Más que una festividad, la Navidad es un mosaico de culturas y costumbres que nos invita a traspasar fronteras. Cada rincón de la Tierra celebra esta época del año con sabores, dulces y tradiciones que, aunque diversas, comparten un espíritu en común: el deseo de unirnos y reencontrarnos con nuestros seres más queridos. Para celebrar el amor y la esperanza que definen a la Navidad, nos embarcamos en un itinerario que nos llevará a vivir unas prácticas únicas e impregnadas de la magia que solo el mes de diciembre puede ofrecer.
El calor del vino especiado
Nuestra primera parada nos transporta a los encantadores mercados navideños de Múnich, conocidos como Weihnachtsmärkte. El ambiente impregnado de especias cálidas, frutas cítricas y vino tinto ocasiona que sea imposible resistirse a la tentación de probar un vaso de Glühwein.
Este mítico vino caliente y especiado se sirve humeante en tazas decoradas y suele beberse mientras se camina entre los puestos de madera iluminados con guirnaldas. Acompañados del sonido de los villancicos que llena el aire, somos testigos de cómo el frío bávaro desaparece con cada sorbo, lo que nos hace entender por qué esta bebida es el alma de la fiesta de la Navidad alemana.
Trece días con los ‘Yule Lads’
Dejamos atrás la calidez alemana para adentrarnos en las noches largas de Islandia, donde la tradición navideña toma un giro peculiar. Durante trece días antes de Navidad, los Jólasveinar o https://www.instagram.com/p/DC9J8rZO9RR/, figuras mitad traviesas, mitad generosas, visitan los hogares islandeses.
Cada noche, los niños dejan sus zapatos en el alféizar, esperando encontrar dulces si han sido buenos o una patata podrida si no. Explorando las calles de Reikiavik, decoradas con luces que parecen desafiar a la oscuridad invernal, nos unimos al misterio de estos peculiares personajes.
La magia de los paroles
Viajamos ahora al corazón del sudeste asiático, donde la Navidad se celebra con un espectáculo de luz y color. Los paroles -faroles en forma de estrella- iluminan cada rincón de Manila, simbolizando la estrella de Belén.
Participamos en la Simbang Gabi -una serie de misas que culminan el día de Navidad- y disfrutamos del bibingka, un pastel de arroz cocido al carbón, y del puto bumbong, también hecho con arroz, pero morado. Aquí, la alegría navideña filipina no conoce límites, pues como curiosidad, sus fiestas comienzan en septiembre y se extienden hasta enero.
La noche de los rábanos
Desde Asia nos trasladamos a México, donde descubrimos una de las tradiciones navideñas más curiosas de todas. Cada 23 de diciembre, la plaza de la Constitución de Oxaca se transforma en un museo al aire libre con esculturas hechas de rábanos. Los artesanos locales tallan escenas que van desde nacimientos hasta leyendas mexicanas.
Al caminar entre estas obras efímeras, disfrutamos del aroma del ponche navideño, una bebida caliente de frutas que nos envuelve en su dulzura y nos hace sentir como en casa.
El arte de los belenes
Seguimos este recorrido por el mundo y hacemos una parada en la calidez mediterránea de Nápoles, famosa por su tradición de los belenes en navidades. Paseamos por la Via San Gregorio Armeno, una calle en la que los artesanos crean figuras que van más allá del nacimiento clásico, incorporando personajes contemporáneos.
Cada detalle cuenta una historia, pues estos se llevan a cabo con mucho esmero en el momento en el que los napolitanos convierten la creación del pesebre en una completa obra de arte. Terminamos la visita con un trozo de panettone y un café, disfrutando del espíritu navideño italiano que nos rodea con un toque de lo más artístico.
Una Navidad veraniega
Cruzamos el ecuador para vivir una Navidad diferente en Sídney. Las playas australianas se llenan de familias celebrando bajo el sol, por lo que es inevitable unirse a su banquete navideño, en el que el pavo es reemplazado por mariscos frescos y ensaladas. Cantamos villancicos al atardecer en Bondi Beach, mientras las olas brindan una sinfonía natural a la que no estamos acostumbrados en estas especiales épocas.
A pesar de la falta de nieve, no solo nos sorprende el calor del ambiente, sino el de la comunidad australiana, que es más que suficiente para recordarnos que las navidades no solo trascienden las fronteras, sino también las estaciones.
Romance futurista con toque navideño
Aunque Japón no tiene una tradición navideña precisamente arraigada, Tokio se ilumina de todas formas con impresionantes decoraciones. Caminamos por Omotesando, donde los árboles están cubiertos de millones de luces.
Lo más destacable de la Navidad japonesa es que se trata de una celebración moderna y romántica, donde las parejas disfrutan de cenas elegantes y de su postre estrella, un pastel de Navidad con fresas denominado kurisumasu keki. En Shinjuku, nos unimos a la multitud para admirar las proyecciones luminosas que transforman la ciudad en un completo espectáculo de lo más futurista.
La ‘Papanoelada’ Motera
Viajamos a Cantabria con la intención de vivir otra curiosa tradición. Vestidos de Papá Noel, nos reunimos en la Papanoelada Motera el 22 de diciembre para llenar las calles de color y alegría.
El rugir de las motos acompaña nuestras risas y nos convierte en una auténtica familia sobre ruedas, aunque no nos conozcamos entre nosotros, que comparte el espíritu navideño y recuerda la magia de unas fechas en las que las carcajadas y las sonrisas de quienes ven pasar a un montón de Papá Noeles en moto son el mejor regalo.
Patinaje en el Rockefeller Center
Nuestro recorrido finaliza en la vibrante ciudad de Nueva York, donde la Navidad es un claro sinónimo de espectáculo. Echamos un vistazo al árbol de Rockefeller Center -cuyas miles de luces se reflejan en la pista de hielo- y caminamos por la Quinta Avenida, admirando los escaparates temáticos y disfrutando de un chocolate caliente en Bryant Park, cuyo mercado navideño nos invita a encontrar tesoros únicos antes de despedirnos.
Ahora sí, ha llegado el momento de decirle adiós a nuestro global recorrido, pero con una certeza, y es que aunque las tradiciones navideñas varían según su localización, todas ellas comparten la esencia de celebrar el amor, la unidad y la esperanza.
En cada rincón del mundo, la Navidad es una invitación a detenernos, a mirar hacia quienes nos rodean y a encontrar la magia en los pequeños momentos. Volvemos a casa cargados de sus historias y recordando que, sin importar dónde estemos, la esencia navideña se vive en todos nosotros y en lo más profundo de nuestros corazones.