Con el paso de los años, el cuerpo va perdiendo fuerza y flexibilidad. Los huesos se vuelven más frágiles, las articulaciones empiezan a molestar y hasta la piel pierde firmeza. Todo esto está relacionado con la reducción natural de colágeno, una proteína esencial para mantener el cuerpo en buen estado. Aunque muchas personas recurren a suplementos, lo cierto es que la alimentación puede ser un camino más sencillo y natural. Y aquí aparece un protagonista inesperado: el kiwi, una fruta sabrosa y accesible que puede convertirse en un gran aliado para proteger huesos y articulaciones.

Una fruta muy poderosa

El kiwi es mucho más que una fruta refrescante. En su interior esconde vitaminas y minerales clave que ayudan al organismo en múltiples funciones. Destaca sobre todo por su enorme aporte de vitamina C, mucho mayor que el de una naranja. Esta vitamina es fundamental porque participa directamente en la producción de colágeno, la sustancia que da firmeza a los huesos, flexibilidad a los cartílagos y resistencia a las articulaciones.

Además, el kiwi contiene fibra, que mejora la digestión, potasio, que equilibra los minerales del cuerpo, y vitamina E, que protege las células frente al envejecimiento.

Incluir kiwi en la dieta diaria puede marcar la diferencia en la salud articular. Gracias a su vitamina C, ayuda a que el cuerpo fabrique más colágeno, retrasando el desgaste de los cartílagos. Esto se traduce en menos rigidez y más movilidad, algo especialmente importante a medida que pasan los años.

El potasio del kiwi también juega su papel, ya que contribuye a mantener los huesos fuertes y a reducir la pérdida de calcio. En conjunto, es una fruta que actúa como un auténtico refuerzo natural para los huesos y las articulaciones.

Todo el cuerpo se beneficia

El kiwi no solo protege los huesos. Al ser rico en fibra, favorece un tránsito intestinal saludable, previniendo problemas como el estreñimiento. También ayuda a controlar el colesterol malo y a mantener la presión arterial en niveles adecuados, gracias a la combinación de potasio y antioxidantes.

Chica con una cuchara y un kiwi abierto por la mitad. Pixabay

A nivel externo, sus nutrientes también se notan: la vitamina E y la vitamina C contribuyen a que la piel se vea más firme y luminosa, actuando como un refuerzo frente al envejecimiento. En definitiva, es un alimento completo que cuida por dentro y por fuera.

Cómo comerlo para aprovecharlo

La mejor forma de disfrutar del kiwi es tomarlo fresco. Puede comerse solo, a cucharadas, o añadirse a batidos, ensaladas o yogures. Tomarlo en el desayuno ayuda a empezar el día con energía, pero también es un excelente tentempié a media mañana o merienda saludable. Lo importante es mantener un consumo regular, al menos varios días por semana, para que el aporte de vitamina C y otros nutrientes sea constante. Así, el cuerpo siempre contará con los recursos necesarios para seguir fabricando colágeno de manera natural.

Se recomienda no depender solo de esta fruta: lo ideal es combinar el kiwi con otros alimentos ricos en vitamina C como fresas, naranjas, pimientos o verduras de hoja verde. Junto con una vida activa y algo de ejercicio, el kiwi puede convertirse en un gran compañero para mantener el cuerpo ágil y fuerte.

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El kiwi ha pasado en pocas décadas de ser una fruta exótica a convertirse en un alimento común en la mesa de los hogares. Hoy sabemos que no es solo refrescante y delicioso, sino que aporta beneficios muy valiosos para la salud de huesos y articulaciones.