ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos, Vivian, Paredes, Yuri; Prados (Min. 70, Dani García), Vesga (Min. 55, Herrera); Iñaki Williams, Sancet (Min. 76, Munian), Nico Williams (Min. 70, Berenguer); y Guruzeta (Min. 76, Villalibre).

VILLARREAL: Jorgensen; Femenía, Albiol, Yerson Mosquera, Alberto Moreno (Min. 68, Guedes); Traoré (Min. 68, Ilias), Parejo, Comesaña, Alex Baena; Gerard (Min. 55, Pedraza) y Sorloth.

Goles: 1-0: Min. 66; Sancet. 1-1: Min. 94; Parejo, de penalti.

Árbitro: Cuadra Fernández (Comité Balear). Expulsó a Comesaña, en el minuto 46, por doble amonestación, y a Sergio García, hijo de Marcelino y miembro del cuerpo técnico amarillo. Además mostró tarjeta amarilla a los locales Prados, Iñaki Williams y Yuri, y al visitante Albiol.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo primera jornada de LaLiga EA Sports disputado en San Mamés ante 50.061 espectadores. El Villarreal y los campeones de 1984 hicieron pasillo de honor al Athletic por su reciente título de Copa el fin de semana pasado en Sevilla.

Acarició el Athletic un triunfo que hubiese puesto el colofón ideal a una semana inolvidable, pero la competición ni entiende de celebraciones ni necesariamente respeta a los campeones. Cada partido entraña su complejidad y delante hubo un adversario que supo sobreponerse a las adversidades y apuró sus opciones hasta la conclusión para arrancar un empate que rompió el hechizo de San Mamés. La polémica copará buena parte del análisis porque el penalti que evitó la derrota del Villarreal tiene su miga, pero no fue el único lance discutible de una tarde presidida por el equilibrio de fuerzas, pese al condicionante que abocó al conjunto de Marcelino a disputar en inferioridad numérica el segundo tiempo al completo. En un cómputo global, el desenlace se atiene con bastante precisión a los méritos de unos y otros.

Acaso fuese debido al amplio programa de festejos que siguió a la final de Copa, pero lo cierto es que los de Valverde no estuvieron finos ante una afición eufórica. No fue su mejor día, amagaron sin llegar a redondear su fútbol, carecieron de soltura, recularon más de lo habitual y acabaron pagándolo. Por momentos, se parecieron al bloque rotundo y agresivo que suele ejercer de anfitrión, aunque se echó de menos constancia, regularidad y acierto. Durante distintas fases se vio a un Athletic plegado, pendiente de no cometer errores, sin apenas arriesgar y, una vez cobrada la ventaja, cumplida ya la hora de partido, excesivamente prudente, pese a contar con un hombre más.

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Las notas de Aitor Martínez: Sancet, el más oportunista Aitor Martínez

Consecuencia de todo ello, el Villarreal estuvo relativamente cómodo, acumuló posesión, uno de sus argumentos favoritos, a ratos monopolizó la iniciativa y su balance ofensivo en absoluto desmereció del que aportó el Athletic. En el recuerdo quedará la mano que le señalaron a Yuri en el tiempo añadido, convertida desde los once metros por Parejo tras una dilatada revisión del VAR. Sin embargo, ceñirse a este episodio concreto sin reparar en el perjuicio derivado de las dos amarillas que supusieron la expulsión de Comesaña justo a la vuelta del descanso, sería realizar una lectura parcial del influjo arbitral en el discurrir de la contienda.

Después del emocionante pasillo de recibimiento a los futbolistas locales, se puso en marcha un pulso entretenido, vistoso. Sobre todo, gracias al arranque del Athletic, que regaló unos minutos eléctricos, culminados en un disparo lejano de Yuri. También el Villarreal contribuyó al espectáculo, pues fue paulatinamente haciéndose con el mando de las operaciones. Aún hubo cierta alternancia en la iniciativa, pero los amarillos colonizaron la zona ancha, se organizaron mejor, lo cual les dio salidas sencillas para proyectarse en ataque. Una tónica que se acentuó según corría el cronómetro. El Athletic dejó de percutir y en los veinte minutos previos al descanso se dedicó a aguantar en su terreno. 

A este relato general le falta el capítulo de oportunidades, faceta donde asimismo se impuso un Villarreal que a los diez minutos desperdició un penalti que el VAR concedió por pisotón de Prados a Baena. Hoy en día pisar es pecado mortal, aunque sea de modo involuntario y no condicione la acción en cuestión. La cosa es que Gerard quiso apurar tanto que el lanzamiento fue repelido por la madera y él mismo lo alojó en la red. El gol era ilegal porque nadie tocó la pelota salvo el delantero. A este gran susto siguió otro, en una jugada muy trenzada que acabó en los pies de Baena, quien acaso se precipitó con la zaga a contrapié, permitiendo que Vivian desde el suelo interceptase el remate.

Este par de aproximaciones fueron las más nítidas del primer acto. La inspiración no acompañó a los rojiblancos, varios excesivamente imprecisos para dar forma a las buenas intenciones de Sancet y Prados. Imprecisos o ausentes, como sucedió con Vesga, Guruzeta o los Williams. De Marcos y Yuri no secundaron los despliegues, ocupados como estaban con sus pares, Baena y Traoré. El atasco fue a más y el Villarreal creció alrededor de Parejo.

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En imágenes: así ha sido el pasillo del Villarreal al Athletic Pankra Nieto

En el intermedio el partido estaba en el aire, las sensaciones invitaban a recelar, pero entonces Comesaña, amonestado, pisó a Prados, sin querer como en el lance que originó el penalti, y el colegiado no lo dudó. Era una simple disputa en el centro del campo, pero el Villarreal se quedó con diez y cambió de plan: cedió metros y esperó. Dominaba el Athletic, pero sin profundidad. Solo Sancet se atrevió a probar desde la frontal. Ambos técnicos dispusieron un par de cambios para variar la dinámica. No se ejecutaron porque de repente, Guruzeta aprovechó un centro bien templado por Herrera para servir a Sancet, que se anticipó a Mosquera con una magnífica volea de empeine imposible para Jorgensen.

Marcelino no esperó más, Valverde sí, pero para modificar uno de los relevos: escogió a Dani García en vez de a Muniain. El mensaje no admitía dudas, era preferible asegurar el control en vista de que el equipo no acababa de carburar. El capitán ingresó un poco más tarde, junto a Villalibre, pero ninguno de los refrescos aportó lo que el encuentro requería. La prueba es que el Villarreal, obligado como estaba, empezó a estirarse. Le costaba hacer daño, pero enfrente asomaban indicios preocupantes: por ejemplo, una mala cesión de Yuri al portero que acabó en córner.

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El Athletic no volvió a acercarse a Jorgensen, mientras que Simón tuvo que repeler un violento chut de Guedes. Era evidente que convenía que aquello acabase cuanto antes. El Villarreal insistía y terminó hallando el premio a su tesón. En fin, que se malgastó una ocasión de presionar al Atlético de Madrid en la carrera por la Champions.

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