Con una semana más de trabajo confía el Athletic en mostrar a la afición sus avances en la puesta a punto y, de paso, firmar un arranque de curso propio de un bloque de Champions.

El calendario, caprichoso, le ha otorgado la ventaja de gestionar sus dos primeros compromisos en San Mamés, circunstancia que debería favorecer sus opciones de sumar un pleno de puntos. Sumar seis de seis no garantiza logro alguno, todavía es prematuro sacar conclusiones, positivas o negativas, pero aparte de sonar muy bien, sin duda otorga un plus de confianza y tranquilidad que cualquier equipo agradece en una fase que más parece una prolongación de la pretemporada que perteneciente al calendario regular.

En el apartado individual, el interés se concentra en las altas de Oihan Sancet y Beñat Prados. Está por ver si acceden a la titularidad o se incorporan en la segunda mitad, pero hablamos de dos piezas contrastadas, que deben ser básicas en el esquema rojiblanco. También Unai Gómez ha podido obtener el alta médica y figura en una lista de la que se caen Vencedor e Izeta. De modo que Ernesto Valverde maneja un abanico más amplio de alternativas en la zona ancha, el espacio que abarca más metros cuadrados y donde se establecen las directrices del partido.

En la jornada inaugural quizá fuese el influjo del factor campo lo que en última instancia permitió al Athletic derrotar a un Sevilla que le hizo sudar tinta. Ahora se trata de repetir, a sabiendas de que enfrente le aguarda un adversario mejor estructurado, muy duro de pelar porque, entre otras cuestiones, suele ir de cara, no se achanta y posee un plan de fundamento que le ha conducido a Europa: el mismo que el año pasado y el anterior. Si el grupo de Valverde se beneficia especialmente de la continuidad o estabilidad del proyecto, nada tiene que envidiarle el Rayo en ese sentido.

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El Athletic-Sevilla, en imágenes Oskar González | Borja Guerrero

No está el desacomplejado conjunto de Vallecas entre los oponentes más amables de la categoría. Pese a que no cuente con grandes figuras, todos sus futbolistas hacen gala de un nivel de compromiso ejemplar. En esto también se parece al Athletic, al igual que por su estilo agresivo, de ir arriba a morder y acelerar el juego a la mínima oportunidad.

La personalidad de la plantilla liderada por Iñigo Pérez exige tesón y concentración, virtudes contrastadas entre los hombres de Valverde. No obstante, esta tarde hará falta algo más que buena actitud para rubricar la segunda victoria y emparejarse al campeón Barcelona en la clasificación. Sería conveniente, por ejemplo, elevar la producción ofensiva y, en concreto, la cuota de acierto en la construcción y en los metros próximos al área contraria. Asimismo, no estaría de más que los chispazos ofensivos se repartiesen a fin de no depender de la inspiración de un único elemento, como sucedió una semana atrás. Y puestos a pedir, no será menos importante ejercer una presión coordinada en zonas avanzadas que evite apuros a la última línea y, sobre todo, al portero, quien con sus intervenciones fue clave para arrancar el campeonato con éxito.

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En suma, parece evidente que el Athletic necesita plasmar algunos de sus progresos sobre el césped si quiere rubricar un comienzo de liga impecable. Sin prisas, que esto dura nueve meses, pero al mismo tiempo dejando muestras de mejora que le vayan acercando a una versión similar a la de la campaña anterior. Se ha de considerar que el Rayo no será tan conformista como en un momento crítico pareció serlo el Sevilla y, si percibe debilidad enfrente o huele sangre, tirará de manual para apuntarse un triunfo de prestigio.

Bien pudiera Valverde repetir equipo, con Areso, Vivian, Paredes y Yuri por delante de Simón; Galarreta y Jauregizar en el círculo central con Berenguer en labores del enlace, los hermanos Williams en los costados y, aquí sí surge una duda razonable, Maroan o Guruzeta, muy acertado en el rato que tuvo, en la punta de ataque.