El Athletic se llevó todo un chasco en Balaídos. El conjunto rojiblanco hincó la rodilla ante un Celta que hasta ayer no sabía lo que era ganar en su feudo en un partido que se le escapo en el segundo acto al colectivo de Ernesto Valverde, al que no le funcionaron los movimientos que realizó con los cambio y al que le penalizó sus errores en las dos áreas.

Lo mejor: El dominio de una primera mitad que no fue suficiente para sumar

La derrota de ayer en Balaídos apenas permitió sacar cosas positivas en un Athletic que se pareció muy poco o casi nada al equipo de los dos partidos anteriores, en los que batió al Atlético de Madrid y empató ante el PSG, el mismísimo campeón de la Champions. Fue el Athletic bipolar, un doctor Jekyll y míster Hyde, el Athletic vulgar de muchos encuentros del presente curso, y que solo estuvo a un nivel decente en el primer periodo, en el que ejerció el dominio territorial del juego, pero de manera superficial, ya que su mayor porcentaje de posesión no se tradujo verdaderas ocasiones de gol, pese a las intenciones de Alex Berenguer a la hora de poner balones en el área celtiña. Es decir, muy poco que llevarse a la boca.

Una tarde fatídica que, sin embargo, supuso el regreso de Iñaki Williams a los campos de fútbol once partidos después, casi dos meses, de que se produjera la lesión muscular durante el partido de Champions frente al Qarabag el pasado 22 de octubre en San Mamés. El capitán rojiblanco disputó los segundos 45 minutos del compromiso en Balaídos en el que quiso aportar frescura en el ataque de los leones, incluso forzó un penalti que su hermano Nico no transformó, un regreso que debe aplaudir un Athletic que necesita sumar recursos ofensivos ante sus debilidades en la pegada.

Lo peor: Los errores en las dos áreas y los desajustes de futbolistas que tienen galones

Si apenas se pueden sacar conclusiones positivas del duelo en Vigo, sí aumentan las sensaciones negativas que proyectaron los leones ante un Celta que necesitó poco para batir a un Athletic que estuvo muy lejos de una versión creíble, sobre todo en el segundo periodo, en el que le penalizaron sus desaciertos en las dos áreas. Primero porque no fue el conjunto defensivamente fuerte de cuatro de los cinco partidos anteriores y en los que había dejado su puerta a cero, un escenario que permite sumar. No solo no se blindó en la zaga, sino que además puso en bandeja los dos tantos del Celta, producto el primero de un desajuste de toda la línea de la retaguardia y el segundo, tras un error grosero de Dani Vivian en el control de un balón cuando era el último defensor. Dos desajustes que se pagan muy caro en el fútbol de máxima categoría. A ello, se sumó la lesión de Yuri Berchiche, que no volverá a competir hasta 2026 y sin estar segura su participación en la Supercopa de Arabia Saudí.

El Athletic fue débil en defensa y lo fue también en ataque, donde generó muy poco peligro, sin gozar de claras ocasiones de marcar más allá del penalti que forzó Iñaki Williams y que malogró su hermano pequeño con un defectuoso lanzamiento que detuvo el meta celtiña. Ocurrió con el 2-0 ya en el luminoso y que en caso de que Nico lo hubiera transformado, habría metido de nuevo a su equipo en un partido en el que ciertamente los rojiblancos dejaron mucho que desear. Oihan Sancet, otro jugador referencia, no fue de nuevo el futbolista diferente que se reclama y volvió a sacar una versión muy pobre, que no hacer más que echar leña al fuego que se aviva cuando el de Mendillorri compite muy por debajo de sus posibilidades. Tampoco Gorka Guruzeta está para presumir, trabaja mucho pero no ver puerta, que es su misión. Solo suma un gol en quince encuentro de liga, una cifra raquítica que lastra a este Athletic necesitado de pólvora.