Si lo primero que hace un entrenador al tomar la palabra en la sala de prensa tras un partido es pedir perdón a la afición, tela. Imaginen, aquellos afortunados que se libraron de ver semejante encuentro -quedan excluidos, por supuesto, los aficionados del Celta, que sí disfrutaron bien de su visita a San Mamés o del juego de su equipo por televisión-, cómo tuvo que ser el desempeño de los futbolistas del Athletic sobre el verde de San Mamés para que Marcelino García Toral arrancara de esa guisa su comparecencia ante los medios de comunicación. En el partido del curso en el que menos y de peor manera compitió el Athletic, los leones dicen prácticamente adiós a sus aspiraciones por acabar la temporada en puestos europeos. La sexta plaza que ocupa la Real Sociedad se aleja ya en diez puntos y la séptima, en manos del Villarreal, en cuatro. Además, no puede pasarse por alto que si el Valencia le gana al Betis el próximo sábado en la final de Copa, el séptimo clasificado no tendrá derecho a jugar en Europa.

Así, al margen de lo que acontezca este jueves en Cádiz en una nueva jornada liguera, el Athletic podría echar el cierre a su temporada esta misma semana, pese a que quedarán aún por disputarse cinco encuentros. Demasiado tiempo para que no haya nada en juego. En caso de triunfo valencianista en la finalísima, de poco servirán las cuentas que se realicen si los rojiblancos obtienen un buen resultado en casa del conjunto gaditano y el Villarreal cae en su estadio frente al Valencia en el derbi.

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En una nueva semana en la que las declaraciones de los distintos protagonistas del entorno rojiblanco volvieron a incidir en sus ganas de pelear por Europa así como de que las opciones de aspirar a dichos puestos eran una realidad, lo vivido ayer sobre el verde de San Mamés invitaría a pensar en todo lo contrario. Resulta complicado imaginar cómo en un encuentro con tanto en juego un equipo es capaz de ofrecer una imagen tan pobre. De hecho, resulta complicado elegir a quienes ofrecieron un rendimiento que llegara al aprobado, si es que hubo algún futbolista que superó dicha barrera.

Sin Iñigo Martínez, aún lesionado, Marcelino volvió a apostar por Yeray Álvarez y Dani Vivian como pareja de centrales, cuyo rendimiento baja muchos enteros cuando no tienen al lado al de Ondarroa, y que ayer hicieron aguas. El zaguero vizcaino es un futbolista capital para este Athletic pero con el que Aitor Elizegi dijo hace algunas semanas que no era momento de abrir una mesa de trabajo a mitad de temporada para tratar su renovación. Acaba contrato el 30 de junio del próximo año y cada segundo que se retrase el atar su continuidad es tiempo perdido.

No sería justo explicar la derrota por la ausencia de Iñigo Martínez, tampoco cargar las tintas por el desempeño de los dos centrales, porque toda la defensa hizo aguas, el centro del campo estuvo superado por la medular rival y los atacantes, desaparecidos.

La reacción desde el banquillo, que llegó a la vuelta de vestuarios, con tres sustituciones, un modus operandi muy poco habitual en Marcelino, tampoco funcionó. Nico Williams no pudo irse de su par ni una sola vez, Oier Zarraga desaprovechó una nueva oportunidad y, para colmo, Asier Villalibre volvió a lesionarse. Solo Raúl García puso algo de gen competitivo a un equipo que estuvo superado en todas las facetas del juego y que no dio nunca la sensación de poder engancharse al partido. Un Athletic empeñado en complicarse la vida.

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Son los partidos de liga consecutivos en los que el Athletic ha encajado al menos un gol. Los leones, que no perdían en San Mamés desde el 22 de diciembre del pasado año, no han dejado su portería a cero desde la goleada frente a la Real Sociedad en el derbi disputado el 20 de febrero.