La imagen de un vaso de agua tibia con unas gotas de limón suele asociarse a desintoxicar el organismo, perder peso o mejorar la digestión. Pero, ¿qué hay de cierto en todas estas promesas? La respuesta, como en muchos temas relacionados con la salud, es más matizada de lo que podría parecer.
Un hábito saludable, pero sin milagros
Lo primero que hay que subrayar es que el agua en sí ya es beneficiosa, especialmente a primera hora del día, cuando el cuerpo necesita rehidratarse tras varias horas de sueño. El simple gesto de beber un vaso de agua ayuda a activar el metabolismo y a preparar el aparato digestivo para empezar la jornada.
Si a ese vaso se le añade unas gotas de limón, se incorporan pequeñas cantidades de vitamina C y antioxidantes. Esta combinación puede contribuir a reforzar las defensas, mejorar la absorción de hierro y aportar una ligera sensación de frescor.
Sin embargo, los especialistas en nutrición advierten que estas ventajas no son exclusivas de tomar agua con limón en ayunas. La vitamina C que aporta es muy poca, mucho menor que la de una naranja entera, un kiwi o un pimiento rojo, y el cuerpo obtiene beneficios similares al consumir frutas y verduras a lo largo del día. Tampoco existe evidencia científica de que esta costumbre “desintoxique” el organismo, porque esa función la cumplen de forma natural el hígado y los riñones.
En cuanto a la pérdida de peso, beber agua con limón no “quema grasas”, aunque puede ser útil como estrategia indirecta: sustituir bebidas azucaradas o calóricas por agua con limón sí ayuda a reducir la ingesta total de calorías y a mejorar los hábitos alimenticios.
Lo que sí y lo que no hace
Donde sí hay consenso es en que esta práctica puede favorecer la digestión en algunas personas. El agua templada ayuda a mover el estómago, y el limón aporta un ligero estímulo ácido que puede mejorar la secreción de jugos gástricos. También se reconoce que aporta un plus de hidratación con algo de sabor que anima a quienes les cuesta beber agua sola.
En el lado negativo, conviene señalar que el zumo de limón es ácido y, consumido en exceso o de manera muy concentrada, puede dañar el esmalte dental. Por ello, se recomienda diluirlo siempre en suficiente agua y, en lo posible, enjuagarse la boca después de beberlo para evitar erosiones en los dientes. Tampoco es recomendable en personas con problemas gástricos como reflujo o úlceras, ya que el ácido cítrico puede irritar la mucosa del estómago.
En definitiva, el agua con limón en ayunas no es una fórmula mágica, pero tampoco un engaño total. No sustituye a ninguna comida, no desintoxica por sí misma y no es milagrosa, pero sí puede ser una forma sencilla de empezar el día hidratado y con un pequeño aporte de vitaminas.
El éxito de esta nueva moda o costumbre radica en lo que simboliza y en lo que nos hace pensar: La sensación de frescor que deja el limón en nuestra boca puede favorecer que sintamos que estamos depurando lo malo de nuestro sistema digestivo y no haga sentir que estamos haciendo las cosas bien. Beber agua con limón en ayunas puede ser positivo, pero las claves de la salud siguen siendo las mismas: buena alimentación, descanso suficiente, ejercicio y, sobre todo, constancia.