Tres décadas. Se dice pronto. Pero en la memoria colectiva de quienes lo vivieron en primera persona, el enfrentamiento en la Copa de la UEFA entre el Athletic y el Newcastle aún perdura muy fresco. Como si no hubiera pasada tiempo. Una invasión inglesa tomó Bilbao con motivo del choque de vuelta, que se saldó con triunfo rojiblanco para darle la vuelta a una eliminatoria ante nada más y nada menos que el líder de la Premier. Kuko Ziganda, Cuco por aquel entonces, soñó con marcar aquel gol y, a veces, los sueños se hacen realidad.
Han pasado ya 31 años, que se dice pronto, pero quienes vivieron aquella eliminatoria entre el Athletic y el Newcastle de 1994 la recuerdan como si se hubiera celebrado ayer. Fue una cita generacional.
Efectivamente. Es la eliminatoria que todo el mundo recuerda en Bilbao y a día de hoy mucha gente te sigue diciendo que estuvo allí, en Newcastle, o en San Mamés. Que no sé si todos estuvieron en San Mamés, porque en San Mamés no entraban todos, pero si no estuvieron en el campo, estuvieron a la noche celebrando. Por todo lo que supuso aquello es normal que se siga recordando. El Newcastle era el líder de la Premier, los años, digamos, de vacas flacas que llevábamos en Bilbao… pero sobre todo por cómo se afrontó esa eliminatoria. Era agarrarte a algo con lo que ilusionarte, ¿no? Y bueno, pues nos agarramos e hicimos una pequeña hazaña.
¿Pequeña?
Bueno, pequeña... Sí, a ver. Evidentemente, no ganamos un título, pero era una hazaña eliminar al líder de la Premier.
Por cómo se sigue recordando tantos años después, aquello debió ser muy importante para el club.
Todos sabemos lo que ha costado volver a celebrar un título. En los últimos años la gente se ha mal acostumbrado jugando muchos años en Europa, llegando a finales de Copa, ganando una… Pero para eso han tenido que pasar muchísimos años, décadas incluso. Aquella eliminatoria contra el Newcastle llegó diez años después del doblete, habían pasado años del periplo por Europa y fue algo a lo que agarrarse fuertemente. Y eso es el Athletic también. Esa sensación de decir oye, que yo puedo ser feliz si no gana. Soy feliz con mi filosofía, soy feliz consiguiendo pequeños hitos… Es una manera de ver la vida, el fútbol y a tu equipo en este caso.
En primera ronda eliminaron al Anorthosis y de la misma les tocó el Newcastle. ¿Fue una especie de regalo envenenado?
Qué va. Aquello fue un regalo. Me acuerdo que la eliminatoria contra el Anorthosis fue más dura de lo que pensábamos porque nuestro partido de ida allí fue muy malo y tuvimos que remontar en San Mamés. Y luego, cuando te toca el líder de la Premier en esos momentos, que tenía a Andy Cole, a Peter Beardsley, a Robert Lee, que era internacional… Me acuerdo de aquellos. Y contra esos no hacía falta motivación. Y encima son eliminatorias en las que juegas la vuelta en San Mamés pero en la que los favoritos son ellos. Es verdad que podían ser superiores a nosotros en circunstancias normales…
De hecho, en el partido de ida la cosa no pintaba nada bien a la hora de juego…
“En un día así uno se deja la vida y da más de lo que tiene. El gol fue un zurdazo como pude, en el que el portero igual pudo hacer mas”
Estuvimos prácticamente eliminados con ese 3-0. Pero nos pusimos 3-2 en ese momento de relajación de ellos o de inspiración nuestra, y de esa manera ya se empezó a dar la vuelta a la eliminatoria. Porque dijimos, oye, que si en esos 20 minutos hemos sido capaces de hacerles dos goles y ahora estamos a un gol de pasar y con San Mamés a tope… Y bueno, se dio todo para vivir una noche de esas que son inolvidables y que uno recuerda y puede sentirse muy orgulloso y muy afortunado de tener la suerte de haber vivido un partido de ese tipo.
