La llegada de Hansi Flick al banquillo del Barcelona en mayo de 2024 apenas obtuvo impacto, básicamente debido a que su persona no transmitía demasiado al aficionado azulgrana. Pero generó un comprensible escepticismo y un debate, dado que el alemán no era un candidato al uso para el cargo.
Su fichaje supuso una ruptura con el perfil común de los técnicos que le precedieron, todos vinculados a la entidad por su pasado culé, perfectamente identificados con el ideario futbolístico nacido de la mente de Johan Cruyff y sublimado por Pep Guardiola. Un año después, el inesperado movimiento de los rectores azulgranas se sustanciaba en tres títulos (Liga, Copa y Supercopa).
El rotundo éxito de Flick radicó en su capacidad para convencer a los futbolistas de que la agresividad y el riesgo en su máxima expresión les haría imparables. Nadie vio venir al Barcelona arrollador o quizás sucedió que, tras asistir a su rabioso arranque de temporada, se pensó que no aguantaría semejante ritmo y acabaría por ceder ante proyectos más reposados y contrastados; como el del Madrid, claro.
El técnico alemán convenció a los futbolistas de que la agresividad y el riesgo en su máxima expresión les haría imparables
El único objetivo que se le escurrió al Barcelona fue la Champions, cayó en semifinales ante un Inter aliado con la fortuna. El repaso de los datos extraídos de aquella eliminatoria invita a relativizar el valor de la estadística en el fútbol. El equipo de Flick superó a los italianos en todas las facetas que se computan numéricamente en un partido, salvo en la relativa al gol: 7-6 en el marcador global. ¿Dónde estuvo la clave? En el balance defensivo: los siete encajados evidencian el lado débil del Barcelona. La media docena a favor iba acorde a su funcionamiento el resto del curso.
Descenso en la eficacia
Similar problema le está afectando ahora, en el inicio del actual ejercicio, pero no solo. La solvencia en la contención se ha resentido, el bloque del Barcelona no muerde en terreno rival con la efectividad deseada y ello acarrea dificultades. De una parte, porque menos robos cerca del área ajena significa menos opciones de hacer gol; de otra, al no someter al contrario e impedirle progresar, sufre las consecuencias el sistema de defensa en línea muy adelantada, a la altura de la línea de medio campo, que Flick impuso como un rasgo distintivo e innegociable de su Barcelona.
La gran Fiesta que prepara el Barça
Saque de honor sorpresa. Después de 246 partidos oficiales en los que el Athletic y el Barcelona se han enfrentado a lo largo de su historia, el encuentro de mañana pasará a la historia como el del reestreno del Camp Nou. Un retorno que la entidad presidida por Joan Laporta quiere convertir en una gran fiesta. El acceso al estadio se abrirá a partir de las 14.15 horas, dos horas antes del inicio del encuentro. Los asistentes podrán disfrutar de una sesión musical a cargo de Mon DJ, que pondrá ritmo a las primeras sensaciones del regreso. El club azulgrana anima a todos los seguidores a vestirse con los colores del Barcelona. Unos quince minutos antes de empezar el partido, después del calentamiento, el grupo Figa Flawas hará vibrar a la grada con sus éxitos, marcando la cuenta atrás hacia el gran momento. Cuando los jugadores salgan al terreno de juego, sonará el himno del Barcelona en una interpretación única: el Cor Jove del Orfeó Català pondrá voz al Cant del Barça, acompañado de un espectacular montaje pirotécnico sincronizado con la música. El Barça ha anunciado un “saque de honor especial”, sin concretar nada más. Durante el descanso, será el turno de The Tyets.
No existe una sola causa para este descenso en la eficacia arriba y abajo. Son varias. Una tiene que ver con la complejidad del plan, por el esfuerzo extra físico y mental, de concentración, que implica seguir al dedillo las consignas del míster. Otra, las lesiones que han afectado a bastantes potenciales titulares de todas las líneas; ninguna realmente grave, si se descuenta la de Gavi, pero este tema se ha revelado como un goteo constante.
Y en tercer lugar, la falta de piezas muy concretas y valiosas porque durante el año pasado, con su liderazgo, se encargaron de marcar la pauta al grupo. Hablamos de Raphinha e Iñigo Martínez.
Es significativo en el inicio del curso que once equipos de Primera hayan recibido tantos o menos goles que el Barcelona
El brasileño, aparte de la cantidad de goles en que intervino, como autor o pasador, presionaba como un poseso y con su ejemplo establecía para el resto la intensidad a aplicar en esa tarea específica. A su vez, Iñigo se erigió en el jefe de la zaga, a quien todos miraban para saber dónde colocarse y cuándo dar un paso hacia adelante para provocar el fuera de juego de los rivales, amén de resolver innumerables duelos individuales y tirar coberturas. El de Ondarroa ya no está a las órdenes de Flick: recién cumplidos los 34 se decantó por una ficha astronómica en Arabia. El brasileño, con problemas físicos, solo ha participado en siete de las 16 citas celebradas. Ninguno de los dos posee un recambio de garantías, equiparable en términos de calidad, oficio y espíritu.
Por todo lo apuntado, el Barcelona debe hoy conformarse con ser segundo en el campeonato, a rebufo de un Madrid que no hace tantos goles como los azulgranas (26 y 32), pero ha recibido cinco menos. Haber encajado quince, uno y pico por encuentro, no será una barbaridad, pero es significativo que once conjuntos de la categoría hayan concedido los mismos o menos. De momento acumula cuatro más que a estas alturas hace un año y también ha bajado en puntería, ocho menos. En la Champions le está sucediendo algo parecido. El proyecto de Flick sigue carburando, pero necesita afinación.