No ha perdido el brillo en los ojos de la primera vez y afronta su trabajo en Mediaset con el gusanillo de los comienzos. Le gustaría seguir copresentando Sálvame, el programa más loco e imprevisible de las parrillas. Un plató-aventura donde se ríe a carcajadas. Ha sabido encajar en un entorno que se ha ganado a base de profesionalidad y muchos gramos de locura en el directo diario.

Arranca el nuevo año ¿cómo viene 2023?

En casa que es lo mejor del mundo, rodeada de la familia. Y en lo profesional, con mucha ilusión como siempre, y no porque cambie el calendario. En Sálvame o en Mediafest Night Fever cada día es distinto al anterior. Así que es ilusión, sí o sí.

En febrero pasarás el rubicón de un año en el programa ¿cuál es el balance?

Me gustaría que el balance lo hicieran quienes nos ven todos los días que, al final, es quien te tiene que juzgar. Personalmente estoy muy a gusto, me lo paso muy bien cada día porque es un formato tan loco y surrealista a veces que siempre te sorprende. Tienes una escaleta y sabes por dónde puede ir el programa pero luego el programa coge vida y nunca sabes por dónde van a saltar las cosas.

Pero tú llevas toda la vida haciendo entretenimiento en la televisión…

Venía de programas más sociales, donde podíamos hablar de muchas cosas. De repente no he caído en un formato de entretenimiento, no me he caído de un guindo. Eso sí, nadie lo hace como Sálvame.

¿Qué ha sido lo más difícil en estos meses?

Entrar en un programa que es una familia que lleva ni más ni menos que 13 años de forma ininterrumpida creando contenido y entreteniendo a la gente, siendo compañía de muchas personas. Eso puede ser lo más complicado. Yo siempre he sido muy prudente, llego, miro, observo y aprendo porque llevaba 13 años de retraso de todas las historias que han vivido juntos mis compañeros. Era como estar siempre un paso atrás, siempre vigilando. Eso me ha hecho empaparme de todo de una forma bestial y ¡hasta en directo!

Estabas acostumbrada a programas diarios pero la audiencia es exponencialmente mayor ¿te dio vértigo?

Me dio vértigo como me lo podía dar cualquier otro proyecto y en cualquier otra cadena porque te estás exponiendo personal y profesionalmente. Y lo tienes que hacer bien para un número de personas y punto.

¿Qué te atrajo de Sálvame? ¿Por qué diste el paso?

Me llamaron Óscar Cornejo y Adrián Madrid de La Fábrica de la Tele que saben muchísimo de televisión, de mover fichas, ellos me conocían y me vieron ahí. Y yo decía ¡qué pinto yo ahí si me falta ese background? ¿Cómo voy a llegar yo ahí? “Fíate de mi”, me dijeron, “tú lo puedes hacer bien”. Y ahora mis compañeros de plató me dicen: “Mira, la que parecía buenecita…”

Adela González es firme defensora de la soberanía de la audiencia

Adela González es firme defensora de la soberanía de la audiencia

Es un cambio de registro enorme ¿es necesario mucho apoyo y que te empujen un poco a esa locura diaria?

Pero yo creo que nadie te tiene que empujar. Entras ahí y la locura fluye. Yo nunca había estado en un programa donde todo el mundo está sentado y de repente, se ponen a corretear por los pasillos. O van, y se ponen a merendar. ¡Yo meriendo! Esa capacidad para que haya una cámara preparada, para que se salga del guion, no lo había vivido nunca. Es único. Los directores son la bomba, súpercreativos, imagina llenar todos los días una pizarra en blanco de 4 o 5 horas.

¿Cómo es un día normal de Adela González cuando llega a Mediaset?

Yo llego para las 12.30 y el equipo de redacción y dirección ya tienen hecha la escaleta, al menos montada. Y a veces pone “y aquí va a pasar algo”, “aquí hay un invitado sorpresa que nos va a dejar locos a todos y sobre todo a un colaborador”…

¡Qué suspense!

¡Es que no sé lo que va a pasar! O te llega una información por línea interna que dices “¿qué?” Las caras que ve el público no las fingimos, te enteras dos segundos antes de cosas que van a pasar. Órdenes como “levántate y vete al pasillo que te vas a encontrar con alguien”… Esa capacidad de sorpresa es la que le llega a la gente que está en casa. Y es real y auténtica. Así que cada día es una aventura y una ilusión.

