Vaya semanita! El lunes me aticé una sobredosis de inflación en el frutero. El martes comprobé que no pocas personas con cita para el especialista no aparecen. En el caso que me tocó, dos de cada diez.
El miércoles comprobé que lo de la huelga en la educación pública tiene más que ver con lo de unas y unos que con lo de todos. Quizá sea hora de que los sufridores de la huelga comparen sus condiciones laborales, salariales, de jornada, reciclaje profesional, permisos, vacaciones, etc. con las de quienes protestan antes de, siquiera, pasarse por la mesa de negociación. Luego vino lo del decreto ómnibus. Es verdad que la red de arrastre no funciona para la pesca selectiva. Pero las posiciones de Junts se parecen demasiado al mítico “para que se j… mi capitán, hoy no como rancho”. Abascal el marcial no entenderá el chiste porque, pese a su frenesí juradebanderero, anda ayuno de marujeo castrense.
El PP de Feijuso rizó el rizículo con una petición en change.org mientras hacía apología del totalitarismo más rancio con rudas alusiones al palacete de la avenida Marceau. No se quejará Aznar porque los jeltzales, escriturando la propiedad mientras el decreto estaba en vigor, han aplicado al pie de la letra su célebre “quien pueda hacer que haga”. Esperemos, en consecuencia, que no ande buscando empoderados que puedan darle al asunto otro Peinado. Gentes que recuperen para la España Una, Grande y Libre lo merecidamente hurtado por nazis y franquistas a esos que tanto frustran al chiquito de Orense. “Lo que se quita no se devuelve”, sentencian gravemente en algunos áticos en los que el “vuelva usted mañana” se conjuga en otro tiempo y persona: “Ya iré yo mañana si eso”.