El Athletic, en el filo de la navaja
Qué motivos puede haber detrás de que el equipo no haya ofrecido ni una sola actuación no ya redonda sino satisfactoria
Cuatro malos resultados, que se pueden dejar en tres porque estaremos de acuerdo en que Champions y Arsenal son palabras mayores, tienen la culpa del desconcierto en que se ha sumido el entorno del Athletic. Lógicamente, llega a ese estado por contagio pues, en origen, la desorientación o los desarreglos deben adjudicarse al equipo, al entrenador y a los futbolistas. Los de fuera reaccionamos ante lo que vemos delante de los ojos e instintivamente surge la tentación de compararlo con el grato recuerdo de las temporadas recientes.
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Todavía no ha pasado nada irreversible, es pronto para ponerse dramáticos con siete partidos celebrados (tres de ellos ganados). No hay que ceder al nerviosismo, acaso sea un bache pasajero, pero también es verdad que cuando se produce el tránsito de la celebración y la risa fácil a una rutina decepcionante, cuesta cambiar de mentalidad, adaptarse y comprender la nueva realidad. Cuesta incluso llamar a las cosas por su nombre.
Es lo que tiene venir de donde viene este Athletic: no gusta apearse bruscamente del caballo ganador y ponerse serio a fin de localizar e interpretar las causas del bajón. La tendencia general apunta a factores muy concretos para explicar que no se sacasen adelante compromisos asequibles. De qué otra manera cabe catalogar los cruces con Alavés, Valencia y Girona, dos disputados en San Mamés. Bajas formas de determinados jugadores y ausencias por lesión acapararían el diagnóstico. Sin duda que influirán, pero resulta muy simple centrar todo en ese par de cuestiones, máxime cuando la plantilla es casi idéntica a la de años previos y, encima, se han efectuado captaciones que elevan el nivel del grupo, según reza el criterio oficial del club.
Qué motivos puede haber detrás de que el Athletic no haya ofrecido ni una sola actuación no ya redonda sino satisfactoria. Ni en los triunfos ha dado síntomas de consistencia, poderío físico, verticalidad y pegada. Venció no siendo peor que Sevilla, Rayo y Betis, pero tampoco claramente mejor. La impresión fue que se movió en el filo de la navaja, tuvo la cuota de fortuna imprescindible y acabó no cortándose. Por eso cuando ha empezado a sangrar, porque sigue sin funcionar como se le supone que puede y la suerte le ha retirado el saludo, cómo extrañarse de que haya entrado en una racha negativa.
Se suponía que a medida que se van jugando partidos y con la renta adquirida, el Athletic tenía todo a favor para ir puliendo defectos y elevar el nivel de sus prestaciones. Ha sucedido justo lo contrario. Casualmente, la caída está coincidiendo con la suspensión de Valverde por su salida de pata de banco el día del Betis. Así que, a modo de penitencia extra, al quiero y no puedo del grupo se le adjunta la imposibilidad de dirigir en condiciones.
Bueno, esto no trasciende la categoría de anécdota, pero no admite discusión que Valverde no está pudiendo alterar el rumbo y no se atisban señales que apunten a una reacción inmediata, a un punto de inflexión. En definitiva, a una victoria porque es imposible obrar una transformación radical de repente, de un día para otro. Será un proceso gradual, quizá favorecido por la vuelta de Nico Williams, pero haría falta además que su hermano vuelva a reconocerse en el espejo, Sancet adquiera la elasticidad y el fondo extraviados, Laporte no acuse los cinco meses sin competir como ante el Girona, Ruiz de Galarreta aguante el correr del cronómetro, Areso ponga algún centro aprovechable, Vivian no se pase de intenso, Guruzeta coloque como solía un par de balones en la red al primer toque y que Paredes y muy especialmente Jauregizar no sucumban al tute que llevan entre pecho y espalda.
La combinación de todo lo anterior va a requerir paciencia, así que más vale creer o confiar en un guiño del azar. Ya habrá margen para referirse a los que menos juegan y salen fácilmente señalados con un cambio múltiple. No se olvide que Gorosabel, Adama y Vesga cumplieron en su única titularidad anterior, contra el Arsenal en la Champions, mientras los hay que repiten y repiten en el once inicial y no lo han hecho bien prácticamente ningún día. Pero ¿en qué quedamos, hay o no hay plantilla?