Iñaki se abraza a su hermano Nico, autor de dos goles ante el Valladolid.Pankra Nieto
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Sirva el detalle de Soto Grado, que pitó el final en cuanto se cumplió el noventa cuando tranquilamente y atendiendo los criterios en boga pudo haber añadido cuatro o cinco minutos más por los goles y los cambios habidos en la segunda mitad, para sintetizar lo presenciado este domingo en San Mamés. Los siete goles, que no fueron ocho, nueve u once por pura casualidad, obtenidos por el Athletic a costa de un cadáver andante llamado Valladolid, constituyen el fiel reflejo de la escandalosa diferencia que existió entre los contendientes. Un abismo, agudizado por la expulsión de un jugador pucelano en el arranque del segundo acto, que incluso restó gracia a una victoria que cayó por pura inercia y ratifica la desahogada marcha que viene protagonizando el equipo de Ernesto Valverde en el campeonato.
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Alguno se acordaría de la visita del Elfsborg en diciembre. Aunque los suecos solo se llevaron tres, después de aquel encuentro no cabía imaginar que por Bilbao pasaría un adversario tan blando e inocente. Este domingo dicha previsión saltó por los aires: el Valladolid es una auténtica ruina, de lo cual se beneficiaron los locales para darse un atracón ofensivo. El Athletic no necesitó desplegar un gran fútbol para ir engordando su casillero; de hecho, dio la impresión de que, a ratos, de tan fácil como veía el asunto, se dejó ir, perdió la concentración y hasta concedió en exceso en su área.
Sin embargo, su potencia de fuego en ataque se reveló demoledora y permitió asistir a varios tantos de bellísima factura, a la resurrección de un apagado Nico Williams, autor de dos maravillas, así como al estreno goleador de Maroan, quien de nuevo fue titular relegando a la suplencia a un Guruzeta que ingresó a tiempo para contribuir al festejo. Fue lo más parecido a un entrenamiento con público que puede ofrecer un partido de competición oficial.
Ahora que el acceso a las instalaciones de Lezama, lugar de peregrinaje diario y numeroso de aficionados en otros tiempos, se ha convertido en una especie de búnker, inaccesible para socios y seguidores en general, el Athletic se desenvolvió sobre el césped de San Mamés con una comodidad inaudita en un duelo con puntos en juego, un relajo propio de una de esas pachangas entre compañeros que sirven para poner el punto final a una sesión de trabajo un miércoles o viernes cualquiera.
Enfrente, un grupo desahuciado, resignado a su suerte. Da igual a qué distancia de la salvación se halle en estas fechas, puesto que no cabe intuir siquiera expectativa alguna que evite el descenso. Que dicha opción se vaya a consumar a final de temporada no puede pillar a nadie de sorpresa, en realidad era algo que se barajaba desde que en agosto se supo la composición de la plantilla. Como se barajaba de cara a la cita de este domingo una victoria holgada de los rojiblancos, aunque quizás no que fuese a costar tan poco esfuerzo.
Ya fue significativo que un centrocampista, Jauregizar monopolizase la producción ofensiva en la fase inicial. Dispuso de tres ocasiones y acaso transformó la más complicada, pero esa permisividad que el chaval halló para irrumpir en zona de remate, es un claro indicativo del rigor defensivo del Valladolid. Jauregizar marcó muy pronto y solo Hein impidió que acabase llevándose el balón a casa. El meneo anunciaba paliza, así lo debieron entender los rojiblancos que poco a poco levantaron el pie del acelerador, propiciando un gol de Sylla que dejó en evidencia el sistema defensivo.
Pero el VAR detectó fuera de juego del punta, sacó el Athletic casi desde su área, en dos pases la pelota le llegó a Nico Williams y este se marchó de cuatro defensas para alcanzar el punto de penalti y cruzar con suavidad a la red. Era la enésima muestra de la indolencia de un Valladolid que tiene asumido su destino. El déficit de aplicación e intensidad para combatir la ambición del Athletic fue una constante invitación a la borrachera de internadas, combinaciones, centros y remates de la más diversa factura.
El cariz que adquirió el partido en los minutos previos al descanso ahorra mayores consideraciones. Maroan empujó a puerta vacía un servicio de Yuri raso, paralelo. El Valladolid defendía con la mirada, acumulaba hombres en el área, pero todos permanecían expectantes. Así, segundos después, tras un despeje a la salida de un córner, Jauegizar templaba para un Sancet absolutamente solo, que remataba a placer.
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Álvaro Rubio metió dos extremos para encarar la segunda mitad. Iniciativa que confirmó hasta qué punto el Athletic estaba tranquilo. Moro y Machís generaron dos oportunidades consecutivas. La que se contabilizó fue un compendio de errores que dio pie a una contra resuelta con suerte por Sylla. Fallaron todos, defensas y portero, si bien este estaba vendido. Luego reaccionó rápido para impedir el segundo. La incertidumbre, si es que asomó, quedó cercenada de cuajo gracias al ímpetu incontrolado de Juric, quien en diez minutos vio dos amarillas.
Retomó la iniciativa el Athletic, otra vez percutiendo por todo el frente. Valverde no tardó en poner gente fresca. Volvió por fin Galarreta y Canales disfrutó de un rato largo. La ventaja se fue ampliando irremisiblemente, el Valladolid bastante tenía con mantener la vertical mientras los locales coleccionaban aproximaciones. Vesga rozó el gol, Nico Williams brindó otra virguería, Guruzeta cortó su sequía e Iñaki Williams, siempre atento, cerró la tómbola, aunque no contento con ello, en el último suspiro ejecutó el remate más vistoso e inverosímil, repelido por el larguero. Iban siete y pudo ser el octavo. Soto Grado decretó que ya era suficiente castigo.
ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos (Min. 75, Lekue), Vivian, Paredes, Yuri; Jauregizar (Min. 63, Galarreta), Vesga; Iñaki Williams, Sancet (Min. 68, Canales), Nico Williams (Min. 68, Berenguer); y Maroan (Min. 63, Guruzeta).
VALLADOLID: Karl Hein; Luis Pérez, Joseph Aidoo, Javi Sánchez (Min. 64, Comert), David Torres, Candela (Min. 46, Machís); Mario Martín (Min. 61, Grillitsch), Juric, Chuki (Min. 46, Raúl Moro); Marcos André (Min. 68, Nikitscher) y Sylla.
Goles: 1-0: Min. 10; Jauregizar. 2-0: Min. 34; Nico Williams. 3-0: Min. 43; Maroan. 4-0: Min. 47; Sancet. 4-1: Min. 47; Sylla. 5-1: Min. 66; Nico Williams. 6-1: Min. 69; Guruzeta. 7-1: Min. 87; Iñaki Williams.
Árbitro: Soto Grado (Comité Riojano). Expulsó a Juric, del Valladolid, en el minuto 55 por doble amonestación. Además, mostró tarjeta amarilla a los locales Vivian y Galarreta, y al visitante Mario Martín.
Incidencias: 47.715 espectadores en San Mamés.