Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tales como la anorexia o la bulimia suelen aparecer durante la adolescencia o la juventud, pero ahora las redes sociales podrían estar favoreciendo su aparición, convirtiéndose en un factor de riesgo. Dietas restrictivas y nutricionalmente incompletas, cuerpos irreales, rutinas de ejercicio sin sentido y ahora la irrupción de las Inteligencias Artificiales pueden generar un caldo de cultivo que los potencie.
“Este tipo de contenidos transmite mensajes muy simplificados y poco realistas sobre la alimentación y el cuerpo. Promueven dietas sin base científica y una visión distorsionada de lo que significa cuidarse. En adolescentes, que están en una etapa clave de desarrollo, pueden generar frustración, miedo a la comida y una relación muy dañina con la alimentación. Además, muchas de estas dietas no cubren las necesidades nutricionales propias de la edad”, señala Leila Pérez Venturino, miembro de la junta directiva del colegio profesional de Dietistas-Nutricionistas del País Vasco CODINE-EDINEO.
A la mente pueden venir dietas cada vez más virales por redes sociales como la conocida dieta de las princesas Disney, que se presenta envuelta de inocencia a adolescentes a través de sus algoritmos y que contribuye a crear una relación poco saludable con la comida, otra de las claves que apunta Pérez Venturino, al señalar que en consulta ven “una relación cada vez más compleja con la comida”. En adolescentes, algo que les preocupa especialmente es “la presión estética, la comparación constante en redes sociales y la aparición de conductas de restricción o culpa asociadas a la alimentación”.
Y es que, muchas veces no somos realmente conscientes de lo que implica llevar a cabo una dieta restrictiva, esas soluciones milagro que antes se publicitaban en las revistas y que ahora han dado el salto a las redes sociales. Las dietas muy restrictivas suelen presentarse como soluciones rápidas, pero “a medio y largo plazo pueden tener efectos negativos. Pueden provocar déficits nutricionales, alteraciones hormonales y un mayor riesgo de efecto rebote”, señala esta nutricionista, al tiempo que añade que “fomentan una relación con la comida basada en la culpa y el control, algo especialmente peligroso en niños y adolescentes. Desde el ámbito profesional insistimos en que no se trata de prohibir, sino de educar y acompañar”.
Dietas restrictivas y dirigidas a jóvenes
Princesas. Una de las dietas más recientes que están circulando por redes sociales es la conocida como la dieta de las princesas Disney, que está despertando la preocupación de familias y nutricionistas. Y es que, camuflada por la inocencia de las princesas con las que crecimos, que ya de por sí presentaban unos cánones irreales, hay vídeos virales que invitan a “simular” las dietas de esas jóvenes de Disney. Por ejemplo, el día de Blancanieves es comer solo manzanas, el de la Cenicienta consiste en dejar de comer a las doce, o el de Bella de La bella y la bestia, sustituir las comidas por té. Estos contenidos llegan a través de redes sociales comoInstagram oTikTok a adolescentes, lo que está generando alarma.
La Organización Mundial de la Salud explica en su abordaje de la salud mental en los adolescentes que los TCA se manifiestan con conductas alimentarias anormales y preocupación por la alimentación y, en la mayoría de los casos, por el peso y la figura corporales, y “son más frecuentes en las adolescentes que en los varones de esa misma franja de edad. Los trastornos de la conducta alimentaria pueden afectar a la salud física y, a menudo, coexisten con la depresión, la ansiedad y el consumo indebido de sustancias”. Se estima que afectan a un 0,1 % de los adolescentes de 10 a 14 años y a un 0,4 % de los de 15 a 19 años. Desde Osakidetza, por su parte, cuentan con una página web en la que nos hablan de los TCA, de los problemas que pueden ocasionar, del tratamiento y de las preguntas frecuentes que les llegan, entre las que destacan cómo se puede ayudar a alguien con trastornos de la alimentación, si hay que acudir al médico, si llegará a mejorar o incluso con qué recursos sanitarios pueden contar.
Cada vez más temprano
Al igual que la obesidad infantil es algo cada vez más preocupante, la relación de niños y adolescentes con la comida también genera inquietud, y eso ha llevado a que en las consultas de los nutricionistas cada vez vean a personas más jóvenes, tanto niños como adolescentes, y también a familias preocupadas, precisamente, por la alimentación de sus hijos. “Esto no se debe solo a un mayor interés por la nutrición, sino a que los problemas relacionados con el peso y los hábitos alimentarios están apareciendo a edades cada vez más tempranas”. Sin embargo, en muchos casos, la consulta llega cuando el problema ya está instaurado, y no tanto desde una perspectiva preventiva, “que sería lo ideal”.
Y a veces, toca sumar a esa consulta nutricional un acompañamiento psicológico complementario:“La alimentación no es solo una cuestión de qué comemos, sino también de cómo, cuándo y por qué lo hacemos. Al ser un comportamiento, en muchos casos —especialmente en niños y adolescentes— resulta útil un abordaje multidisciplinar en el que nutrición y psicología trabajen de forma coordinada. No se trata de que siempre tengan que ir de la mano, sino de saber identificar cuándo es necesario sumar miradas para avanzar mejor”, explica Pérez Venturino. Este enfoque permite trabajar no solo el peso, sino la relación con la comida, la autoestima y la construcción de hábitos saludables, logrando cambios que puedan llegar a ser más sostenibles a largo plazo.
Pérez Venturino nos deja además con un mensaje de cara a estas fiestas: “La alimentación saludable no se define por lo que comemos en unos días concretos, sino por el conjunto de nuestros hábitos. En Navidad es importante disfrutar de la comida y del componente social, sin culpa ni restricciones extremas. Mantener rutinas, escuchar las señales de hambre y saciedad y evitar compensaciones posteriores suele ser más saludable que intentar controlar en exceso”.El futuro de la nutrición, explica al fin y al cabo, pasa por “un enfoque más preventivo, educativo y realista”, ya que cuidar la alimentación no es solo cuidar el presente, “es invertir en el futuro”. l