Un municipio que ni conoce ni recuerda su historia es un pueblo sin alma. En este aspecto, Sestao recordará y dará a conocer una parte muy importante de su historia como son los años de la segunda república y la Guerra Civil a través de 16 tótems distribuidos por diversos puntos del municipio que explican qué ocurrió en esos lugares en aquellos años tan convulsos del pasado siglo. La inversión realizada para crear estos paneles ha sido de 40.000 euros.
Estos tótems se inauguraron ayer con un acto solemne que tuvo lugar en la plaza Vicente Díez, espacio dedicado al que fuera alcalde republicano de Sestao entre los años 1931 y 1937. Al acto acudieron representantes de la Corporación sestaoarra, encabezados por su alcalde Gorka Álvarez; la consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José; el consejero de Turismo, Javier Hurtado y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez.
Con la creación de esta ruta de la Memoria Histórica en la que la asociación local Gogoan Sestao ha tenido un papel clave, el municipio quiere recordar y dar a conocer lo que sufrió esta población en la Guerra Civil. Y en todo ello, una fecha está grabada a fuego y dolor en la historia del municipio, el 23 de mayo de 1937, cuando la aviación italiana bombardeó la localidad y en esa ocasión los destinatarios de las bombas fueron civiles, lo que cruza todas las líneas rojas de cualquier conflicto. Ese fue uno de los 14 bombardeos que sufrió Sestao y en los que murieron, al menos, 35 vecinos y vecinas.
Los tótems colocados en puntos como las inmediaciones de la Cruz de Kueto, el Colegio Vista Alegre, la Escuela de Música, la plaza Vicente Díez y la Casa del Arco entre otros narran lo que ocurrió hace 90 años en el municipio con el propósito de que no se olvide y que no se vuelva a repetir. “Tenemos que tener en nuestra memoria a todas esas víctimas, debemos fomentar su dignidad y trabajar para que nunca caiga en el olvido todo lo que padecieron”, declaró Gorka Álvarez, alcalde de Sestao. El municipio sestaoarra tenía alrededor de 18.000 habitantes cuando estalló la guerra y, además, dio cobijo a 1.500 exiliados de Gipuzkoa.