Hace unos días la Comisión Europea presentaba su legislación sobre Inteligencia Artificial (AI). Una iniciativa novedosa y ambiciosa con la que establecer una regulación garantista, orientada a salvaguardar los derechos de las personas, frente a la falta de límites de EEUU y China. Incluye cuatro niveles de riesgo y, como medida más llamativa, prohíbe el reconocimiento facial en espacios públicos, salvo en tasadas excepciones vinculadas a la seguridad.

La normativa, y el espíritu europeo con el que se elabora esta regulación, tienen como objetivo garantizar los derechos fundamentales, y equilibrar su respeto con el avance de la tecnología, para cuyo impulso se ha destinado una partida de 150 billones. Sin ningún género de dudas se puede afirmar que la IA es una herramienta con inmensas potencialidades para afrontar los retos presentes y futuros que tenemos como especie. Estamos viendo ya enormes avances en materia de salud, medioambiente, sostenibilidad, seguridad; se está instaurando una nueva concepción del trabajo; rediseñando nuestra forma producir y consumir, en definitiva, de la mano de la tecnología, estamos viviendo cambios en todos los ámbitos de actividad que van a marcar nuestro progreso como humanidad.

Hay voces más catastrofistas que apuntan, sin embargo, a una distopía si la tecnología se enfoca y utiliza para la consecución de fines contrarios al interés general de la sociedad y particular de las personas. En este sentido, el desarrollo de la IA (Consultores en Inteligencia Artificial. Proyectos a medida (lisdatasolutions.com), llamada a ser uno de los grandes hitos de la evolución, conlleva, como todo cambio, de un proceso de adaptación y eliminación de miedos, tensiones e incertidumbres, más complejo si cabe, dada la velocidad exponencial con la que avanza la investigación científica en esta materia.

Por eso es tan importante el paso dado por Europa, su salto al liderazgo internacional de la regulación de la IA y demás tecnologías disruptivas, de cara a preservar los derechos fundamentales y salvaguardar la igualdad de oportunidades, desde una perspectiva ética.

Qué duda cabe que es importantísimo que sea Europa la cuna y garantía de los derechos humanos a nivel mundial frente al avance de la tecnología, y quien se haya propuesto liderar el imparable desarrollo de la IA. Pero en este empeño es imprescindible invertir en conocimiento, educación, investigación, talento€. porque nos estamos jugando el futuro, y Europa y España no pueden quedarse atrás. Hay que potenciar las carreras STEM, sobre todo entre mujeres; hay que destinar importantes partidas al I+D, hay que salvaguardar y apoyar el talento, y hay facilitar la transformación digital de las empresas.

Soy un firme convencido de que avances tecnológicos como la nos van a deparar un mundo mejor, siempre que sepamos aprovechar las oportunidades que nos ofrecen y rememos todos en la misma dirección. El futuro es el presente, ya está aquí, y debemos de sacarle el máximo partido.