Póngase en situación. Partido europeo del Athletic a domicilio, noche cerrada en Newcastle, y dos amigos con intención de conocer el ambiente de la ciudad. Poco ha importado el resultado, una derrota por 3-2 que, en el fondo, tiene un aroma a victoria, porque la cosa pudo haber acabado casi en tragedia, pues a la hora de juego el Newcastle ganaba 3-0 y acabó pidiendo la hora. Así, con esa sensación de que la remontada es posible y de que hay que celebrar, por lo que pudiera pasar días después en Bilbao, Ibon Calzada y Koldo Buen se dispusieron a conocer Newcastle la nuit.
En el fondo, los dos amigos bilbainos pudieron ser cualquiera del medio centenar de aficionados rojiblancos que en octubre de 1994 acompañaron al Athletic en la ciudad del norte de Inglaterra. A decir verdad, tampoco es una situación extraña. Quien haya viajado fuera a ver al conjunto rojiblanco fácilmente se habrá visto ante una situación similar. Pero con una salvedad y una circunstancia que eleva la anécdota a una de esas historias que merecen ser contadas y que perduran en la memoria de quienes lo vivieron.
“Sí, yo salí de fiesta con los jugadores del Newcastle”. Quien lo afirma es Ibon Calzada, que luce una camiseta clásica, retro que se diría ahora, del Newcastle, una prenda que intercambió con algún aficionado inglés, al que regaló una de las camisetas del Athletic de la marca Kappa de la época, y que porta con él un pequeño álbum de fotos que da fe de aquella noche en los pubs de Newcastle.
“Mira, este es Andy Cole; en esta otra estamos con Beardsley…”. Los jugadores del Newcastle, iconos en aquella época, posan sonrientes junto a los dos amigos bilbainos, a quienes dieron la acogida en el pub de moda de la ciudad británica de mediados de la década de los 90.
31 años después, Ibon recuerda con pelos y señales una historia única, que se dio por una casualidad. “Queríamos un poco de jaleo. Éramos jóvenes, teníamos 27 años, estábamos eufóricos. Era otro mundo para nosotros la noche inglesa. Estuvimos en unos pubs con los aficionados locales, con quienes nos entendíamos un poco en inglés y otro poco con gestos. Pero nos entendíamos bien”, rememora.
Entonces estaban acompañados por otro nutrido grupo de hinchas del Athletic que, como ellos, también querían alargar las horas posteriores al encuentro. “Decidimos separarnos. Habíamos oído que a los jugadores del Newcastle les gustaba mucho ir a una discoteca de allí, el Julie’s -la referencia nocturna de la ciudad entre los años 70 e inicio de los 2000-, y queríamos cotillear un poco. Y nos fuimos por nuestra cuenta, pero nos perdimos. Nos sentamos en una marquesina, vino la policía con las luces puestas y nos imaginamos lo peor. Les contamos a dónde queríamos ir y nos llevaron en su coche. Yo estaba flipando”, relata el bilbaino.
Como hermanos
El viaje en el coche de la policía inglesa resultó curioso también: “Habíamos pasado el susto de que parecía que nos iban a detener y nos hicimos amigos de ellos. Koldo se puso hasta el casco. Creo que les amenizamos la noche, porque no nos dijeron nada de nada”.
Claro que lo mejor estaba aún por llegar. Ibon y Koldo salieron del coche policial junto a la discoteca Julie’s, que casualmente se encontraba muy cerca de donde en esta ocasión se hospeda el Athletic en Newcastle, y acapararon todos los focos. “La gente nos miraba como a marcianos. Yo llevaba una sudadera del Newcastle y la bufanda del Athletic; Koldo, la camiseta del Athletic. Lo mismo se pensaron que éramos algo del Athletic. ¡Qué se yo! Pero entramos. ¡Y flipamos! Estaban todos en nuestra cara. Iban muy bien vestidos, estaban bailando, tomando copas, rodeados de chicas…”.
Rondas gratis
Y no lo dudaron ni un segundo. Les abordaron, pero con cierto miedo al rechazo y sin saber que les recibirían con los brazos abiertos. “Para que la gente se haga una idea, Andy Cole era como el Haaland de ahora. Fuimos a saludarles con la intención de no molestar mucho, de hacernos una foto y ya. Pero de la misma nos preguntaron qué queríamos tomar. Y claro, nos quedamos. Se pusieron a hablar del partido con nosotros, de cómo lo habíamos visto. Hicieron también alguna crítica a algún jugador de los nuestros…”, expone Ibon, cuya emoción va en aumento.
Los dos amigos se quedaron allí, como si fueran dos integrantes más de la plantilla del Newcastle, rodeados de seguidores ingleses y también algún mandatario del club, al que poco pareció importarle que sus jugadores estuvieran celebrando. “Y eso que tenían una manera de beber… ¡Como bestias!”, exclama el bilbaino, que recuerda que la fiesta les salió barata: “Mucho más que cualquiera de las que habíamos echado en Bilbao. No nos dejaban pagar en ningún sitio”.
Poco a poco, motivados quizá por la presencia de los dos invitados, más y más gente, se fue sumando al grupo. “Empezaron a darles la brasa”, recuerda Ibon. “Y de la misma, el portero polaco, Srnicek (Pavel), les hizo una indicación a sus compañeros. También a nosotros. Que les siguiéramos. Se abrió una puerta, nos sacaron por detrás, nos montamos en dos taxis ingleses enormes y nos fuimos a otro pub con ellos”.
En ese segundo bar acabó aquella fiesta, la de dos seguidores del Athletic con los jugadores del Newcastle. 31 años después, en Bilbao, Ibon lamenta no haber podido repetir el viaje, que les costó, al cambio, unos 250 euros. Algo impensable a día de hoy. “Era tanta la jartada que no sabías si era verdad lo que estabas viviendo”, concluye Ibon, el protagonista de una historia de esas que merecen la pena ser contadas, aunque sea por segunda vez y tres décadas después.
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