donostia - Estudioso del cine, del cómic y de la imagen, editor, guionista... es un prolífico autor y todavía, con 86 años, sigue aportando con sus investigaciones sobre las manifestaciones de la cultura popular. Sitges le acaba de conceder su premio honorífico por su carrera. También fue director del Zinemaldia en dos periodos: en 1977 y de 1981 a 1983. Fue a finales de los 70 cuando logró un hito: que la primera parte de Star Wars, conocida como La guerra de las galaxias, tuviese su première europea en el Victoria Eugenia. Disney preestrenó el jueves en este teatro la novena película de la saga, El ascenso de Skywalker. Luis Gasca no faltó a la cita.

¿Le hace especial ilusión que la saga de 'Star Wars' tenga su cierre en Donostia?

-Es una vuelta al pasado y el pasado siempre es interesante, lleno de anécdotas, descubrimientos, aprendizaje. Volver otra vez al mundo de La guerra de las galaxias muy lejanas es una tarea apasionante.

¿Contactó Disney con usted para que participase en el preestreno?

-Hablaron con Rebordinos, que fue quien me puso en contacto con Disney. Hace años que no había vuelto a tener relación con lo que para mí era la casa mágica, por así decirlo. Tanto es así que durante casi un año escribí y documenté un suplemento dominical de El País de entonces; ocho páginas, en papel couché muy cuidado que se titulaba Un siglo de magia. Allí conté, desde sus inicios, un siglo de la historia de Disney.

En 1977, el entonces director del Zinemaldia, Miguel Echarri, cayó enfermo y le propusieron a usted que dirigiese la edición.

-Nunca me olvidaré de la fecha: el 2 de junio de 1977. Como miembro del Comité de Selección estaba en Londres buscando la película que iba a representar a Inglaterra. Se me comunicó que Echarri, desgraciadamente, había tenido un accidente vascular y que las fuerzas vivas de la ciudad habían decidido que yo lo dirigiese en un tiempo récord.

¿Cómo se tomó el reto?

-Decidí romper con todas las estructuras, hacer un Festival completamente nuevo, saltarme a la torera la censura. Es decir, las películas las pasaríamos sin permiso del monstruo mitológico de la censura de Madrid. Asimismo, aposté por que no hubiese géneros que se considerasen, entre comillas, propios de un Festival. El Zinemaldia era un festival de cine y había que ver cualquier tipo de cine.

¿En ese contexto se enmarcó el estreno de 'Star Wars'?

-Teníamos pendiente seleccionar la película que representaría a Estados Unidos. Fue entonces cuando el presidente de la Asociación de Productores Británicos me habló de una película que se había rodado en parte en estudios de aquel país. Lo hizo sin pensar en el Festival, era absolutamente inusual que una película de ciencia ficción se viese en un encuentro así. Lo hizo porque yo estaba preparando una reedición de mi libro El cine y la ciencia ficción y aquella película me ofrecía la posibilidad de completar el capítulo dedicado a los 70.

¿Qué le pareció cuando la vio?

-Estaba condicionado. George Lucas era parte del grupo de jóvenes locos por la ciencia ficción que había entonces en Hollywood, aunque yo a él no le traté tanto como a otros de sus compañeros. Aquel grupo lo formaba gente como Steven Spielberg o Robert Bloch, autor de Psicosis, que adaptó Hitchcock, entre otros futuros grandes nombres de la ciencia ficción. Conocía sus inquietudes, su forma de considerar el cine como espectáculo masivo; estaba muy de acuerdo con su visión. Por eso fue un escándalo mediático que el Festival, en mis primeros pasos como director, seleccionase una película de ciencia ficción; aquello era un crimen de lesa majestad para la crítica biempensante de la época.

¿Por qué?

-Se consideraba que la ciencia ficción, la animación, el cine de terror o el fantástico no podían tener lugar en los festivales porque eran géneros menores. Con todo eso tuve que luchar. No solo con Star Wars, sino también cuando traje a Fassbinder. Intentaba que el Festival fuese un reflejo del cine del momento y del cine del pasado. La crítica, sobre todo en prensa, fue muy virulenta contra mi selección.