Y ahí aparece la Adela más disruptiva, más divertida ¡hasta más gamberra!

El programa no me ha cambiado pero si miro hacia atrás, ¿en qué programas he podido demostrar esa parte que tengo? En Pásalo con Iñaki López teníamos momentos muy gamberros, con disfraces y todo, en Lo que Faltaba también en la sección de Cacharritos, pero no de esta manera. Ningún programa me ha permitido este registro. Si tú no tienes ese punto de picardía, una ironía, un juego de palabras, no te sale. Porque no lo puedes forzar.

¿Te has sorprendido a ti misma haciendo el programa?

Sí, claro. El otro día en el Mediafest con los cantantes y los bailarines. Nos fuimos a publi y en dos minutos ensayamos un salto, me cogió para arriba y me dio dos vueltas. Cuando lo vi pensé: “¡Para habernos matao!” Y ni me lo pensé, si me lo pienso no lo hago. Tengo ese punto de jugar, de pasármelo bien y se me ha dado la oportunidad de demostrarlo. Si te meten siempre a hacer lo mismo, no puedes demostrar otro registro.

¿Hasta qué punto necesitabas este cambio de registro?

Yo no sabía que lo necesitaba porque cuando me llamaron la primera alucinada fui yo. Y cuando he estado dentro, me he dicho: “Qué bien me ha sentado”.

¿Es terapéutico?

Reír siempre es terapéutico y me he reído mucho y a carcajadas. También he llorado de la risa en muchas ocasiones. Sí, realmente me ha venido muy bien.

¿Hay censura en Sálvame? ¿Hay personajes de los que no se puede hablar?

No. Pero es que ¡los personajes los marca el minuto anterior! Es un programa que escucha a la gente, qué es lo quiere ver y escuchar y por ahí van las cosas. Si algo funciona seguirá funcionado y esa historia va a crecer.

"Yo siempre he sido muy prudente, llego, miro, observo y aprendo"

Ya estás acostumbrada a la dictadura del dato. ¿Lo llevas cada vez mejor o cada vez peor?

Lo llevo. Siempre quieres tener toda la audiencia del mundo porque significa que has dado con el programa que quieres ver. Y en todos los medios quieres que la gente te siga y se lo pase bien contigo porque estamos ahí para la gente. Existes para las personas que te ven.

Hay gente que dice que le haces feliz...

Eso es lo más bonito y yo en Sálvame llevo “cinco minutos” frente a mis compañeros que llevan 13 años pero me cuentan historias sobre todo en pandemia cuando el público escribía y agradecía la compañía. Y mucha gente que dice que me ve sonreír y se ríen conmigo. Es un regalo.

Es un sistema que se retroalimenta.

Así es, es que no puedo pedir más. Tampoco cuando estuve en ETB o en La Sexta. Gente que te dice: “Yo he crecido contigo”. ¡Jo, qué mayor soy! Pero he sido compañía para alguien y eso para mi es lo más bonito. Luego está la parte tuya de disfrutar y reírte, de verdad que es un lujo. Si estás predispuesta, eso traspasa.

¿Reprocharías algo a los que te achacan haber sucumbido a la denominada “telebasura”?

Les diría que ese término a quien le hace un feo es a la audiencia y que no pone en valor los 13 años que el público lleva viendo el programa. Te gustará más o menos pero la audiencia es soberana. También te digo que cuando empecé en Sálvame la mayoría de los comentarios que me hicieron fueron positivos, hubo una persona que me dijo: “Haz lo que quieras pero que sea lo que tú consideres, no por lo que otros vayan a pensar de ti”. Las opiniones del resto son respetables pero la que me importa es la mía.

Y además ya tienes foto de estrella en los pasillos de Telecinco. ¡Que pongan tu foto en una gran cadena ya es como una coronación!

Fui la primera sorprendida, llegué en febrero y colgaron la foto en noviembre para mi sorpresa. ¿Qué puedo decir? Si han valorado mi trabajo y se quiere reconocer con ese “pasillo de las vanidades” pues ¡yo encantada! y lo agradezco muchísimo.

¿Seguirás?

No lo decido yo.

