El 17 de febrero, el teniente rebelde Elías Oliva enviaba desde su puesto este parte al general Aranda: “Esta mañana artillería enemiga cañoneó casi todas las posiciones del frente norte entre Escamplero y Cuero sin consecuencias. STOP. Impresión [de] conjunto es que existen preparativos ataque en forma concentraciones infantería e instalación nuevas baterías frente a totalidad línea entre Oviedo y Grado”.

Los preparativos de la ofensiva de Oviedo no eran ningún secreto para el enemigo, aunque su planificación resultó confusa de inicio para las milicias que debían llevarlas a cabo pues en su redacción se mezclaban disposiciones organizativas con operativas, lo cual complicaba su comprensión.

La ofensiva debía ser ejecutada simultáneamente en varias fases: cortar el pasillo de suministros Grado-Oviedo, conquistar los puntos elevados dominantes en el Escamplero, batir al detalle a las fuerzas enemigas embolsadas en el interior del pasillo y organizar una defensa sólida de las posiciones conquistadas para, finalmente, ocupar Oviedo atacando la ciudad de forma coordinada desde todos los puntos.

Interrumpiendo el pasillo se eliminaba la única vía de suministro a Oviedo sin posibilidad de ser reabastecida de refuerzos, pertrechos militares y del alimento que mantenía a habitantes y soldados. Los cortes se debían producir en tres puntos concretos: Pedroso–Cimero–Pico del Arca, Posición Meabe–Altuna y Pando.

Tras el frenético movimiento de tropas de días anteriores, el día 20 llegó el silencio. Miles de hombres se hallaban tendidos a lo largo de los bordes de las carreteras. Apretaban con fuerza los ojos, tratando sin éxito de conciliar el sueño que los oficiales les habían ordenado. En pocas horas y de madrugada iniciarían el asalto marchando hacia un peligroso e incierto destino.

El 21 de febrero a las 04:00 horas de la mañana dio comienzo el ataque. Los batallones de la 1ª brigada Isaac Puente y Perezagua alcanzan rápidamente los objetivos asignados de Cimadevilla y Pando. Sin embargo el Rusia, encuentra San Claudio fuertemente defendido y resiste el asalto. Esta circunstancia provoca que el Isaac Puente se tenga que retirar de Cimadevilla –está siendo tiroteado desde San Claudio–, atrincherándose en una posición próxima a la espera de que el Rusia neutralice su objetivo. En la operación pierden 414 hombres entre heridos y fallecidos.

Mientras tanto, la 2ª brigada se dirige hacia San Tirso. El objetivo es avanzar en completa oscuridad y silencio para vadear el río Nalón utilizando las 6 pasarelas del plan inicial. Avanzarían sin apoyo artillero para garantizar el elemento sorpresa, cayendo sobre el enemigo en Valduño y Premoño. De allí hacia la posición de La Parra, el Amayur por la izquierda, el Prieto cubriendo el flanco derecho y el Eusko Indarra (ANV2) por el centro. Neutralizada La Parra, alcanzarían Areces, para enlazar con la brigada santanderina que progresaría desde Pedroso hasta Cimero y Pico del Arca.

Sin embargo, una serie de circunstancias fatales hizo que los planes no salieran como se esperaba. De las 6 pasarelas previstas solo dos habían llegado a construirse. Cuando la vanguardia de Eusko Indarra llega a las inmediaciones del punto de vadeo, se escucha una fuerte explosión. Las únicas dos pasarelas habían sido saboteadas y arrastradas por la fuerte corriente. El Amayur informó de este hecho por radio a las 05:00 horas.

De minutos a horas y al descubierto

El éxito global de la operación radicaba en el avance rápido, coordinado y simultáneo en toda la línea, desbordando al enemigo e impidiendo cualquier auxilio de fuerzas próximas. El vadeo de cada batallón debería haber llevado minutos, pero las nuevas circunstancias hicieron que se tardara horas. El cruce del Nalón terminó haciéndose en gabarra en grupos de 12, tirando de una sirga, a plena luz del día, sin elemento sorpresa y batidos constantemente por fuego enemigo desde posiciones elevadas dominantes, lo que les ocasionó numerosas bajas.

