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Rojo sobre blanco

Callejón sin salida

"No es preciso ser un especialista en la materia para darse cuenta del alto costo de este fichaje"

El regreso de Laporte en imágenes: así fue su primera etapa en el Athletic

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El Athletic, al cierre de esta edición, no tuvo a bien informar, en el cierre del mercado de fichajes, de que había alcanzado un acuerdo por el cual Aymeric Laporte se incorporaba a su disciplina. Pero durante la tarde-noche diferentes medios publicaron que el defensa vestirá de rojiblanco hasta junio de 2028. Una noticia esperada, deseada por muchos y alentada desde diversos medios que fue convirtiéndose prácticamente en algo inevitable según iban pasando los días y se acercaba el final del plazo para efectuar incorporaciones. Lo que no admite discusión es que su materialización se ha hecho de rogar en exceso.

Quizá el tema deba analizarse empezando por este aspecto, por la fecha en que la posibilidad se ha transformado en realidad. Da igual desde cuando los responsables del Athletic tomaron la decisión de ir a por Laporte. Esto es complicado de precisar, pero en cualquier caso Laporte tenía conocimiento de las intenciones de la directiva de Jon Uriarte al menos desde mediados de junio. Lo único cierto es que ha habido que aguardar hasta el último día de mercado para que el defensa dejase de pertenecer al Al-Nassr para recalar en el Athletic. Y el detalle no es anecdótico. Qué va, muy al contrario, lo que sugiere es que la negociación, aparte de compleja y larga, ha supuesto un desembolso considerable.

Elevado coste

No es preciso ser un especialista en la materia para darse cuenta del alto costo de este fichaje. Ya el simple hecho de que Laporte tuviese firmado un contrato con el club árabe, vigente hasta junio de 2026, por el que percibía 25 millones netos, da una idea concreta sobre la dimensión del asunto. Si a ello se agrega el tiempo transcurrido desde que el Athletic trasladara al jugador su voluntad de ficharlo hasta que la iniciativa ha culminado, no cabe sino pensar que hablamos de un movimiento de, como mínimo, unos cincuenta millones. Sí, se repartirán en tres años o como se quiera, pero la adquisición no va a salir por menos de dicha cantidad.

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Lógicamente la directiva no arrojará luz al respecto y es posible que hasta apele al manido coste cero, pero aparte de la ficha que Laporte percibirá por cada una de las temporadas acordadas, no inferior a los seis millones limpios (que con los impuestos al Athletic le salen doce por año), seguro que percibe lo que se denomina prima de fichaje, que figurará acaso con otra denominación en el contrato, pero que será otro pico nada desdeñable. Y es lógico porque, no se olvide, Laporte tenía garantizado el cobro de 25 millones por estar un año más en el Al-Nassr y, según trascendió, pretendía que su anterior equipo le abonase la mitad de la ficha por hacer las maletas. El juego, para quien tenga ganas, consiste en descubrir quién se ha hecho cargo de esos 12,5 millones o de los otros 12,5 que quedaban ahí flotando. El que quiera es libre de creer, por más que se especulase sobre estos números, que Laporte estaba dispuesto a renunciar a semejantes cifras (¿por amor a los colores del Athletic quizá?) pero, sintiéndolo mucho, quien esto firma no traga.

Menos todavía si se considera que en este negocio el Athletic siempre ha desempeñado el papel menos agradecido. El Al-Nassr quería desprenderse de Laporte, quedó claro en pretemporada; el jugador, a su vez, suspiraba por un cambio de aires; y el Athletic pudo optar por otras soluciones para resolver su déficit de centrales, pero renunció y se centró exclusivamente en comprar a Laporte. Las preguntas obligadas son: cuándo supo lo de Yeray, por qué no recuperó a Nuñez, cómo se explica el tardío contrato de un Egiluz previamente descartado. Lo cierto es que se fue metiendo en un callejón sin salida, quedó supeditado a resolver su problema por la vía de Laporte. Huelga decir que las otras dos partes eran plenamente conscientes. Lo dicho: era o Laporte o un auténtico cristo con Valverde, la afición y, encima, un calendario de locura.