El tiempo transcurrido desde que la Champions vino a San Mamés por última vez son once años, que no es excesivo si se compara, por ejemplo, con los cuarenta que separan los dos títulos más recientes de Copa. Pero esa década larga de espera significa entre otras cuestiones que casi la totalidad de la plantilla del Athletic va a vivir esta tarde su bautismo en el torneo de clubes por excelencia. Yuri Berchiche y Ernesto Valverde personifican en exclusiva la experiencia en una competición que tampoco le es ajena a Aymeric Laporte, que incluso la ganó, aunque de momento no se halle disponible para jugar. Estos detalles sometidos a una comparativa con las señas de identidad del Arsenal definen con absoluta claridad de qué va una cita que se celebrará ante una afición volcada con los suyos, emocionada por el privilegio que supone participar en tan distinguido acontecimiento.

De entrada, el ambiente está garantizado y asoma como una baza a considerar. Siempre lo es el impulso que emana de las gradas, pero en ocasiones como la que nos ocupa acaso con mayor motivo. Y es que cruzarse con el Arsenal no parece el reto más deseable, menos para un estreno. Al contrario, se trata del adversario más temible de cuantos figuran en el grupo donde se encuadran los rojiblancos. No en vano, en las apuestas figura como uno de los favoritos al título; ya en la pasada edición alcanzó las semifinales y ahora aspira a lo máximo gracias a la ingente inversión en fichajes acometida durante el verano.

A Mikel Arteta le han montado un grupo del que cabe sacar dos alineaciones completas de primer nivel, sin exagerar. De hecho, ni se va a notar la media docena de bajas por lesión con que la expedición ha aterrizado en Bilbao. El Athletic pudo comprobar cinco semanas atrás cómo se las gasta el Arsenal en un encuentro que servía de ensayo general a ambos conjuntos. Ese recuerdo lo tiene bien interiorizado Valverde, quien ayer no se anduvo por las ramas al describir el grado de dificultad que otorga al primer compromiso internacional de la campaña.

La valoración del entrenador sobre el rival no pretendía rebajar el ánimo o infundir temor ni al grupo ni al entorno. Habló de competir, a modo de consigna prioritaria, de “intentar ser nosotros”, subrayó el calor del público como factor a exprimir, pero no quiso pasar de puntillas cuando se puso a dibujar el retrato del Arsenal porque, en definitiva, “hay que saber a quién tienes delante”. Y añadió una frase muy seria con una media sonrisa: “Todos los partidos van a ser así, estamos en un buen lío”. Bueno, es el lío por el que todo el mundo suspiraba. Es probable además que cuanto de positivo dio de sí la aventura de la Europa League alimentase más aún las ganas de probar suerte en el siguiente peldaño.

En las próximas horas se da el banderazo de salida a un evento que penaliza sin miramientos la duda, la debilidad o el error. Al margen de cómo le afectase su primer tropiezo del curso, el Athletic es consciente de que posee recursos para demostrar que su piel no está a precio de saldo. Normalmente se vende cara, sobre todo cuando le toca ejercer de anfitrión y, no hace falta decirlo, para los protagonistas este evento constituye un aliciente extra en el ámbito personal. Que se lo digan si no a Iñaki Williams, al que le llega la oportunidad en su duodécimo curso en el equipo.

En lo estrictamente deportivo, el Arsenal obliga mucho en lo táctico y asimismo en el plano físico. Más allá de la intensidad en la disputa, de la agresividad, las ayudas, el orden o en qué altura se plantará el Athletic, el ritmo se antoja crucial. Los de Arteta alternan transiciones de vértigo con agilidad y gran precisión a la hora de distribuir en estático. El repertorio propio es más previsible, ir a robar con decisión y buscar la velocidad.

En el comienzo de la serie de semanas de tres partidos Valverde anticipó como algo muy probable introducir alguna variante enfocada precisamente a conservar la frescura. Gorosabel, Unai, Vesga o Navarro se perfilarían como alternativas más previsibles, toda vez que no hay más centrales que los de la pareja habitual, sí en cambio arietes para elegir, pero asimismo conviene ir dosificando piezas básicas: el capitán, Yuri, Sancet o el mismo Galarreta, al que le está costando. Nico Williams y Prados, lesionados, quedan excluidos de las conjeturas.