¿Te gustaría seguir?

Sí, pero en televisión hoy estás y mañana no estás. Y esa inquietud existe cada día. Quien piense que tiene la silla asegurada para siempre va mal. Tienes que ganártelo diariamente. ¿Qué vendrá mañana o la semana que viene? No lo sé.

¿Se acaba acostumbrando una a eso?

Claro, es que si no, no podríamos vivir así. Ahora hay proyecto y quizás dentro de una semana no cuentan contigo ¿Lo has hecho mejor o peor? No necesariamente porque quizás ese programa evoluciona hacia otra cosa. ¿Qué hacer? Pues en el día a día disfrutar y hacerlo bien. Así me lo tomo.

"En todos los medios quieres que la gente te siga y se lo pase bien contigo porque estamos ahí para la gente. Existes para las personas que te ven"

¿Cómo ha evolucionado Adela desde que comenzó con su beca en Radio Euskadi? ¿Llegas con más tablas a los sitios?

 No, siempre hay que estar alerta, a ver cómo se da la tarde y siempre nos decimos en maquillaje “Buen programa” porque no sabes qué es lo que puede pasar, ni en tu programa ni en el de los demás. Esos nervios, ese gusanillo siempre es necesario. Yo en la Universidad jamás pensé que trabajaría en televisión y llegué a la radio con Javier Vizcaíno haciendo el tráfico y el tiempo y de ahí a la tele con una cámara que no te quita ojo. De aquel entonces queda la ilusión, así que cuando llego a los sitios siempre sale esa inquietud. El día que yo llegue a un plató y lo tenga todo claro, mal.

Es como la ilusión de los niños…

En un parque de bolas. Todos los días ¡a ver lo que me toca! Y eso no tiene precio. Supone disfrutar enormemente de mi trabajo que es donde más tiempo paso de la semana con ilusión, diversión. ¡Es que me encanta!

¿Cómo ves el panorama de los medios? Porque vamos al entretenimiento total…

Si lo supiera estaría dirigiendo un canal. Pero es la gente la que marca lo que se quiere ver, a través de redes, plataformas, streaming... Tú dale a alguien un contenido que, si quiere consumir, ese producto irremediablemente crecerá. Se están experimentando muchas cosas, todo es crecer y por tanto, todo es ganar. Insisto, la audiencia es la única soberana.

¿Dónde nos dejamos ahí el periodismo y empieza el intrusismo?

Hablamos de cosas distintas. Hablamos de comunicación y de entretenimiento. A los influencers, por ejemplo, que muestran su ropa no les estás pidiendo profesionalidad periodística sino otra cosa. La gente que está en su casa tendrá sus cuentas de información fiable o los Tik-Toks para echarse unas risas, o simplemente no tienen nada de eso y siguen fieles a la televisión porque no les hace falta más que consumir. No creo que haya fricción, cada uno tiene su hueco y aporta lo que la sociedad está demandando.

Más cauces suponen una apertura global…

Hay mucho público y quien está viendo una conexión de Twitch igual luego está viendo Sálvame por la tarde. Volvemos a la soberanía de la audiencia, del público. La gente ve lo que quiere y ahora tienen muchas cosas para ver. 

PERSONAL

Lugar de nacimiento: Lasarte-Oria

Familia: Está casada con Mikel Mas y tienen un hijo, Eneko. Su hija Andrea falleció a los 8 años de edad en 2020.

Trayectoria: Su recorrido está íntimamente ligado a la televisión. Tras licenciarse en CC. de la Información por la Universidad de Navarra, trabajó en Radio Euskadi, la agencia EFE y TVE Navarra para recalar en los platós de ETB en 2001. Tras casi 15 años en la cadena pública, dio el salto a Madrid en La Sexta con Más vale tarde para después retornar a Euskadi. En 2021 ficha por Telemadrid para conducir La redacción y Madrid directo. Desde febrero de 2022 forma parte del elenco de presentadores de Sálvame en Telecinco.

¿Un sueño? La radio. Volver a la radio en la que empezó con una beca en 1996 es otra de las grandes ilusiones de Adela González. Edita videos y le seduce todo lo audiovisual pero pero “la sencillez de la radio me apasiona, es un medio que ha envejecido bien”. Su referente profesional es otra todoterreno, Julia Otero.