¡AY, las primeras veces! Siempre llegan embadurnados en un emplaste de emocione, nervios, ilusiones y sudores por el esfuerzo, ¿se acuerdan? Alguna vez lo habrán vivido, verdad. Y esa sensación que le encoge a uno el estómago, que le acelera el corazón, que le atropella a cualquiera la razón. Se sienten, vaya que si se sienten, los apretones de las primeras veces. Ayer mismo, sin ir más lejos.

El nuevo presidente del Athletic, Jon Uriarte, se estrenó en San Mamés el mismo día en que Muniain firmó su partido número 500.

Llegó al palco presidencial de San Mamés el nuevo presidente del Athletic, Jon Uriarte, con la ilusión de quien estrena un traje nuevo, acompañado para la ocasión por el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto. ¿Qué sentiría cuando enfocó al horizonte y vio un San Mamés más poblado (39.000 seguidores largos, para más señas...) que de costumbre en los idus de agosto? ¡Quien lo sabe! Le hubiese gustado una victoria que le redondease un día de emociones, ese escalofrío del gol en tu primera vez, dicho sea sin segundas, seguro, pero vio a un Athletic valiente y entregado, voraz en sus intenciones, por mucho que no pudiese hincar el diente al gol. Llegarán, seguro que llegan días más sabrosos, pero este Athletic que presentó Ernesto Valverde es reconocible desde el minuto uno.

Los apretones de las primeras veces

Se le vio a a Ernesto asomándose por la bocana del vestuario para regodearse en el semblante de un San Mamés ilusionado con su regreso, con una grada de animación on fire (el primer empujón ha sido fabuloso y la idea gasta el aire de un forzudo capaz de levantar al equipo...) y con esa sensación de que tras la travesía una regresa a casa sano y salvo. Se le vio a Ernesto con fe en lo propuesto y en un tono in crescendo a medida que el Athletic atacaba una y otra vez (23 remates llegaron a contar las gentes del recuento...), solo contrariados por algunos raptos de precipitación (los leones acabaron con el ceño fruncido y esa sensación de urgencia que tanto aprieta en ocasiones...) y otros muchos de milimétrica falta de precisión o de certeza de Guillermo Tell en los vuelos del portero contrincante.

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Las mejores imágenes del Athletic - Mallorca Pablo Viñas

Testigo de todo ello fue Iker Muniain, quien también se estrenaba en el club de los 500. El capitán se apagó entre tantas velas y no fue capaz de alumbrar el camino de salida en el laberinto que propuso el Mallorca del Vasco Aguirre. Fue quizás esa, la falta de luz, la única mácula de un Athletic que lucha por regresar a los viejos tiempos, cuando luchaba a brazo partido por la gloria de Europa. Fue, ya digo, la primera vez. Y pese a la falta de claridad algo se entrevió entre las brumas. Algo bueno.