El Athletic se pronunció a media tarde de ayer sobre la frustrada captación de Aymeric Laporte. Día y medio después del cierre del mercado de verano, Ibaigane emitió un comunicado donde da cuenta de la negativa de la FIFA a dar su visto bueno a la llegada del central a Bilbao procedente del Al-Nassr.

En el texto se concreta que el organismo internacional habría denegado a la Federación Española (RFEF) la solicitud cursada a su homóloga de Arabia Saudí del documento pertinente para permitir la llegada de Laporte al Athletic. De ello se deduce que el Athletic habría buscado la mediación de la RFEF a fin de desbloquear una operación que se truncó coincidiendo con la última fecha de plazo para fichar.

Los cuatro puntos

La nota de la directiva de Jon Uriarte, dirigida a socios y afición en general, desgrana en cuatro puntos algunos pormenores de lo sucedido. En el primero, sostiene que “el pasado 1 de septiembre” todas las partes implicadas “acordaron la transferencia del jugador al Athletic, sujeta al cumplimiento de determinadas condiciones”. Por tanto, deja claro que el acuerdo solo se logró coincidiendo con la fecha límite.

En el siguiente punto, se asegura que el Athletic cumplió su parte al subir “a la plataforma TMS de FIFA la solicitud de transferencia, si bien no pudo completarse en su totalidad en dicha fecha por razones ajenas a su voluntad y por factores externos fuera de su control”. Aquí está la madre del cordero, aunque como no especifica más resulta imposible saber a qué se refiere el Athletic con esa explicación o quién es el culpable de que la tramitación no llegase a buen puerto. Se entiende que elude su responsabilidad en el fracaso de la iniciativa, pero tampoco señala a nadie como causante directo del desaguisado.

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Así fue la primera etapa de Laporte en el Athletic Deia

Por otra parte, el citado texto reconoce claramente que a efectos prácticos la gestión no se culminó como es debido. Una realidad que justificaría el hecho de que la FIFA haya desestimado el intento de la RFEF para que “autorice una excepción” a fin de que Laporte pudiese ser inscrito por el Athletic. No obstante, en el comunicado el Athletic insiste en que agotará todas las vías jurídicas “para llevar a buen fin la voluntad de las tres partes (Al-Nassr, jugador y Athletic)”, frase con la que de nuevo opta por no apuntar a nadie. Se diría por tanto que no se contempla la existencia de una negligencia o algo peor, cuando es evidente que algo anómalo ha ocurrido para que esta operación sea la única de las incontables que se han registrado durante el verano que no ha podido culminarse.

La nota del club concluye aludiendo a su “compromiso por la transparencia y una información veraz” al socio y asegura que brindará las explicaciones pertinentes “una vez agotadas las vías de resolución de la situación actual”. Ello remite a una fecha imposible de precisar y acaso deje abierta una puerta para conocer detalles que se antojan claves en este intrincado proceso.

Dinero y prisas

Así, sería interesante saber la razón que condujo al Athletic a apurar hasta el 1 de septiembre la resolución del caso. Y ya puestos, no estaría de más conocer la hora de ese día en que se cursó la solicitud de transferencia y, por supuesto, a qué obedece que estuviese incompleta. Lo que no admite discusión es que las tres partes poseían motivos de peso para que todo hubiese ido como la seda: en pretemporada, el técnico del Al-Nassr le mostró sin disimulo el camino de salida a Laporte; este estuvo encantado con regresar a Bilbao en cuanto supo del interés de la directiva rojiblanca; y el Athletic, renunció a otras operaciones mucho más asequibles que aliviasen su déficit de defensas y se centró exclusivamente en traer a Laporte, la alternativa más cara existente en su órbita.

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Llegados a este punto, el significativo detalle de que no se resolviese antes del 1 de septiembre, como reconoce el comunicado, solo puede responder a que alguien quiso estirar la cuerda en exceso, apurar sus opciones presumiblemente para abonar un dinero inferior al que finalmente puso. Es imposible pensar en otro argumento de fundamento. Y al que le tocaba pagar era al Athletic, mediatizado por una necesidad que con el paso del tiempo derivó en urgencia.

Dado que la operación se ha ido al traste porque Laporte no es agente libre, lo que hubiese servido para deshacer el nudo, la hipótesis más lógica apunta a que, como el jugador en ningún momento había dejado de pertenecer al Al-Nassr, el Athletic se ha visto en la tesitura de pagar una especie de traspaso, una cantidad que contentase a las otras dos partes para que diesen vía libre al asunto. ¿Qué cifra? Imposible dar una sin equivocarse, si bien la ficha de 25 millones netos que le corresponden al central por su tercer año en la entidad árabe aporta una aproximación. ¿Diez, doce, quince? Por ahí irán los tiros y la fórmula habría consistido en ingresar ese dinero en la caja del Al-Nassr y que este se lo traspase a Laporte, que no estaba dispuesto a renunciar a la totalidad de los 25 millones mencionados que ya tenía firmados. De la ficha, para qué hablar ahora.