Las lagrimas de Tomeu Rigo en el banquillo del Olimpic de Badalona después de verse obligado a abandonar la cancha a cinco minutos de descanso tras desplomarse en una jugada de ataque y quedarse tendido en el suelo, con los ojos cerrados y agarrando su rodilla izquierda, hacían presagiar una lesión severa. También las palabras de Álex Mumbrú después del partido al desvelar que el balear había sentido “un chasquido” en la articulación dañada. La confirmación oficial llegó ayer, al confirmar las pruebas médicas que el escolta del Bilbao Basket sufre una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, lo que apunta a un periodo de baja estimado entre siete y ocho meses y le obliga a decir adiós a lo que queda de curso y priva a los hombres de negro del concurso de un jugador que siempre suma saliendo desde el banquillo. Está previsto que en las próximas horas Rigo pase consulta con un especialista para decidir la opción más adecuada para su recuperación.

Numerosos clubes y jugadores de la Liga Endesa, entre ellos Rudy Fernández y sus excompañeros Emir Sulejmanovic y Rafa Martínez, utilizaron las redes sociales para mandar ánimos al jugador balear, mientras que la entidad de Miribilla expresó que “será un proceso largo en el que estaremos a su lado para que sienta todo el apoyo. Tomeu es un jugador fuerte, un ejemplo de trabajo, de superación. Así lo ha demostrado desde que le conocimos, desde que pisó Bilbao en la temporada de LEB Oro para crecer con nosotros. Esperamos tenerle pronto de vuelta para que lo pueda seguir haciendo”. Ahora los estamentos deportivos del club deberán decidir si es conveniente y hay posibilidad económica de acudir al mercado para fichar a un sustituto -debería ser cupo para cumplir con los cuatro que exige en cada convocatoria la Liga Endesa y los cinco de la Basketball Champions League- o dirige su mirada hacia la cantera y mete definitivamente en dinámica de primer equipo a jugadores como Iñigo Betolaza o Miguel Ruiz, quien ya dispuso de minutos en la última fase final de Valencia.

Rigo ya sabe lo que es pelear contra un contratiempo de este tipo pues en abril de 2014, cuando militaba en la cantera del Baloncesto Sevilla, ya sufrió la rotura del cruzado, aunque en aquella ocasión fue en la rodilla derecha. Ahora, a sus 23 años, las lesiones vuelven a poner a prueba a un jugador que desde que llegó a Bilbao hace dos cursos para jugar en la LEB Oro se ha convertido en una pieza muy valorada por Álex Mumbrú, que volvió a confiar en él para la ACB tras el ascenso y que pidió su renovación el pasado verano. No amasa estadísticas estratosféricas -en los cuatro partidos que ha disputado este curso, luciendo una máscara protectora tras sufrir una fractura de nariz, ha promediado 2,3 puntos en nueve minutos de presencia en cancha-, pero siempre ha aportado intensidad defensiva sin cortarse en ataque y ha dado un paso al frente cuando la ausencia de un compañero ha hecho subir su presencia en casa. Ahora será el Bilbao Basket el que deba acostumbrarse a su ausencia.