El primero en cruzar, el Eusko Indarra, lo hace entre las 06:00 y las 08:00 horas. Se abre paso combatiendo para establecer la cabeza de puente. Los supervivientes aún debían atravesar un tramo de 30 metros al descubierto entre la orilla y el primer abrigo del terreno. El Amayur les sigue. Eusko Indarra trata de cubrirles al otro lado de la orilla. Por su parte, el Ariztimuño emplaza máquinas en la zona de embarque abriendo fuego contra la posición que hostigaba el vadeo. La resistencia es dura. El enemigo sigue batiendo el Nalón. Eusko Indarra solicita apoyo artillero. El avance progresa.

A las 11:05 horas, siete horas después del inicio del ataque, el Amayur informa que quedan 100 hombres por cruzar. El Eusko Indarra les espera para asaltar Valduño mientras la artillería prepara el terreno. El Amayur les solicita que bombardeen el extremo derecho que bate sin descanso el vadeo de su batallón. Finalmente termina de cruzar a las 11:35 horas y junto al Eusko Indarra atacan Valduño.

Por su parte el Prieto inicia el vadeo con orden de avanzar rápidamente para cubrir el flanco derecho del Amayur y Eusko Indarra hacia Santullano. Al tiempo, los zapadores del Eusko Indarra –mandados por Isidoro Olaizola– inician la construcción de un puente para garantizar el paso de los suministros y posibilitar la evacuación de los heridos.

A las 13:30 horas la brigada santanderina ya ocupa Cimero –cota 292– y se atrinchera en el Pico del Arca, esperando el avance de la 2ª brigada vasca para enlazar con ella y sellar el frente.

Se consigue conquistar Premoño, pero aún es necesario tomar la posición de La Parra antes de avanzar hacia Areces para enlazar con los santanderinos, que están siendo contraatacados con furia pero resisten en espera del contacto con los hombres de Saseta.

Pese a que el retraso y la delicada situación de la operación apremiaban, se concede un respiro a los batallones para reorganizarse y establecer un nuevo plan.

Se acuerda que, con la última luz del día, el Eusko Indarra y Amayur ataquen la posición de La Parra, dejando al Prieto en Premoño con orden de conquistar El Murio y cubrir el flanco derecho. A medianoche del 21 de febrero Eusko Indarra y Amayur aun combatían por ocupar La Parra. Por su parte, el Prieto contacta en su avance hacia Murio con la vanguardia enemiga en un paraje pelado, rocoso y fuertemente alambrado, y tras no conseguir superarlos se retiran profundamente impresionados por la brutal resistencia que ofrecían los rebeldes atrincherados.

Mientras, una compañía del Amayur se parapeta en una casa solitaria en una loma próxima a La Parra para cubrir el avance. El resto de sus compañías ascendían por la derecha al amparo de un barranco hacia la posición. Están apenas a unos 400 metros del objetivo. Eusko Indarra avanza hacia Areces, pero se ve frenado –tiroteado desde la loma que no había conseguido neutralizar el Prieto– y también desde la loma de Los Pinos, que debería haber conquistado el Amayur. Nuevamente el plan se modifica. Amayur y Eusko Indarra atacarán conjuntamente la loma de Los Pinos desde ambos flancos. Sin embargo, el Prieto no consigue alcanzar su objetivo lo que ocasiona que Amayur y Eusko Indarra sean batidos de frente y de flanco en una posición peligrosa y expuesta en exceso.

Por fin, en la madrugada del 22 al 23 se consigue neutralizar la posición de La Parra y se mantiene Areces, pero ya es demasiado tarde porque las fuerzas santanderinas, que intentaban resistir en espera del enlace para consolidar el frente, han sido contraatacadas una y otra vez y han tenido que retirarse.

