EL PSOE tomará las riendas en áreas ajenas en el gobierno de la cohabitación y se ha propuesto enmendar la ley del solo sí es sí, norma estrella del Ministerio de Igualdad y santo y seña de las políticas de Irene Montero, que redactó una ley fallida con efectos indeseados. Cabe imaginar que los socialistas estén diciendo que el indeseado no era sino el socio de gobierno, aquel de los insomnios indeseados de Sánchez, un matrimonio por conveniencia que lleva tres años discutiendo por el color del sofá del saloncito. El circo es grande porque, al calor de los despropósitos, Sánchez se agranda saliendo a poner solvencia a los estragos frente a una doña erre que erre incapaz de reconocer y trabajar por enmendarse. Que tenga que salir el hermano mayor a tutelar el trabajo del ministerio tienen que doler hasta el alma del empoderamiento y del work in progress. Doloroso para nuestra protagonista, que transitó por un infierno de buenas intenciones para acabar situándose en el centro de la quema y no su ley. Lo llamaron violencia política porque es una víctima. De la política, que es tan suya como sus decisiones. Lo peor de este despropósito es que ha llegado otro a corregir los errores sin tocar el “consentimiento”, con ese paternalismo que siempre dan los capotes. La proposición de ley la redactará otro ministerio tres meses después de que comenzará al festival y en pleno año electoral, con Pedro libre, Yolanda en capilla y el divorcio en puertas.

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