La semana ha sido larga, larguísima en Bilbao y en toda Bizkaia. Las celebraciones por el vigésimo quinto título de Copa se prolongaron hasta el jueves, con imágenes de todo tipo: festejos en privado de los futbolistas con sus familias, la improvisada txaranga al abrazo de un millar de respetuosísimos aficionados y la locura de la gabarra, que reunió a más de un millón de personas a ambos márgenes de la ría. Claro que en la previa de la visita del Villarreal a San Mamés también hubo hueco para un último festejo, con pasillo incluido por parte de la tropa de Marcelino García Toral, que se unió gustoso, junto a su cuerpo técnico, al merecido homenaje. Después, el árbitro, Guillermo Cuadra Fernández, se encargó de aguar la fiesta, para lo que contó con la inestimable ayuda del VAR, dirigido por Francisco José Hernández Maeso, otro fenómeno. Entre el uno y el otro, agreguen a la ecuación a los jueces de línea y al cuarto árbitro, dejaron la casa sin barrer. Y ahora la Champions queda a cuatro puntos, los que separan al Athletic del Atlético de Madrid.

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Si la palabra que mejor define lo acontecido el jueves en los más de trece kilómetros que recorrió la gabarra ría arriba es locura, lo de ayer resultó surrealista. Casualmente, por si hubiera algún malpensado en la sala, resulta que Cuadra Fernández es madrileño de nacimiento pero pertenece al Comité de Árbitros de las Islas Baleares. No es que uno quiera pensar mal después de que el Athletic ganara la Copa frente al Mallorca, que podría ser, pero claro, en su empeño por emborronar la fiesta, el colegiado demostró una manifiesta ineptitud. Sus decisiones no solo afectaron al conjunto rojiblanco, pues también el Villarreal resultó claramente perjudicado. Es más, fue el equipo de Marcelino el primero en acusar la lamentable actuación del colegiado.

Resulta más que comprensible que desde la sala VOR le llamaran a filas en el minuto diez del encuentro para que revisara la acción en la que Beñat Prados, en un exceso de ímpetu, pisó a Álex Baena dentro del área. Si acaso la única duda reside en saber por qué lo que antes se consideraba una acción residual, pues el balón ya había salido de las botas del futbolista del Villarreal en dirección a un compañero, fue ayer motivo de revisión. Un hecho que, por ejemplo, no sucedió en el mismo escenario en la primera jornada de liga, cuando Eder Militao atropelló a Unai Gómez después de que este intentara un remate a portería.

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Hasta el descanso todo fue más o menos normal. Si acaso, una amarilla inventada a Iñaki Williams y acierto pleno en un par de ellas, las clarísimas a Santi Comesaña y Raúl Albiol, en una misma acción, además de la mostrada a Prados en la jugada del penalti.

El despropósito

Pero el momento álgido del show estaba por llegar. Como los grandes maestros, Cuadra Fernández se guardó lo mejor de su repertorio para el final. Arrancó, eso sí, con fuerza la segunda mitad, con la ocurrencia de expulsar a Comesaña en la primera jugada por un leve pisotón sobre Oihan Sancet que nunca debió ser motivo para mostrarle la segunda cartulina amarilla.

Quizá consciente de lo exagerado de su decisión, que indudablemente condicionó al equipo de Marcelino, que tuvo que jugar toda la segunda mitad con un futbolista menos sobre el verde, y como quiera que los responsables del VAR monitorizan se supone que todas y cada una de las acciones del partido, estos tuvieron a bien guardar silencio en dos agarrones en el área del Villarreal. Primero Sancet y después Nico Williams fueron objeto de sendos agarrones, clarísimos, cierto es que con el balón a mucha distancia de ser jugado, pero clarísimos igualmente, como así lo demuestran las imágenes de las camisetas estiradas,

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Y en esas llegó el tiempo de añadido y el gran truco de magia realizado a dos manos por Francisco José Hernández Maeso y Guillermo Cuadra Fernández. Yuri Berchiche se lanzó a cortar un disparo dentro del área y al balón salió rechazado hacia su brazo. Nadie pareció reparar en una acción que se repite en muchas ocasiones en el fútbol y que resulta igual de involuntaria que inevitable. Pero nadie contaba con la aparición estelar de los dos árbitros en su gran obra. El VAR llamó de nuevo a filas a Cuadra Fernández y este ejecutó el truco final. Cuál será el nivel, que pese a las airadas y excesivas protestas de Yuri, el colegiado no le expulsó, cuando hubiera sido lo más lógico. En fin, que la fiesta no pudo ser completa gracias al colegiado. Otra vez será... aunque la Champions se aleja en cuatro puntos.

La cifra

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Óscar de Marcos sopló ayer las velas de su trigésimo cumpleaños. El segundo capitán del equipo acompañó a Iker Muniain al inicio del encuentro, cuando el equipo ofreció a la afición el título de Copa logrado el pasado sábado en Sevilla. Durante el partido, en el minuto 18, la afición coreó su nombre.