En este punto, Francisco Ciutat de Miguel, jefe de Operaciones del Ejército del Norte, ordena la retirada del Amayur y del Eusko Indarra para reforzar a la 1ª brigada, y que el Prieto guarneciese las nuevas posiciones conquistadas. Al recibir esta orden los hombres de la 2ª brigada conminan a Ciutat a visitar las posiciones pues consideran que actuar así supondría una auténtica catástrofe. Tras la visita, reconoce su error, suspende la directriz de inmediato y ordena de nuevo al comandante y oficiales del Prieto la conquista de la loma que ya debían haber neutralizado y que era vital para el éxito de la operación. El Prieto vuelve a atacar el objetivo, una vez más sin éxito, dejando de esta manera a sus compañeros de Areces en una punta de una lanza que rozaba la carretera de Galicia a Oviedo.

¿Y la munición?

Al general rebelde Aranda le quedaban en ese momento pocas opciones. Debía actuar con rapidez para evitar el desastre. La única esperanza era reunir su última reserva y atacar sobre un único punto estratégico a fin de desequilibrar al enemigo y ganar tiempo y este punto era evidente: Areces.

En el bando republicano la situación no era mejor. La munición escaseaba y el Estado Mayor estimaba que, siendo optimistas, solo podrían combatir durante cuatro días más a 500.000 cartuchos diarios. Esta carencia, conocida por los gudaris, añadía aún más tensión a la situación, provocando varios amagos de retirada en el batallón Prieto al verse incapaces de alcanzar su objetivo con las municiones de que disponían: 150 cartuchos y 2 granadas por hombre.

Las baterías de artillería apenas tenían proyectiles. En previsión de los acontecimientos, los servidores de las piezas se dirigen al polvorín de Trubia para municionarse. Para su sorpresa allí nadie parece saber el paradero de la munición. Los artilleros vascos, convencidos de que la munición está en ese lugar, sospechan que es una disculpa y que se les está negando el suministro deliberadamente. Frustrados, se ven obligados a volver a sus posiciones con las manos vacías, lo que supone que la artillería vasca quedaba inactiva.

Mientras tanto, la situación en Areces es insostenible. Amayur y Eusko Indarra llegan a soportar hasta cinco contraataques rebeldes –el último, rechazado por el Amayur a las 05:00 horas– en el corto lapso de tiempo desde la captura del municipio. El flanco defendido por el Prieto queda desprotegido cuando éste se retira. Algunos hombres del Eusko Indarra acuden a cerrar la brecha dividiendo excesivamente sus fuerzas. Ordenan al Prieto acudir a Areces en auxilio de su brigada, pero no pueden alcanzar el pueblo. El enemigo ha conseguido cercarlo prácticamente, batiéndolo con fuego de ametralladora de frente y de flanco. La situación es crítica. Permanecer allí supondría la aniquilación, tanto por los combates como por el riesgo de ser embolsados en la localidad.

Es momento de retirarse. Cándido Saseta ordena a José Estornés, oficial de enlace, acudir al puesto de mando del jefe de E.M. Ciutat de Miguel con el siguiente mensaje: “Cumpla el plan general de ataque enlazando por el otro lado de la carretera de Oviedo o dé orden de retirada”. Este movimiento podría conseguir dividir la fuerza del enemigo y aliviar la presión sobre Areces, dando así una oportunidad a sus defensores: Amayur y Eusko Indarra.

Tras el envío del mensaje, Cándido Saseta deja su puesto de mando en Llera a las 08:45 horas del 23 de febrero. Acude a Areces para dirigir sobre el terreno los combates, uniendo como tantas veces había hecho antes, su destino al de sus hombres.

El autor: Gorka Ortega Ortiz

Nacido en Cruces, Barakaldo, en agosto de 1978.

Residencia en el Valle de Mena (Burgos).

Técnico administrativo, asesor en el sector privado, asociaciones sin ánimo de lucro y marcas de calidad desde 2000 hasta 2019. Investigador ‘freelance’ desde 2015 sobre unidades y operaciones militares en Euskadi en el marco de la Guerra Civil.