Lo que sí ha cambiado mucho en estos más de 30 años es el conocimiento sobre el rival. Ahora todo está a golpe de un clic, pero entonces… ¿Cómo se analizaba a un rival como el Newcastle?
Bua… Ha pasado mucho tiempo. Yo de lo que sí me acuerdo es de conocer a sus mejores jugadores. Algunos eran internacionales; Beardsley había jugado en el Liverpool y le conocía de eso. Pero no se analizaba como ahora, para nada. Era más de ir a ver los partidos in situ. Ahora tienes todo en distintas plataformas. El seguimiento actual no tiene nada que ver con el de entonces. Te decían lo que ya podías intuir, que Andy Cole era muy bueno, un buen rematador en el área… Pero no estudiabas sus movimientos, hacia dónde tenía tendencia a salir, si conducía, fintaba… La preparación, sobre todo, consistió en confirmar lo que podíamos intuir, que era un equipo inglés, que salían muy fuertes en su campo, que había que aguantar sus envestidas. Y se cumplió. Nos metieron tres en 60 minutos.
De hecho, según cuentan, la sensación en esa primera hora de juego fue la de que les podían haber caído un carro de goles.
Sí, sí. Así es. En el primer tiempo fueron superiores y luego iban al trantrán sabiendo que podían hacer el 3-0, como así hicieron. Faltaba el gol del bueno, el de Cole, e hizo el 3-0. Pero luego en una jugada puntual hicimos el 3-1, que fue mío a pase de Gontzal (Suances). Nos lo empezamos a creer, la cosa se fue igualando y tuvimos alguna contra. Lo que sí tenían entonces los equipos ingleses, al menos aquel Newcastle, es que iban y no se guardaban las espaldas. Jugaban siempre al mismo ritmo, les daba igual el minuto y el resultado. Encontramos espacios, nos lo creímos, hicimos el 3-2 y eso nos dejaba a un gol de pasar en San Mamés. Fue un subidón importante.
Pudieron, incluso, sacar un mejor resultado al final, ¿no?
Eso es. Es que ellos seguían jugando igual, hacia adelante, pero más cansados. Y nosotros pues no nos habíamos desgastado tanto porque habíamos estado defendiendo todo el partido. Recuerdo que tuvimos ahí dos o tres ocasiones muy buenas.
Aquel fue su primer partido oficial en Inglaterra. ¿Cómo recuerda el ambiente?
Desde el primer minuto la gente estaba chillando. Como si fuese una jauría de lobos que te están encajonando. Y en el césped, el inicio típico del fútbol inglés, de juego directo, juego rápido, pero sobre todo vertical. Tenían jugadores que jugaban muy bien, jugaban muy rápido y hacia adelante. Y nos tenían asfixiados, no nos dejaban salir. Ese recuerdo tengo yo. El fútbol típico inglés que uno puede imaginar de antaño.
Siempre se ha hablado de la dureza del fútbol británico. ¿Los centrales eran especialmente duros?
Peacock un pelos. Me acuerdo mucho de él. Eran grandes, muy fuertes, muy físicos, y lentotes. De cabeza iban muy bien y si pillaban carne… pues te machacaban.
¿Agresivos?
No, qué va. Eran noblotes. Duros sí, porque el fútbol inglés es de contacto, y sigue siendo de contacto, pero eran nobles. Nada marrulleros, nada de hablar, de amenazar, amedrentar…
¿Hablaba inglés en aquel momento?
¡Qué va!
Igual por eso no se dio cuenta de que le estaban amedrentando…
Claro (se ríe). Puede ser que hubiera algo de eso, sí.
¿Qué recuerda de la afición del Athletic que les acompañó en St James’ Park?
Entre ellos estuvo algún amigo mío. Recuerdo estar con ellos después del partido. Estaban con ánimo y esperanza de cara a la vuelta. Y mira, hace poco estuve en Bilbao comiendo y me junté con uno que fue a Newcastle, hizo relación con unos de un pub, que vinieron a Bilbao en la vuelta, y a día de hoy siguen teniendo contacto.