¿Hubo reticencias?

-Todas, ataques continuos.

¿También dentro de la casa?

-Totalmente, pero prefiero olvidar aquellas escaramuzas.

Lucas siempre reconoció influencias de Kurosawa y también de cineastas más cercanos como el citado Spielberg o Brian de Palma.

-El mundo de Hollywood de los 70 era muy cerrado, realmente siempre lo fue. Como ocurrió en Inglaterra o en Francia, allí también había un grupo de jóvenes que se reunía. Yo tuve la suerte de pertenecer a ese grupo de Hollywood en el que compartíamos intereses, discutíamos, leíamos los mismos cómics y nos apasionaban las formas futuras en las que se fuese a abordar la imagen en movimiento. Dentro de aquel grupo, por ejemplo, oír el concepto que Stephen King tenía de la novela fantástica y de terror era un regalo.

1977 fue el año en el que presentaron película Luis Buñuel y Bernardo Bertolucci.

-Traje a todas las bes: Berlanga, Buñuel, Bertolucci y Bellocchio. No se sabe, pero las películas pasaron por el valle del Baztan, a lomos de mula con un genial contrabandista local. Se pasaron todas para que no hubiese que hacer los trámites de fronteras y aduanas.

¿Tuvo alguna repercusión?

-Se exhibió El último tango en París sin que pasase nada. Al revés, las películas tuvieron una acogida soberbia y educada.

También dirigió el Zinemaldia en 1981, 1982 y 1983. ¿Mantuvo ese espíritu rupturista?

-Sí. Ese es el cine que hay que defender, el cine sin barreras.

Su vinculación con el Festival comenzó muy joven. ¿Mantiene relación?

-Para mí el Festival es la ciudad, algo por lo que suspiraba desde joven. Es el fenómeno cultural y artístico más importante que tiene la ciudad y que cada año, gracias sobre todo a Rebordinos, está llegando a romper las fronteras mundiales y a darse a conocer. Donostia es ahora la ciudad del cine.

Volviendo a 'Star Wars', vinieron Carrie Fisher y Harrison Ford.

-Para los entendidos, Harrison Ford tenía algo más imagen que Carrie Fisher. El rodaje fue muy complejo. Dejar la puerta abierta a los efectos especiales hizo que tuvieran poca relación entre ellos. En los pocos días que estuvieron en Donostia lo pasaron muy bien y con el paso de los años tanto Carrie como Harrison reconocieron que aquí tuvieron más que palabras y que se enamoraron.

Además trajo a C-3PO y R2-D2, aunque el director no vino.

-Lucas sintió mucho no poder venir, me lo dijo en varias ocasiones por teléfono. Fue una promoción improvisada en la que, contando con los efectos especiales rudimentarios de la época, se enviaron unos filmados desde Hollywood para que una nave espacial de La guerra de las galaxias aterrizase en los tejados de los edificios frente al Victoria Eugenia; aquello se fundió con la salida de un portal de la pareja de actores y los robots dirigiéndose al teatro, donde esperaban los niños y sus padres.

¿Por qué 'Star Wars' es un éxito?

-Porque es perfecta, redonda. Cuando estás sentado en tu asiento en el cine y embrujado por lo que hay en la pantalla olvidándote hasta de la hora, eso es una gran película. Hace muchos años que no he vuelto a ver la primera parte, pero ver ahora la expectación que ha suscitado la que Disney anuncia como la postrera película de la saga es apasionante.

Lucas dio por finalizada la saga con la segunda trilogía de 'Star Wars', pero la adquisición de Lucasfilms por Disney permitió esta tercera. ¿Qué opinión le merece la fuerza de Disney en el mercado?

-Es positivo para el cine que se dé materia para sueños a la gente joven y también a los que nos gusta recordar. La fusión de empresas es un fenómeno dentro de la historia del cine que no tiene límites.

