Se esperaba con incertidumbre y un punto de ansiedad cómo se iba a comportar el planeta Athletic en la galaxia de la temporada entrante, condenado, como parecía a los necesarios movimientos de rotación. Con inquietud y curiosidad, como aquellos astrónomos de la Edad Media y sin mucho conocimiento porque el Athletic llevaba ya un tiempo sin salir al espacio exterior. Cumplida la primera tremenda serie de los siete partidos en 21 días, una suerte de tormenta galáctica, el planeta ha salido con entereza: cuatro victorias, dos empates y una derrota que, por rocambolesca (tres penaltis fallados y una hora de buen fútbol que explotó casi en el minuto 100 de partido..), puede considerarse una rareza en el cosmos.

Los movimientos de rotación, les dije. Han funcionado con más o menos precisión aunque Sancet haya sufrido desgastes y Nico Williams, de regreso de la convocatoria con la selección (¿no sería más coherente que la Federación revisase su caso en Bilbao cuando hay sospecha de lesión para no añadir al jugador la sobrecarga de dos viajes...?), renquee. 

Hay también, entre los desplazamientos planetarios, movimientos de traslación. En el campo futbolístico tal ve puedan equiparse a las idas y venidas de jugadores. En el caso rojiblanco, más centrado en los fichajes que llegaron para enriquecer el vestuario. Llegaron Gorosabel, que ha aportado minutos y una sensación de que tal vez, si hallase continuidad, se convierta en una banda derecha solvente y productiva. Ahora bien, trasladarle a Oscar de Marcos al banquillo es una tarea de titanes. Y llegó Núñez, un cuarto hombre en la retaguardia que recuerda al que se fue. No trae consigo sorpresa sino la seguridad de que poco o nada cambió.  

Como gente de creación Nico Serrano y Peio Canales son lo que siempre hubo en el Athletic: la gran esperanza blanca. ¿Serán la supernova? En esta ocasión para dominar ese cuerpo celeste que es el balón y distribuirlo con criterio hacia el dios sol, el gol. Ahora, con un Sancet venido a más pero malherido, hay un espacio libre en la órbita, aunque Unai Gómez lleve un tiempo ya intentándolo. A Peio se le han visto maneras y a Nico se le vieron cuando estuvo antes. Este año aún no ha salido de la cabina. Se le espera. 

El cambio lento y gradual en la orientación del eje de rotación de la tierra se debe al movimiento de precesión, una presión. Es ahí donde la afición mira con asombro porque la estrella de Djaló no ciega aún. Apenas un gol de bonito escorzo y aquel balón atrás a última hora en Girona con marchamo de gol, que dirían los antiguos. Muy poca luz para tanta algarabía como se anunció a su llegada. En este universo donde soplan feroces vientos de impaciencia el asunto está peliagudo. No haría mal el Athletic en mirar hacia atrás. Aduriz se convirtió en sol de las áreas con una edad que, recuérdenla, no era nada esperanzadora. Urzaiz anduvo como carro de buhonero muchos años y Fernando Llorente, si no recuerdo mal, marcó su primer gol con once o doce partidos a sus espaldas. Paciencia.