El 5 de julio de 1937, los franquistas fusilaron a José Placer Martínez de Lezea. Fue su segunda sentencia de muerte. La primera, un año antes, logró esquivarla tras huir del avance de los golpistas en tierras resistentes vascas. En aquella segunda ocasión no tuvo escapatoria. Capturado en una Gernika reducida a cenizas, fue trasladado a Gasteiz, donde aguardó su destino final. Su madre, Feliciana, protagonizó una huelga de hambre frente a la prisión en la que estaba recluido, pero las autoridades la expulsaron del lugar. No le permitieron ver a su hijo por última vez.

Con solo 40 años, José Placer cayó ante el pelotón de fusilamiento frente a la tapia del cementerio de Santa Isabel. Según relató el capellán jesuita que lo asistió, Alfonso María Moreno, su último grito fue un grito de libertad: “Gora Euskadi Askatuta!”. Murió como había vivido: fiel a sus ideas, íntegro y “valiente, muy valiente”.

Nacido en diciembre de 1896 en Ozaeta, municipio alavés de Barrundia, José fue el primogénito de quince hermanos. Su padre, Gerardo Placer, era médico y originario de Zaragoza. Como curiosidad, aunque era maño, también trabajó en Busturia, donde fue médico de Sabino Arana. Su madre, Feliciana Martínez de Lezea, oriunda del mismo pueblo, educó a una familia marcada por el compromiso político y social. La vocación de servicio público y el ideario progresista recorrieron el árbol genealógico de los Placer: Eloy, uno de sus hermanos, fue teniente en el mismo batallón que él, el Eusko Indarra; otro, Félix, comandó el batallón comunista Karl Liebknecht. Araceli, hermana suya, destacó como activista en el PNV y como conferenciante de Emakume Aber-tzale Batza.

José Placer dejó pronto Ozaeta para vivir en Gasteiz, donde comenzó su militancia política. En 1931 fue uno de los fundadores de Acción Nacionalista Vasca (ANV) en Araba. Su visión abertzale no era excluyente, sino abierta, republicana, profundamente democrática. Como valoriza el historiador Eduardo Renobales, “era de los que creían que el nacionalismo vasco debía ser el motor de un país moderno, igualitario y justo”. Fue miembro del Comité Nacional de ANV y uno de los primeros representantes de la izquierda abertzale en la Diputación de Álava, junto a Joxe María Belaustegigoitia.

Cuando estalló el golpe de Estado el 18 de julio de 1936, Placer estaba marcado. Como dirigente político abertzale y miembro de la Diputación foral, fue objetivo prioritario de los falangistas. Consiguió escapar por la Sierra de Elgea gracias a la ayuda de su hermana Ofelia y de un vecino de confianza. Así cruzó a pie a Gipuzkoa, desde donde se sumó de inmediato a la defensa del frente vasco.

Como primer comandante del batallón Eusko Indarra, lideró a los gudaris de ANV en puntos estratégicos del frente como Aduna, Tolosa, Zizurkil o Andatzarrate. Más tarde, fue ascendido a capitán de artillería del Eusko Gudarostea, y desempeñó un papel fundamental en las líneas de defensa de Gernika.

En el convento de El Carmen pasó sus últimos días Placer antes de ser fusilado. Archivo familiar

Allí, el 3 de mayo de 1937, tras el terrible bombardeo del 26 de abril del ejercicio en curso, fue capturado por las tropas franquistas. Según su sobrino Félix Placer, compartió celda en el convento de los Carmelitas con el periodista, poeta y comandante de Intendencia del Euzko Gudarostea, Esteban Urkiaga Lauaxeta, quien también sería fusilado unas semanas más tarde.

Memoria

Aunque durante décadas su nombre fue silenciado, con el paso del tiempo su figura ha comenzado a recuperar el lugar que merece en la memoria colectiva. Sería injusto recordar a José Placer solo por haber compartido celda con Lauaxeta. Fue mucho más: comandante, intelectual, político, defensor de una Euskadi libre y de una sociedad más justa.

En 2017, en el 80º aniversario de su fusilamiento, el Ayuntamiento de Barrundia le rindió homenaje en su Ozaeta natal. Fue un acto sencillo, pero lleno de sentido, en el que participaron vecinos y familiares como su sobrina, la famosa escritora Toti Martínez de Lezea. “Estos días, al leer sobre el homenaje a Lauaxeta, no he podido evitar pensar en él. Compartieron celda y destino, pero de él apenas se dice una palabra”, comentó a este diario en 2017. Y añadió una imagen imborrable: su tía abuela Feliciana pidiendo a las autoridades ver a su hijo antes de morir. No se lo permitieron.

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Eduardo Renobales lo resume con crudeza histórica: “Era un mal ejemplo para los franquistas. Un nacionalista de izquierda, demócrata convencido, con prestigio ganado tanto en la política como en la trinchera. Le tenían sentenciado desde el 18 de julio”.

José Placer Martínez de Lezea buscó la justicia y de la siguiente manera dejó por escrito el Padre Moreno cómo perdió la vida ante las balas franquistas: “Duerme el reo en su celda. Una llamada… ¡Vístase! ¿Qué sintió Placer en aquel momento? Palidísimo. Voy en busca de su mujer. Luego entran también sus hermanas. Las angustias horribles del amarre, las angustias horribles de subir a la camioneta, las angustias horribles de la marcha cada vez más corta hacia el cementerio, emociones brutales. Bajamos. Ya estamos frente a las tapias. Una descarga… Placer frío y valiente, muy valiente… los tiros lo han deshecho… Su último grito frente a sus ejecutores fue: Gora Euskadi askatuta!». El alavés había nacido en 1896.