Caminar por las inmediaciones de San Mamés en la previa de cualquier partido es una especie de ritual que permite encontrarse con diferentes personalidades y vivir situaciones únicas. Javier Clemente ojeando el móvil mientras una señora le pide una foto a viva voz y de manera insistente; amigos de Peio Canales luciendo el 28 a la espalda y el nombre “Pei” en ella a las puertas de una jornada muy especial para el joven centrocampista, que debutó como león; y un elegantísimo Dani Ruiz-Bazán acompañado de su familia camino al palco. “Estoy igual de nervioso que cuando debuté”, admitía mientras aguardaba a que llegara el momento del saque de honor. Son las previas de San Mamés, esas que perduran en el tiempo desde tiempos inmemorables, como esa tendencia del Athletic por complicarse la vida cuando tiene todo a su favor. Ayer, ante el Sevilla, un nuevo error en la recta final del choque condenó al conjunto rojiblanco, que ganaba un partido que tenía baja su control y terminó con un futbolista menos, pidiendo la hora y lamentando haber cedido un empate.
La buenísima racha de victorias del Athletic en liga parecía que iba a tener continuidad. Los leones dominaban el encuentro, habían hecho suya la posesión del balón y mantenían a raya a un Sevilla que comenzaba a jugar a la desesperada, dejando muchos espacios que los rojiblancos estaban sabiendo aprovechar. Así las cosas, nada hacía presagiar lo que sucedió en el minuto 82 del partido, cuando tras un balón atrás de Peio Canales, que dejó muy buenas sensaciones en su estreno, Julen Agirrezabala acabó viendo el camino a los vestuarios tras ser expulsado.
Resulta difícil entender qué se le pasó por la cabeza al guardameta rojiblanco. Se entiende que pudo pensar que de blocar el balón con las manos el árbitro pitaría cesión, pero hubiera resultado muy extraño que César Soto Grado tomara esa decisión, toda vez que Canales golpeó el balón desde el centro del campo y nunca con intención de jugar con su compañero. Sea como fuere, Agirrezabala trató, sin éxito, de controlar el esférico con el pecho, este se le fue largo y en la disputa zancadilleó a Mateo Mejáa fuera del área. También tocó balón, desviándolo ligeramente, pero ni el árbitro ni el VAR tuvieron dudas: el donostiarra fue expulsado con roja directa, el Athletic se quedó con diez y el partido cambió por completo.
El error del guardameta dio alas a un Sevilla que hasta ese instante veía muy lejana la posibilidad de puntuar en San Mamés. Pero el conjunto rojiblanco volvió a pegarse un tiro en el pie, tal y como hiciera frente al Atlético de Madrid hace no demasiado tiempo. Entonces un fallo de Iñigo Lekue en el tiempo de añadido, un futbolista que también quedó retratado en el tanto de ayer del Sevilla por la permisividad defensiva, permitió que el conjunto colchonero se llevara los tres puntos de San Mamés. Entonces se esfumó solo uno; ayer fueron dos.
Pequeños detalles de los que uno termina acordándose al final de la temporada. El fortín en que se convirtió San Mamés el curso pasado parece haber perdido cierta fiabilidad, hasta el punto que son siete ya los puntos que se ha dejado el Athletic en solo cinco encuentros: dos frente al Getafe, los tres del Atlético y los dos de ayer ante el Sevilla.
Claro que esa sensación amarga con la que acabó el encuentro no puede ocultar el buen momento global por el que atraviesa un equipo que, errores puntuales al margen, ha enlazado cuatro partidos de liga sin perder, que son cinco si se cuenta el de la Europa League frente a la Roma, y en el que son muchos los futbolistas que se están sintiendo importantes.
La cifra
100
Ernesto Valverde alcanzó el centenar de partidos en el banquillo del Athletic en su tercera etapa como entrenador del conjunto rojiblanco, que se inició en el verano de 2022. En este tramo, Txingurri suma 84 encuentros de liga, 15 de Copa y 1 de Europa League, con 49 victorias. 25 empates y 26 derrotas.