La izquierda manda, regula y prohíbe, mientras la derecha reivindica una vida más despreocupada y espontánea. En la trifulca política son los límites al aire acondicionado, el consumo de carne o la corrección del lenguaje, frente a las terrazas, la ciudad iluminada y la desregulación. En medio de este marco es inevitable que la izquierda parezca cursi y moralizadora