El colofón a una semana de máxima alegría por el título de Copa conquistado el sábado 6 de abril en La Cartuja, con el histórico baño de masas en la gabarra el jueves como punto álgido, llegó en San Mamés, aunque sin victoria. Tenía que ser en ‘La Catedral’, en el santuario rojiblanco y ante 50.061 espectadores en la quinta mejor asistencia histórica al estadio, donde equipo y afición cerraran la gran fiesta de la mano, pero el triunfo se escapó en los compases finales tras un polémico penalti, el segundo de la tarde favorable al Villarreal VAR mediante, por una más que dudosa mano de Yuri Berchiche a ras de césped. El conjunto castellonense, previamente, había clamado al cielo también por la expulsión por doble amarilla del centrocampista Comesaña en el arranque de la segunda mitad. 

Cuando el Athletic acariciaba ya la victoria gracias a un soberano zarpazo de Oihan Sancet en el minuto 67, el colegiado Cuadra Fernández se entrometió en la fiesta rojiblanca para provocar al término del encuentro una de las mayores pitadas que se recuerdan en el nuevo San Mamés, donde la parroquia bilbaina no necesitó mucho para entonarse y mostrar de saque su radiante felicidad por todo lo disfrutado en los días previos. La resaca emocional, difícil de dejar atrás tras cuarenta años de espera para poder convertir en realidad el sueño que tenían pendiente varias generaciones, formó parte de un ambiente que proyectó de entrada una dulce mezcla de alegría, tranquilidad y paz interior. 

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Con la sensación de que las cosas por fin estaban en su sitio, tal como remarcó Valverde en una de sus primeras entrevistas tras la consecución de la Copa, la masa social rojiblanca volvió a ofrecer su cariño a un equipo que recorrió con orgullo el pasillo de honor que le dedicó el Villarreal de Marcelino García Toral antes de que el balón echara a rodar. Sin representación institucional en el palco de autoridades debido al fichaje del joven Igor Oyono por el Athletic el pasado febrero, movimiento que encolerizó a la directiva del club castellonense, el submarino amarillo mostró así sus respetos al flamante campeón del torneo del K.O. 

En pie

Rompió a aplaudir puesta en pie la hinchada bilbaina tras ver cómo los campeones de 1984 eran los primeros en saltar al césped para alargar un pasillo que emocionó a más de uno y de una en las gradas y que sirvió a Marcelino para felicitar y abrazarse con sus exfutbolistas. Al grito de “txapeldunak, txapeldunak”, con los capitanes Iker Muniain y Óscar de Marcos trasladando la Copa, completaron los leones el pasillo de honor antes de posar junto a los penúltimos campeones del club en una foto de familia para la posteridad. Con el partido a punto de comenzar, solo faltaba la canción del famoso Athletic, el hit de Muniain, que sonó con fuerza instantes antes de que Cuadra Fernández, protagonista a posteriori, señalara el comienzo de un envite en el que San Mamés se afanó en seguir de celebración.

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Se corearon los nombres de De Marcos en el día de su 35 cumpleaños y de Ernesto Valverde, quien agradeció el detalle antes de que Sancet volviera a desatar la euforia como en La Cartuja ocho días atrás con un gol que, sin embargo, no sirvió para dejar los tres puntos en casa en una fiesta incompleta en San Mamés.