Un fallo de origen humano, ocho minutos después del lanzamiento desde Kurú, en la Guayana Francesa, del cohete que lo transportaba, frustró la misión del satélite Ingenio, una de las mayores apuestas de la industria aeroespacial española.

Cien por cien español, la misión estaba financiada por el Centro Español para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia e Innovación, pero se enmarcaba a su vez en una sofisticada arquitectura europea de observación de la Tierra. Iba a completar el Programa Nacional de Observación de la Tierra por Satélite, junto al también español PAZ, en órbita desde 2018, y a escudriñar la Tierra desde el espacio durante los próximos siete años.

Solo ocho minutos después del lanzamiento, el cohete Vega se desvió de la trayectoria prevista y varias horas después Arianespace, que investiga lo sucedido, dio la misión por perdida. Posteriormente, el consorcio espacial informó de que el fracaso del lanzamiento se debió a una serie de errores humanos y no a un fallo de diseño. Después del encendido del motor, el control del vehículo se perdió de forma permanente y su trayectoria se desvió rápidamente. En este sentido, la empresa detalló que, según los primeros datos de su investigación preliminar, hubo un fallo en la conexión de los cables en el sistema de control.

Con un coste que ronda los 200 millones de euros -incluido el lanzamiento- el diseño y construcción de Ingenio implicó durante años al sector espacial español.

El contratista principal era Airbus Defence & Space España, pero en el consorcio se habían implicado las compañías aeroespaciales españolas más importantes, entre las que se encuentra la vizcaina Sener.

Tras el fracaso, el ministro español de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, lamentó la pérdida de la misión, pero valoró las tecnologías desarrolladas gracias al satélite. A su juicio, esos desarrollos servirán para que las empresas españolas puedan acceder a nuevas contrataciones, y se refirió en concreto a la reciente firma entre la multinacional Airbus Defence and Space y la ESA para la misión Land Surface Temperature Monitoring, con un contrato de unos 380 millones.

"Estamos muy disgustados y cansados, ha sido una noche larga", declaró Demetrio Zorita, de Sener. Para Zorita, quien ha estado ocho años trabajando en esta misión, "aunque hoy ha sido un mal día, la misión ha dejado un poso, que es una capacitación industrial y tecnológica, y una metodología sin precedentes de la industria española".

Provisto de un sofisticado instrumento óptico, el satélite tenía capacidad de apuntar hacia diferentes lados y de acceder a cualquier lugar de la Tierra en solo tres días, y complementar así la tecnología radar del PAZ, aunque, según Zorita, el incidente con Ingenio "no degrada en absoluto" las capacidades de este satélite.