LA montaña rusa rojiblanca volvió a vivir un nuevo capítulo el pasado domingo en San Mamés. Una vez más los corazones volvieron a bombear de forma alterada, aunque esta vez con un final feliz. Está claro que en el fútbol vivir una tarde tranquila es muy difícil pero de ahí a lo que nos toca vivir va un abismo. Primera parte de control visitante en su gran mayoría con un final del periodo en el que empezamos a ver que la cosa podía solucionarse. Demasiadas concesiones a un equipo que disfruta con la pelota y que si no le aprietas te puede hacer un rondo. Más cómodos no podían estar los amarillos hasta que el ajuste de líneas propició robos de balón y aliento en el cogote de los del Submarino. Desde ese momento vimos al Athletic de toda la vida, el que no deja respirar al rival.
Lo mejor es que después de pasar por la caseta la cosa siguió igual. Parecía que en el equipo de Valverde los jugadores habían entendido que el partido tenía que ir por los derroteros que marcarán ellos y no los de enfrente. Presión, velocidad y sobe todo máxima intensidad. De esta manera llegó el cambio de tendencia y el campo se inclinó hacia la portería de Rulli. Desde ese instante y hasta el final del encuentro las ocasiones se fueron sucediendo y es verdad que el partido acabó solamente con un gol de diferencia pero perfectamente podía haber acabado aquello en goleada. Una vez más la falta de acierto mantuvo la incertidumbre hasta que pitó el árbitro, por cierto, inadvertido durante los 96 minutos que duró la cita.
El campeonato liguero avanza y más allá de las sensaciones que trasmite el equipo, muchas buenas, pocas malas, estamos una campaña más, ante una gran oportunidad. Hay que hacer las cosas normales, sí es posible, acertar un poco más de lo habitual para conseguir el objetivo marcado al comienzo del mismo. Vistos ya muchos equipos y analizando sus dinámicas volvemos a constatar el nivel de la categoría. Los que luchan por el título van a ser los mismos de siempre y si me apuráis hasta menos. El Real Madrid y el Barcelona, para ganar. Para Europa, los de siempre pero con un Sevilla que es muy difícil que levante cabeza por los puntos perdidos y un pelotón de estudiantes no muy brillantes que a nada que estén listos y no fallen en exceso , deberían lograr su billete, el Athletic por supuesto entre ellos. De lo que se trata es, dentro de este grupo en el que va haber mucha irregularidad, ser fiables, lo cual se antoja como posible.
Tanto el entrenador Ernesto Valverde como su equipo saben cómo tienen que jugar por características propias, tanto individuales como colectivas. Este equipo es muy bueno jugando a todo trapo. Sin tregua, que decía la canción. Cuando pasa esto ganar es una certeza. Por el contrario, cuando los leones pierden ritmo y se paran, son vulgares, uno más de la manada. El cambio es tan grande cuando sucede esto que los futbolistas a nivel individual se hacen grandes sobre el terreno de juego y muestran lo que son capaces de hacer. Durante el transcurso de un partido pasan de villanos a héroes y al revés. Cuantas más veces veamos a los héroes, mejor será para todos. La oportunidad del Athletic está ahí y reitero, estamos ante una gran oportunidad, aprovechémosla.