El Athletic superó su primer sorbo de este Copa, aunque casi se le atraganta en un césped tan pesado como el de O Couto, que, pese a lo que se decía en principio, o estuvo tan impracticable para jugar al fútbol.
El Ourense, un equipo de la zona baja de Primera RFEF, exigió al colectivo de Ernesto Valverde, que tuvo que echar mano de jugadores fijos en su plan y que tuvieron que comparecer desde el banquillo para evitar lo que hubiera sido un fracaso mayúsculo.
Lo mejor: El empuje en la última hora de juego y el acierto de Jauregizar
No fue un buen partido del Athletic aunque fuera mejor en el cómputo de los 120 minutos ante un Ourense que arrancó osado en el inicio de choque avalado por su supermotivación y por el facto sorpresa que buscaba con el irregular estado del césped de O Couto. Al conjunto rojiblano le costó coger la medida al partido y cuando lo hizo, sobre todo en la segunda parte y durante la prórroga, sacó galones en el dominio. Que no se tradujo en el marcador porque el punto de mira de sus rematadores estuvo desviado para desesperación del propio Valverde y de la parroquia rojiblanca.
El partido ofrecía su punto de trampa, si bien también proyectó cosas positivas en clave rojiblanca, como el debut este curso de Alex Padilla bajo palos, la acertada prestación de Iñigo Lekue como central, las interesantes acciones de Urzo Izeta en su primera titularidad, el crecimiento partido a partido de Adama Boiro y, sobre todo, la inspiración de Mikel Jauregizar, que salió al rescate de los leones con su tanto cuando ya expiraba el primer acto de la prórroga al batir la meta gallega y decidir una eliminatoria que obligó al conjunto rojiblanco a exprimirse prácticamente al máximo.
Lo peor: La falta de pegada y la pobre actuación de algunos pesos pesados
El Athletic tuvo que esperar 105 minutos para romper el cerismo, una tardanza que se explica en la falta de puntería de los rojiblancos, especialmente en el figura de Goka Guruzeta, que gozó de remate de todos los colores y ninguno de ellos acabó en el fondo de la meta defendida por Alberto Sánchez, lo que debe inquietar al donostiarra, que encadena nueve partidos consecutivos, ocho de ellos como titular, sin ver puerta, lo que retrata los males de este equipo a la hora de transformar las ocasiones que genera. Las cifras ni engañan, solo suma 20 goles en el cómputo de los 24 partidos que lleva recorridos entre toas las competiciones, es decir, una media por debajo del gol por encuentro. Un mal dato que está obligado a mejorar.
Para que así sea necesita rescatar la mejor versión de Oihan Sancet, el pichichi rojiblanco el pasado curso, y recuperar a un Iñaki Williams que está muy lejos de alcanzar el cien por cien de forma tras permanecer en el dique seco cerca de dos meses. El de Mendillorri está ofreciendo una imagen desconocida que le penaliza ante una masa social que se hace muchas preguntas sobre las razones por las que no compite al nivel que se espera de un futbolista de su jerarquía en el campo y ni siquiera fue capaz de rehabilitarse ante un conjunto de Primera RFEF, lo que aumenta la incredulidad. De hecho no ha completado todos los minutos de los últimos diez partidos que ha disputado, lo que dice que Valverde no debe estar muy satisfecho con sus prestaciones.