En pleno contexto de la guerra militar española de 1936 y con el conflicto europeo cada vez más cercano, el Gobierno de Euzkadi, a través de su secretario general de Presidencia, Anton de Irala, sostuvo un intercambio epistolar con el príncipe alemán Hubertus zu Löwenstein, aristócrata que tras el ascenso de Adolf Hitler a la cancillería del Reich se vio obligado a exiliarse. Las misivas a las que ha tenido acceso DEIA se llevaron a cabo tras una reunión que ambos antifascistas habían sostenido en Barcelona, “en el domicilio del Gobierno vasco durante su permanencia en esta ciudad”.
La correspondencia emitida desde París data del 13 de octubre de 1937. En su carta, Irala expone que, tras regresar al Estado francés, trasladó al presidente del Gobierno vasco, José Antonio Aguirre, los términos de aquellas impresiones mantenidas en la Ciudad Condal en días que aquella geografía aún era del bando republicano, destacando “los extremos de nuestra conversación y sus iniciativas”, que calificó como “admirables”.
Según Irala, el lehendakari quedó particularmente impresionado por “la rapidez con la que tuvo que salir para París primero y, a continuación, para América”, lamentando que no se pudiera realizar finalmente una reunión prevista entre ambos líderes. El interlocutor vasco resaltó que su gobierno considera que la lucha vasca “puede representar en el futuro, favoreciendo los principios cristianos”, una contribución decisiva a un proyecto político basado en esos valores y “contrarios al fascismo”.

En el mismo escrito, Irala menciona que el presidente Aguirre se encontraba en Valencia y mostraba disposición para colaborar de forma estrecha: “Estamos de residencia fija en París, dispuestos a trabajar con más ardor que nunca”. Expresó, asimismo, el deseo de retomar las ideas discutidas sobre una posible intervención ante el presidente estadounidense Roosevelt: “Antes de que se empiece el proyecto, porque ahí estriba uno de los motivos del éxito”.
En cuanto a las alianzas internacionales, Irala preguntó directamente al príncipe germano cuál era su posición respecto a la “Alianza Internacional pro democracia cristiana”, así como sobre el grado de apoyo que esta podía tener por parte de sectores intelectuales o eclesiásticos: “¿Qué acogida tendría en los Estados Unidos?”, plantea en su misiva. En ese marco, y de forma especialmente significativa, el secretario vasco se interesó también por la postura de la alta jerarquía vaticana ante ese tipo de iniciativas: “¿En qué postura se encuentra el Cardenal [y aparece un nombre tachado]?”, pregunta. “Nos interesaría mucho conocer de momento algo sobre estos extremos”, añade.
La carta de Irala tuvo respuesta tan solo cinco días después por una confirmación de recepción enviada desde Suiza y redactada en francés. Firmada por el secretario particular del príncipe, el Dr. Volkmann Gülstorff, y fechada el 18 de octubre desde la localidad suiza de Locarno-Minusio, el texto informa de que la princesa Helga de Löwenstein había hecho llegar la misiva al príncipe en Estados Unidos “tout de suite”, es decir, de inmediato. Indican en ella que la dirección temporal del aristócrata en el país americano era la sede del Carnegie Endowment for International Peace, en Nueva York, hasta el 17 de diciembre, mientras que su residencia habitual en Europa seguía siendo “Casa Stefan George” en Locarno-Minusio.

Este breve, aunque significativo intercambio epistolar se enmarca dentro de los continuados esfuerzos del Gobierno Vasco por buscar apoyos internacionales durante la contienda en el Estado español y consolidar una base ideológica común con figuras continentales europeas relevantes. La búsqueda de alianzas fuera de Euskadi se presenta en el documento como una necesidad urgente y estratégica: “Ni qué decir que esperamos con ansiedad su respuesta”, escribe Irala, añadiendo que “puede prestar una gran ayuda a la Iglesia y contribuir a nuestro rumbo”.
Según un estudio del Centro Conmemorativo de la Resistencia Alemana, Hubertus Prinz zu Löwenstein (14 de octubre de 1906 – 28 de noviembre de 1984) fue un jurista que trabajó para periódicos liberales y fue un firme defensor de la constitución de Weimar como miembro del Partido del Centro y del Reichsbanner Schwarz-Rot-Gold (Estandarte del Reich Negro-Rojo-Dorado). Este propagandista antifascista fue, también, periodista que se doctoró en Hamburgo en 1931, precisamente, con una tesis sobre el fascismo italiano. En 1933, huyó por el Tirol austriaco hacia la región del Sarre, y en 1935 llegó a Estados Unidos. Löwenstein ocupó cátedras como profesor invitado en diversas universidades y trató de informar a los estadounidenses sobre la situación en Alemania mediante numerosas giras de conferencias y artículos. Fundador en 1936 de la Academia Alemana de Artes y Ciencias en el Exilio, consiguió que Thomas Mann y Sigmund Freud asumieran la presidencia de la institución. En 1937, visitó España en guerra, por ejemplo, la zona de Aragón, donde fue fotografiado y que conserva la Generalitat de Catalunya, y adonde acudió a apoyar al bando antifranquista. Löwenstein trabajó, además, incansablemente en el rescate y apoyo de emigrantes alemanes. Retornó a su país en 1946. Falleció el 28 de noviembre de 1984.