Juan Manuel Román Campos se enamoró de Sopuerta. De la Sopuerta que vivió una explosión demográfica de la mano de la minería, pero que “carecía hasta de accesos” cuando él la conoció a mediados de los años 80 y decidió quedarse. Desde entonces se ha volcado en recuperar poco a poco la memoria y el paisaje de parte del coto de Alen, que permanece semioculto bajo la maleza. El Museo de las Encartaciones, el Ayuntamiento y el servicio de Montes de la Diputación Foral de Bizkaia se contagiaron de su entusiasmo y se han unido al proyecto, que contempla también la publicación de un libro en proceso de edición que recopilará textos, fotografías, planos y documentos originales.
Para este mes de octubre se han programado varias actividades que permitirán acercarse a este legado. Hoy, la Ruta de las ferrerías recorrerá 27,5 kilómetros partiendo desde Muskiz a las 9.00 horas para concluir en la propia Casa de Juntas de Abellaneda. Por el camino, personal del Museo de las Encartaciones explicará los detalles del monte Mello, el coto de Alen (con sus minas Sorpresa, María, Cecilia y Amalia Juliana junto a la Federico, ubicada ya en el municipio de Artzentales), así como cargaderos de mineral y restos de ferrerías. A lo largo del trayecto se establecerán tres puntos de avituallamiento.
Además, las excursiones programadas en Sopuerta en torno a las Jornadas Europeas del Patrimonio también excavarán la profunda huella que la minería dejó en economía, sociedad y paisaje. En esta ocasión, Juan Manuel Román Campos guiará los días 25 y 26 de octubre dos visitas a la mina Sorpresa, en funcionamiento entre 1871 y 1972, y explotada desde 1909 por el empresario de Zalla Manuel Taramona, y el barrio El Sel, “un conjunto habitado y conservado por descendientes de mineros, ejemplo sobresaliente del pasado industrial vasco”, subrayan desde el museo. A principios del siglo XX llegó a contar con más de 140 habitantes y escuela, fábrica de gaseosa y cantina, entre otras instalaciones. Una vez desaparecida la minería “porque ya no resultaba rentable por la necesidad de realizar un tratamiento de calcinación”, a finales de los setenta circuló por sus carreteras el Rally Firestone.
Propuestas ambas gratuitas y con inscripción previa, dado que las plazas son limitadas. Los paseos durarán alrededor de cuatro horas en un viaje al pasado que ya se llevó a cabo el pasado mes de junio para dar a conocer la primera fase del proyecto de creación de una ruta accesible y señalizada, centrada precisamente en esta mina Sorpresa.
Tranvía aéreo
La sobrevolaba el tranvía aéreo más largo de Bizkaia, de 9,8 kilómetros, hasta Baltezana, desde donde el ferrocarril de la Compañía Setares lo transportaba hasta el cargadero de Saltacaballos; “lo desmantelaron en 1969, después de 60 años”, explicó Juan Manuel Román Campos en una introducción en el Museo de las Encartaciones antes de que las personas asistentes tomaran un autobús hasta las cercanías de Santa Cruz de Labarrieta, la iglesia “de alrededor de 1530” que saltó a los medios de comunicación por su transformación en vivienda, cuyas pinturas murales del siglo XVIII se pueden admirar en el museo.
Barrietas de Abajo, Barrietas de arriba, El Sel, que alrededor de 1909, ya disponía de luz... En los núcleos mineros de Alen residieron en la época de esplendor minero “más de 1.500 personas” para un trabajo que solía ser estacional “entre marzo y octubre”, señaló Ainara Arranz, del Museo de las Encartaciones. Los hombres trabajaban a destajo mientras las mujeres no lo hacían menos: en casa, atendiendo a la familia “y acercándoles la comida a las explotaciones desde Artzentales o El Castaño, a veces en burro”, apuntó Juan Manuel Román Campos. Ellas a menudo se reunían en el lavadero de un barrio, que durante la Guerra Civil acogió a un gran número de refugiados.
La ermita cercana de Santa Lucía era un punto de referencia para la comunidad. El 28 de junio “subía hasta ella la banda de música de Sopuerta andando y a día de hoy se siguen acercando muchos descendientes de mineros”. En 2006 un grupo de vecinos, incluido Juan Manuel, inició la recuperación del templo que se sumerge en parte en las profundidades de la roca. Allí, en el subsuelo, una pila recoge las gotas que caen del techo marcando el discurrir inexorable del tiempo. Durante la romería la costumbre aconseja utilizarla para lavarse los ojos “y así lavar también los del alma”. Tradiciones y la memoria de catástrofes como “una dana en 1903” que preservar como patrimonio inmaterial para “luchar contra el olvido”.