Durante los meses de resistencia de la guerra militar de 1936 en Euskadi, “los atacantes franquistas estuvieron obsesionados con la figura de José Antonio Agirre, dedicándole toda clase de descalificaciones e insultos”, ilustra Aitor Miñambres, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro de Berango. “Ante la frustración de no poder capturar al lehendakari en persona, se impuso el afán fetichista de allanar y saquear el hogar del líder vasco”, apostilla. Esa obsesión no se limitó al ámbito militar o político: también se trasladó a lo simbólico y propagandístico. La prensa afín al régimen se hizo eco minucioso del contenido de la vivienda de José Antonio Agirre: fotografías, cuadros, muebles, libros, prendas de vestir y estancias familiares fueron detallados con especial énfasis.

Una de aquellas fotografías saqueadas por los golpistas, y que no ha visto la luz hasta la fecha, cohabita con el periodista Roge Blasco. El recordado locutor del histórico programa ‘Levando Anclas’ de Radio Euskadi aporta a DEIA la imagen y unas precisas palabras: “Todos tenemos en casa alguna foto antigua que, sospechas, contiene una bonita historia. Te gustaría meterte en ella y preguntar a sus protagonistas: ¿Cómo y por qué os sacasteis la foto? ¿Cuáles eran vuestras inquietudes? ¿Intuíais el futuro que os esperaba a alguno de vosotros (guerra, lucha y exilio)? Nosotros nada más entrar en casa tenemos colgada esta escena en la que Víctor Lejarcegui, aitite de mi mujer Itziar, está con cinco amigos, entre ellos el futuro lehendakari José Antonio Agirre. Una foto simpática en la que disfrazados disfrutaban de su juventud. Todo estaba por hacer”.

El hijo de aquel gudari del batallón Mungia que, además, fue representante del Gobierno Vasco y del propio lehendakari ante la junta de comandantes del ejército del Norte, Jabier Lejarcegui, evoca los recuerdos que conserva del imaginario familiar sobre esta instantánea. “La foto es de cuando mi padre, junto con José Antonio Agirre y el resto de amigos eran catequistas de Acción Católica en Getxo e hicieron un viaje. El mismo hijo del lehendakari Agirre, Joseba, me dijo que se sacaron la foto en un estudio en Granada”, rememora a sus 89 años este algorteño residente en Azkoitia que ha vivido cuatro años en Iparralde, treintaiuno en Uruguay y doce en Venezuela.

Estudio de la calle Comercio de Toledo donde se tomó la instantánea.

Sin embargo, consultado el archivero del Ayuntamiento de Madrid y con anterioridad de Toledo, Mariano García Ruipérez, la curiosa imagen fue tomada en el estudio fotográfico de Abelardo Linares García. Este empresario granadino había montado en Toledo un estudio con estética morisca, muy popular en los años 20, donde los visitantes podían disfrazarse de árabes y llevarse una postal de recuerdo. “No hay ningún componente político en esa fotografía”, señala García Ruipérez, quien ha estudiado en profundidad la trayectoria del estudio Linares. “Era algo muy habitual. Además, aún no era lehendakari. Agirre pudo acudir con sus amigos, por ejemplo, al centenario de la Catedral de Toledo, en 1926. Toledo era un destino habitual para seminaristas, y su seminario sigue en funcionamiento”, coopera. Como detalle adicional, García Ruipérez explica que Abelardo Linares no era fotógrafo, sino un emprendedor que vio una oportunidad de negocio en el auge de las postales fotográficas y que ofrecía caracterizarse con ropas moriscas. Creó una franquicia con estudios similares en otras ciudades y contrató fotógrafos para operar bajo su nombre. “Así es”, afirma su nieto de igual nombre a DEIA y prosigue: “En nuestra familia desde generaciones todos los primogénitos nos llamamos Abelardo y mi abuelo, hemos sabido hace poco que murió fusilado en 1937”, ratifica quien regenta la librería y editorial Renacimiento de Sevilla.

Jabier Lejarcegui, por su parte, estima que acudieron a la ‘Ciudad de las Tres Culturas’ a algún congreso cristiano. “En 1926 mi padre tendría 26 años y Agirre 22, y en la foto se les ve con más edad. Eso sí, se hizo antes de 1932, año en el que mi padre se casó”, agrega y cita a los identificados de la fotografía: Agirre –de pie con un gorro negro-, abajo, también con gorro negro, el jesuita Zabala, y hacia la derecha según vemos la foto: Carmelo Araluze -padre del médico del Hospital de Basurto y hermano del arquitecto que diseñó el balneario de Igeretxe-, Arriola, y bajo Agirre, Víctor Lejarcegui, padre de Jabier. “No hemos identificado al otro hombre que está de pie en la imagen”, espeta.

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La fotografía fue hallada en su casa de Algorta por los enemigos del Gobierno vasco. En un artículo hallado por Miñambres y titulado ‘Un retrato de Agirre que provoca carcajadas’, firmado por un columnista desconocido bajo el seudónimo de Juan Chapelgorri, se aseguraba que la policía franquista había encontrado entre las pertenencias del lehendakari “el retrato de Agirre… ¡¡vestido de moro!!”. El artículo publicado en el diario La Voz de España el 22 de junio de 1937 en Donostia procedía a ridiculizar al dirigente vasco, aunque nunca se llegó a mostrar la fotografía mencionada. Más allá del tono burlesco, Miñambres interpreta ese tipo de ataques personales como reflejo de una motivación más profunda. “El verdadero trasfondo que se desprende es que los sublevados no perdonaban a los nacionalistas vascos su posición democrática a favor de la República y del orden establecido”.

Así, lo que en origen fue una fotografía turística sin intención política terminó siendo instrumentalizada años después como arma propagandística en plena guerra. Pese a la burla y la manipulación del momento, la figura de Agirre, al igual que aquella fotografía, resistió el paso del tiempo.