa década. He estado muchos años en Primera, jugando estelares. Disfruté mucho, pero también hay otra cara. Los pelotaris somos números y las empresas se aprovechan de eso. Cuando dejan de contar contigo, es muy cruel. En aficionados no vives de la pelota, pero igual es más bonito el ambiente y lo que se disfruta que en profesionales.
¿Con qué recuerdo se queda?
—Hay muchos. Mi último año antes de debutar fue precioso. Después, gané un Manomanista de Segunda y disputé el Parejas con pelotaris como Martínez de Irujo, Olaizola II o Bengoetxea VI, del que guardo un gran recuerdo. He tenido suerte de convivir con grandes compañeros.
“Tenía claro que era el momento de dejar este deporte. He vivido días de mucha nostalgia”
Ha jugado con todos los capos de una época dorada de la pelota. ¿Se queda con alguno en especial?
—Con Juan. Antes de debutar era un ídolo para mí y poder llegar a jugar con él fue impresionante. Guardamos una bonita amistad. Me han tocado pelotaris increíbles; Juan, Aimar, Oinatz, Titín III, Xala, Gonzalez, Pablito... Y también zagueros de la talla de Barriola, Goñi III, Patxi Ruiz, Zubieta, Merino II, Beloki... En esos campeonatos podía ganar cualquiera.
De hecho, en su despedida no faltaron ni Irujo ni Laso.
—Con Unai he tenido mucho trato. Fíjese, debutó conmigo y mientras estuvo fuera de Baiko entrenamos todos los días juntos. Estoy muy agradecido a todo el mundo.
¿Se acordó de mucha gente?
—Sobre todo, de mi familia más cercana: mi mujer Miriam, mis hijos Iker (acaba de cumplir tres años) y Danel (cuatro meses), mi madre, mi hermana y mi padre, que falleció hace dos años. A mi aita le tuve en la cabeza durante mucho tiempo.