En la calle Henao, la histórica juguetería Pinocchio, fundada en 1983, ofrece un contraste sereno y acogedor. Tras el escaparate se abre un espacio donde el color da paso a la calma y donde cada juguete parece reclamar tiempo y atención. Madera, lógica y pedagogía definen una tienda que apuesta por el juego duradero y por una forma de aprender vinculada a la experiencia. “Aquí no tengo lo que sale en televisión”, afirma Susana Zubiaga, al frente del negocio desde la pandemia, cuando tomó el relevo de sus fundadores.
Un catálogo para toda la familia
Peonzas, puzzles, ajedrez, juegos de ingenio y piezas artesanas protagonizan un catálogo pensado para toda la familia. “Ponemos en valor el juguete como cultura y como medio de aprendizaje para todos los públicos”, resume. El trato cercano y la explicación pausada convierten la compra en un ritual que trasciende entre generaciones.