El 11 de junio, José Mari Esparza publicaba un artículo titulado Paso corto, mirada larga. No podía creer lo que estaba leyendo: una soflama del más puro y rancio racismo, que ningún periódico debería haber publicado. El supremacismo de este señor se lee en cada frase: habla de “un pueblo antiguo en lucha permanente contra la asimilación”, olvidando que todo pueblo es antiguo, y que eso no da “pedigrí” ni superioridad ninguna. En cuanto a la asimilación, me recuerda sobremanera a la raza aria pura que buscaban los nazis, libres del “contagio” judío, “contagio madrileño” según las propias palabras del señor Esparza. Dice que “las derechas españolas (...) sobran en nuestra tierra”, donde sólo caben “dos partidos con fundamento (...) el PNV y la izquierda abertzale”. No sé si las derechas españolas sobran o no, pero siempre es bueno que existan diferentes formas de pensar, no el pensamiento único que este supremacista quiere para los vascos “puros”. Dice que “el voto español es reflejo de la ocupación”, afirmando así que los españoles no tienen el derecho fundamental al voto, como si los miles de españoles que han levantado con su esfuerzo esta tierra, fueran odiosos ocupantes que sólo buscan el exterminio de los vascos. Otras perlas de este gran pensador: “La separación institucional de 1978 nos dejó a los pies de los caballos”; “Madrid es un agujero negro que se traga nuestros recursos y nuestras libertades”. ¿Cómo se entiende esto si acaba el artículo diciendo que Euskadi es cada vez más abertzale? En cuanto a las patas de los caballos, de nuevo compara a los españoles con meras bestias, al más puro estilo racista de Sabino Arana o los nazis de Hitler. Si sustituimos las pobrecitas víctimas vascas por españolas, el artículo del señor Esparza es idéntico a cualquier discurso de Francisco Franco hablando de las esencias hispanas, solo que Esparza glorifica las sacrosantas esencias vascas, demostrando su odio hacia la libertad de pensamiento y un claro fanatismo. En fin, un artículo que solo destila odio y racismo hacia los españoles, que, le guste o no, son nuestros hermanos, no una raza inferior.