Las tres semanas de vacaciones de que ha dispuesto la primera plantilla del Athletic tocan a su fin el martes, 24 horas más tarde de lo previsto en origen. Durante dos días los futbolistas de Gaizka Garitano se someterán al clásico test médico que precede al inicio de cada curso y pasarán asimismo las pruebas del coronavirus reglamentadas por LaLiga. El jueves por la tarde se celebrará la primera sesión de trabajo en Lezama, donde discurrirá la fase de preparación en su totalidad hasta la llegada de la competición, sin presencia de público. Por motivos que no es preciso explicar, se trata de la pretemporada más breve que se recuerda sin rondas europeas por medio. El equipo cuenta con un mes para su puesta a punto, dado que la fecha establecida para la jornada inaugural del campeonato liguero es el 12 de septiembre.Las novedades en la nómina de jugadores, tanto las incorporaciones ya anunciadas por el club como los descartes que seguirán hasta ajustar la dimensión del grupo, irán ambientando la dinámica de trabajo de los rojiblancos. También habrá espacio para establecer o debatir los objetivos deportivos del curso 2020-21, asunto al que sin duda contribuirán los protagonistas con sus opiniones. Y está el calendario de amistosos, donde de momento únicamente figura el compromiso con el Alavés del 2 de septiembre y sin salir de Lezama.

Hasta aquí los ingredientes que nunca faltan en el período estival y cuyo contenido depende directamente de la actividad y el criterio de los profesionales que ocupan los diversos estamentos del club. Pero por encima de altas y bajas, metas a perseguir o partidos de guante blanco, planea un temor absolutamente fundado que, al igual que ocurriera en la primavera, pone la viabilidad del fútbol en cuarentena (y nunca mejor traído el término). Con la que está cayendo, que va a más desde hace un mes y no tiene visos de remitir, parece legítimo dudar de que la previsión de los mandamases, con el amigo Tebas a la cabeza, se materialice.

Las estadísticas actuales referidas a focos y contagios nos retrotraen a los peores tiempos de la pandemia. Aún no se computan datos contundentes en el apartado de los fallecimientos, sin embargo se percibe la angustia de las autoridades, impotentes ante la oleada y advirtiendo del peligro de que se repita una situación que obligue a tomar medidas drásticas para el conjunto de la población. El fútbol, exclusivamente la élite, logró salvar los muebles en la anterior crisis, pero ahora ya el virus le está salpicando. Y a ver en qué condiciones vuelven los profesionales al tajo. Y es que no es ni parecido proponerse reanudar el negocio viniendo de un confinamiento forzoso de casi tres meses, que hacerlo con gente que se ha tirado desperdigada durante semanas por playas y chiringuitos.

De la misma manera que no es comparable abordar y conducir a buen puerto una especie de torneo de once jornadas metidas con calzador en cinco semanas, que salir indemne después de atravesar de punta a punta un desierto, o sea, 38 jornadas repartidas en ocho o nueve meses, además de copas, supercopas y aventuras continentales varias. Y todo ello con la vista puesta en que en verano espera la Eurocopa aplazada el pasado junio.

La Federación Española ha convocado una reunión el lunes con las Territoriales en la idea de concretar un calendario para el fútbol masculino y femenino de todas las categorías, con la salvedad de Primera y Segunda A. Se está barajando dar el banderazo de salida en octubre o enero. Y conviene apuntar que el play-off de ascenso a la máxima categoría arrastra un retraso de tres semanas a causa de los positivos detectados en algunos equipos. Tebas pretende ahora confinar a los conjuntos participantes, montar un búnker que garantice la celebración de las eliminatorias porque el tiempo no puede estirarse como una goma, pero los clubes no aceptan dicha solución.

PROTOCOLOS Y PÚBLICO

Y Tebas aspira a que la liga de Primera y Segunda arranque en el preciso instante en que él y sus colaboradores estiman que debe hacerlo. Mientras el bicho campa a sus anchas por la calle, el Athletic y sus rivales, se ponen manos a la obra en la idea de esquivarlo a base de protocolos internos que se han demostrado eficaces, pero no se han puesto a prueba en un plazo tan dilatado como el equivalente a una temporada completa.

Por supuesto que la integración del público en el campeonato está descartada de plano. Algunos, en su incorregible optimismo, soñaban con que en septiembre al menos se permitirían los aforos reducidos. Y se ha oído que el Athletic y la Real, se supone que en comandita con Rubiales, especulan con ubicar en navidades la final copera pendiente. No tiene pinta si la premisa ineludible habla de llenar el estadio, proceso que implica el desplazamiento a Sevilla de 50.000 almas como mínimo.

En fin, poco a poco y con buena letra, que los chicos se calzan las botas dentro de unas horas con la esperanza de que la “nueva realidad” no se asemeje a la que conocimos en marzo.