'Star Wars' ha tenido cantidad de productos derivados, entre ellos cómics. Como coleccionista, ¿han sido también parte de sus fondos?

-Naturalmente tienen un lugar preferente en la colección, pero han sido demasiado esclavos de las versiones cinematográficas. Hay tal cantidad de material gráfico, como ilustraciones, fotografías o bocetos, que no permiten al ilustrador del cómic dar rienda suelta a la fantasía para crear fenómenos totalmente insólitos.

La Colección Gasca es la piedra angular de Komikigunea, espacio de consulta e investigación sobre el mundo del cómic creado por el Koldo Mitxelena Kulturunea.

-Hace una docena de años se estaba preparando en el Koldo Mitxelena una exposición sobre Iván Zulueta. Los responsables del montaje de la muestra vinieron a Barcelona, donde vivía, para ver si tenía alguna pieza para exhibir. Al ver el material que tenía de Zulueta, se lo transmitieron a los responsables de la Diputación y del Koldo Mitxelena, quienes me propusieron que todo el material se conservase en Donostia.

¿Cuántos documentos tenía?

-Miles y miles (ríe). Solo en ilustraciones originales habrá 1.200. Calculo, además, que tendría unos 260.000 dosieres de películas con las fotografías, guiones, textos... todo muy voluminoso. Todo lo que sea arte, aunque lleve la etiqueta peyorativa de arte povera -arte pobre-, merece ser conservado. Si no, las pinturas de Banksy, por ejemplo, no tendrían ningún interés. Las nuevas generaciones valoran todo ese arte de papel efímero.

¿Todo lo que ahora cae en sus manos va a Komikigunea?

-Todo lo que me van regalando queda depositado aquí. Disfruto viendo que viene gente de medio mundo a investigar con la colección.

Se dice que es una de las colecciones más singulares de Europa.

-No conozco una colección como ésta. Conservo cosas muy curiosas como cartas o telegramas de Buñuel, por ejemplo. Es campo fértil para los investigadores.

También ha publicado un gran número de ensayos sobre el cine, el cómic y la imagen.

-Entre libros y enciclopedias, en las que he firmado hasta con 36 pseudónimos, son más de 260.

¿Qué está preparando ahora?

-Voy a publicar de nuevo con Cátedra un estudio que relaciona la mitología grecorromana y el cómic; estoy con los últimos detalles.

¿Y a continuación?

-Es algo muy ambicioso. Empecé con 15 años pero aún sigo con un trabajo que analiza cómo ha influido el cómic en el habla popular. Un ejemplo es el uso de la palabra carpanta como sinónimo de hambriento, de vagabundo debajo de un puente...

¿Considera que el cómic ha dejado de ser para el público de nicho?

-El cómic debe ser considerado como la literatura, el teatro, el ballet, el cine... Es algo imperecedero que va evolucionando con el tiempo, pero no debemos olvidar que el éxito mata, emascula, hace que no seamos justos al valorar una obra. En este momento, el cómic está de moda, más que nunca. En los 70, nadie hubiese soñado que una obra derivada del cómic fuese a tener entrada en las grandes salas con el mejor taquillaje del año. A mí me gustan más las obras intimistas sobre el tema, las que no recurren solo a efectos especiales y a millones en el lanzamiento; me gustan las que vuelven a esos orígenes, que no deben ser humildes, sino sinceros y valientes, luchando contra todo.

Volvemos a Disney, dado que también compró Marvel Cómics, responsable de una saga de 20 filmes que ha concluido con 'Los vengadores'. Hoy, más que nunca, el cómic está ligado al cine.

-No puedo más con los efectos especiales. No puedo más con tropas que llegan al campo de batalla y son miles de imágenes, de las que solo 50 están animadas y el resto son truco. Me supera y me cansa. Llegará un momento en el que se volverá al intimismo.

¿Ha visto 'Joker'?

-Soberbia, eso es otra cosa. Joaquin Phoenix es un hombre que supone una sorpresa en cada una de sus películas. Tiene una personalidad apabullante y la película es un ejemplo del tipo de cine que a mí me gusta.