Cuando el reglamento de la competición deja márgenes para la interpretación, cuando ni los propios agentes de la Fórmula 1 saben a ciencia cierta qué sucederá, qué decisiones tomará Dirección de Carrera en cada caso sujeto a una solución, solo pueden darse situaciones que generan controversia. Si además el escenario se presenta caótico, con tres apariciones de coche de seguridad físico y uno virtual y tres ondeados de bandera roja, todo se complica aún más. 

La Federación Internacional de Automovilismo volvió a tener una ajetreada jornada de carreras en el Gran Premio de Australia, decidido con los coches cruzando la meta a rebufo del safety car. El final se resolvió así debido a que no hubo margen para terminar compitiendo. Cuando restaban dos vueltas para el final hubo que tomar una polémica resalida –provocada por una bandera roja– tras la cual se sucedieron múltiples accidentes que invitaron a los comisarios a sacar una nueva bandera roja que agotó el margen para competir. Esto permitió a Max Verstappen rubricar su segunda victoria de la temporada para cobrar margen en el liderato; a Lewis Hamilton alcanzar el segundo puesto, su mejor resultado del curso; a Fernando Alonso lograr su tercer podio del año tras ver cómo se le escapaba por un accidente provocado por Carlos Sainz.

Carrera al esprint

Corría la vuelta 54 de las 58 programadas cuando Kevin Magnussen tocó las protecciones y perdió una rueda. Por cuarta vez se introdujo un coche de seguridad. Pero la cantidad de trozos de aluminio sobre el asfalto motivó a Dirección de Carrera sacar la segunda de las tres bandejas rojas. La prueba se detuvo para retirar los restos de la pista. Quedaban así dos giros para vivir un final de infarto, propicio para kamikazes. 

Para reanudar la competencia se apostó por una resalida desde la parrilla de salida. Y ya se sabe, en una carrera al esprint de dos vueltas, los pilotos son una manada de lobos hambrientos. Se presenta una abanico de posibilidades tal que invita al riesgo a todos aquellos que no se conforman con lo que tenían hasta entonces. Suele ser el caso de la mayoría, con la salvedad del que lidera, que era Verstappen. “¿Por qué sacan bandera roja?”, cuestionaba Mad Max. “¿Cómo? ¡Vaya norma estúpida!”, bramaba Alonso. “¿Se va a relanzar la carrera?”, preguntaba Hamilton. Incertidumbre general. El debate sobre si se deben permitir esas situaciones de esprint está servido: por un lado está la preservación de la salud del espectáculo, y son momentos apasionantes, pero por otra parte aparece la salud de los pilotos, que ven comprometida su seguridad.

Desde luego, no cabe duda de que las resalidas con solo dos vueltas por delante son peligrosas. Se auguran incidentes. Y, como cabía esperar, sucedieron varios. Carlos Sainz impactó con Alonso y el asturiano, que rodaba tercero, cayó a la undécima posición; Sergio Pérez se fue a la grava tratando de esquivar; Logan Sargeant y Nyck de Vries se accidentaron; los Alpine se estrellaron entre sí… El circuito de Albert Park quedó plagado de fragmentos de coches.

Un polémico desenlace

Todo sucedió tan rápido y el desastre era tan evidente que los comisarios apenas tardaron en agitar la tercera bandera roja. Tercer parón de la prueba. Como los participantes todavía no habían superado el primer sector del circuito, se decidió que el nuevo orden de salida sería el establecido para la resalida anterior. Es decir, quedaban anulados todos los cambios de posición. Al quedar solo una vuelta y apostar por una salida relanzada detrás del coche de seguridad –lo que no sucedió en Abu Dhabi cuando se decidió el Mundial de 2021 en favor de Verstappen y en detrimento de Lewis Hamilton, y de ahí la polémica...–, nadie pudo alterar el orden. El último giro fue un pase triunfal de Verstappen. Vuelta al ruedo y ovación.

Así concluyó la cita de Melbourne, en fila india, con Alonso aliviado al recuperar el podio; tuvo la fortuna de poder llevar el coche a su garaje tras el choque de Sainz. “Hemos tenido suerte”, admitió el asturiano. A Sainz, que era cuarto antes de esa resalida, le cayeron cinco segundos de penalización por tocar a Alonso y descendió al duodécimo lugar. Mal día para Ferrari tras el abandono previo por accidente de Charles Leclerc. “Es la sanción más injusta que he visto”, criticó el madrileño.

También acumuló grandes dosis de infortunio George Russell, que en la salida llegó a alzarse el cabeza, secundado por su compañero de Mercedes, un Hamilton que también logró rebasar al poleman Verstappen. En la séptima vuelta un accidente de Alex Albon provocaría la primera bandera roja. Tanto Russell como Sainz, que era cuarto, habían cambiado neumáticos previamente. A ambos les perjudicó la bandera, porque sus rivales aprovecharon el parón para realizar paradas gratuitas. Hamilton se aupó en cabeza, pero en la vuelta 12 Verstappen completó un adelantamiento exterior brillante para cazar el liderato y no volver a cederlo. Ya en el giro 18, Russell abandonaría tras incendiarse su unidad de potencia.

"Ha sido un domingo redondo", asegura Alonso

Todo ello abrió las puertas para el podio 101 de Alonso, que pese a ser quinto en los compases inaugurales llegaría a debatir por el segundo puesto de Hamilton. “Ha sido un domingo redondo”, terminó celebrando el asturiano. Aunque ambos rodaron alejados de un Verstappen que, producto de su superioridad, perdió la concentración con una salida de pista sin mayores consecuencias que la pérdida de 3 segundos, un tercio de la que venía siendo su ventaja.

Pese a todos los incidentes, el neerlandés se llevó una plácida victoria para fortificar su liderato en el Mundial, donde Sergio Pérez se antoja como su único rival. El mexicano salió desde el pit lane y terminó quinto. Llegó a Melbourne un punto por debajo de Verstappen y ahora está a 15. “Ha sido una carrera difícil. Muchos pilotos estaban confusos en cuanto a la necesidad de esa última bandera roja. Ha sido un día complicado”, repasó Mad Max, a quien sin embargo no intimidó el caos.