Entre las diversas formas de calificar a Vicenza, hay una que es la que mejor la define: la ciudad perfecta. El nombre Vicenza se deriva del nombre italiano Vicenza, que proviene de la palabra latina vincens, que significa victoriosa. Este nombre encarna temas de triunfo y éxito, significando fuerza y resiliencia. Pero lo que más llama poderosamente la atención a sus visitantes es su perfecta singularidad urbanística. Creada por el mito palladiano de su arquitecto, Andrea Palladio (1508-1580), está declarada hoy por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Retrato de Andrea Palladio. Francisco Gavilán

La primera impresión que se tiene al visitar Vicenza es la de encontrarse ante una ciudad diseñada por un genio innovador de la arquitectura que la hace única en el mundo. Incluso a los turistas más apresurados les resultará difícil no apercibirse de ese carácter que muestra la vieja ciudad italiana del Véneto. El “ADN urbano” –como lo etiquetó el ilustre periodista Giorgio Lago– de ese tesoro monumental conserva intacta en sus edificios urbanos, palacios y villas de la periferia la firma del mítico arquitecto renacentista Palladio.

De genes humildes, Palladio, era hijo de un molinero que empezó de niño picando piedra para luego ir adquiriendo profundos conocimientos de arquitectura hasta llegar a ser considerado el arquitecto de los arquitectos. Así lo confirma no sólo su inmensa obra, sino los influyentes tratados que escribió sobre la materia. El impacto emocional de la urbe en los visitantes se aprecia en comentarios o anuncios en las redes como estos: “Me pareció una ciudad muy hermosa y tranquila. Si alguien sabe o vende alguna casa en Vicenza, por favor, no deje de contactarme” o “Deseo saber si algún propietario tiene en venta su casa”. Se trata de viajeros que visitaron Vicenza y se enamoraron de ella hasta el punto de querer mudarse a vivir allí. Gente que anhela una residencia “tanto para soñar como para vivir”. Estos sentimientos encajan con una de las motivaciones que siente el verdadero viajero: la de ir en búsqueda del lugar ideal para quedarse a vivir.

Lateral de la Basílica Palladiana, vista desde la Plaza de los Señores. Didier Descouens

Democratización de la arquitectura

Y es que esta ciudad desprende una armonía que se siente a cada paso que das.

Vicenza es como una serie interminable de hermosas postales que se dividen en dos perspectivas: La Vicenza de Palladio y La Ciudad de los Palacios. La primera contiene 25 lugares ubicados en el propio casco urbano, que nadie que no sea ciego ha de dejar de ver. Mientras que la segunda ofrece, al menos, 140 importantes villas y palacios alrededor de la ciudad, como los de Villa Cordellina o Negri Piovene, por citar sólo dos ejemplos. Aunque, según los expertos, el número real de edificios históricos se aproxima a los 300.

Puente San Michelle. Francisco Gavilán

No parece posible que Palladio fuera el creador de los cientos de mansiones que se le atribuyen. Pero, de hecho, no hay edificio en la ciudad que no haya pasado por sus manos, dándole su toque de inspiración. Este genial arquitecto conquistó al mundo entero con su idea Democratización de la arquitectura, un concepto que consistía en dar la misma importancia a las obras que diseñaba para palacios e iglesias que para granjas y puentes.

El Teatro Olímpico, espectacular. Consorzio Vicenza

Los palacios urbanos de Palladio son, sobre todo, casas dignas, pero sin fastuosidad, cuyo prestigio urbano se confía más bien a la nobleza de las formas que a la ostentación de riqueza o del poder (es inevitable recordar de nuevo aquí los humildes orígenes del insigne arquitecto). Elemento esencial es la fachada, con las que las grandes familias quieren contribuir, casi como si se tratara de una obligación, al noble aspecto de la ciudad. No en vano, los palacios privados de Palladio son muy distintos para diferenciarlos de la maciza y altiva ostentación de poder del, por ejemplo, Palazzo Farnesse de Roma.

Muchos de los palacios palladianos se establecen sobre la vía del Corso: sus fachadas forman las paredes de éstos, lo que se entiende como una arquitectura abierta y transitable cuyo techo es el cielo. Lo decía mejor Le Corbusier: “La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad”.

Villa Capra, conocida como ‘La Rotonda’. Francisco Gavilán

Las famosas villas del entorno

En cuanto a las villas palladianas esparcidas en los campos inmediatos a la ciudad de Vicenza, destaca la Villa Capra (1567-1569), también conocida como La Rotonda. Naturaleza y cultura no han encontrado mejor síntesis bajo tan limpio lenguaje clásico. Otras villas destacadas son la Villa Foscari o De la Malcontenta (1560), de un solo pórtico o la Villa Barbaro de Masser, en cuya fachada aparecen tímpanos helénicos y relojes de sol. En toda la obra de Palladio aparecen bien definidos dos momentos: el ideal clásico como suprema imagen de un estilo de vida civil perfecto, y la respuesta a una exigencia práctica al limitarse a circunstancias concretas de la vida real. De hecho, la arquitectura de Palladio es una forma de plasmar los sueños en el mundo real.

Interior del Teatro de la Ópera. F. Gavilán

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Esta joya de la arquitectura que es Vicenza, no demasiado conocida fuera de las fronteras de la península itálica, está hoy ansiosa de mostrar su belleza al mundo exterior: sus célebres villas y palacios, su célebre Basílica, su Teatro Olímpico... Cuando le preguntaron al poeta e intelectual Fernando Bandini por qué Vicenza es tan bella, respondió: “Es muy bella porque su corazón intemporal te hace sentir como partícipe de un hito histórico, sensación vedada a aquellos que no la pueden contemplar”. Para quienes la conocen, Vicenza es una ciudad modelo, la urbe perfecta, la ideal.

Leer acerca de Vicenza, pero no poder visitarla, siempre produce, pues, una típica e inevitable esquizofrenia. Visitarla o sentir una anticipada nostalgia por no hacerlo. Escritores como Borges y Menenghello, o el propio Piovene, han plasmado esa especie de locura en sus obras y han atribuido a La Ciudad de los Palacios la capacidad de transformar pasiones reales en pasiones intelectuales. Una ciudad imprevisible, intrigante y única que abre sus puertas al mundo en todos los sentidos. ¿A qué esperas para traspasarlas?