Es lo que hemos comentado antes, fue una eliminatoria para toda una generación.
“Tenían jugadores que jugaban muy bien, muy rápido y hacia adelante. Y nos tenían asfixiados, no nos dejaban salir”
Eso es. La historia de la eliminatoria, aparte de lo emocionante que fue con la ida, con la vuelta, el resultado tan ajustado, el tipo de equipo que era, el hito que era para nosotros en esos momentos poder tener esa opción de eliminarles, fue la comunión o el hermanamiento que hubo entre las aficiones. Seguidores con una mentalidad parecida, con una forma de disfrutar muy parecida, de divertirse, de ir al campo… y la verdad que lo bueno de esa eliminatoria fue eso, el respeto que tuvieron ellos ante la derrota y cómo supimos celebrar nosotros la victoria.
¿Al acabar el partido en Newcastle salieron a tomar algo?
No. Eso no hicimos. De lo que sí me acuerdo fue de celebrarlo en Bilbao.
Lo de la capital vizcaina, según cuenta, fue una locura. Vinieron muchísimos ingleses y hubo una imagen al término del partido que es muy recordada en Bilbao, cuando ambas aficiones se aplaudieron entre sí. ¿Tiene ese recuerdo?
No. Eso no lo vimos. Nos lo contaba la gente, pero estábamos en el vestuario. Lo que sí hicimos fue vivir y disfrutar en la calle. Hicimos algo que igual ahora, con las redes sociales y demás, no se podría hacer. Antes se podía ir a Galerías y no pasaba nada. Te saludaba uno, te invitaba a una cerveza, les invitabas tú… y ahora no me imagino a los jugadores en la calle, porque sería muy incómodo.
¿Cómo recuerda el duelo de vuelta?
Tengo un muy buen recuerdo. Tengo la idea de que estuvimos bien. Fue un partido igualado y hasta fallamos un penalti. Con ese ambiente y con ese día uno se deja la vida y da más de lo que tiene. Metimos el gol a base de empujar, que fue un zurdazo como pude, en el que el portero igual pudo hacer más…
Y dejó una imagen icónica, que fue la de la celebración casi retorciéndose hacia atrás…
“Por todo lo que supuso es normal que se siga recordando. No ganamos un título, pero fue una hazaña eliminar al líder de la Premier”
Me acuerdo mucho de aquello. Luego llegó Bittor (Alkiza). Si ahora ves una celebración de las de antes alguno te dirá que no sabíamos celebrar (se ríe). Es como se celebraba antes, o al menos cómo los celebraba yo. Ahora ya hasta las llevan preparadas de casa. Y antes pues cada uno hacía lo que le salía de dentro. Pero se puede apreciar el desfogue de adrenalina de aquel gol. Eso se ve en las imágenes.
Marcó en la ida en St James’ Park e hizo lo propio en San Mamés. ¿Después de la ida, había soñado con marcar también en la vuelta?
La noche anterior el delantero siempre piensa que va a marcar. O cómo va a marcar o cómo le van a llegar los balones… No me recuerdo cómo fue el sueño, pero soñé que marcaba en San Mamés, eso seguro.
Y luego salieron, festejaron. No era para menos.
Mira, en aquel partido se lesionó Iñigo (Larrainzar). Después del partido fuimos al hospital a verle y luego, por la victoria y en homenaje a él, a disfrutar toda la noche. Al día siguiente nos dieron fiesta. Lo disfrutamos como se celebraba antes. En la calle, con todo el mundo.
Ahora el Athletic no parece que esté para muchos festejos. ¿Hay hueco para disfrutar de un partido como este contra el Newcastle?
Podría ser el escenario ideal para disfrutar. Es un campo difícil, son los favoritos, tú no llegas en un buen momento y todo el mundo te da por perdido. Desde ese prisma, con el orgullo que caracteriza al Athletic, ¿por qué no van a ser capaces de dar un golpe en la mesa?
        
    
                                            
    
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