La jueza ha autorizado la venta del lote principal de La Naval al grupo Belga VGP, que presentó la mejor oferta y que proyecta crear un parque logístico en las instalaciones del antiguo astillero de Sestao. La magistrada del Juzgado Número 2 de lo Mercantil de Bilbao, Olga Ahedo Peña, desestima las alegaciones presentadas por dos empresas que participaron en la subasta y por el sindicato UGT, que pedían que se anulara la adjudicación que proponía el administrador concursal y que se apostara por una compañía con una orientación industrial.

Precisamente, entre los argumentos expuestos en las alegaciones, figura la obligatoriedad de dedicar al menos un 51% del terreno a usos industriales. La jueza no entra en ese apartado porque estima que se trata de una cuestión administrativa y que, en todo caso, está fuera de su jurisdicción.

“Respecto a la exigencia de que el adjudicatario cumpla los requisitos de la concesión administrativa, ninguna previsión existe en tal sentido dado que no es condición para la adjudicación que los terrenos sean destinados a un uso determinado”, subraya en el auto hecho público ayer. Añade que “no corresponde ni a la administración concursal ni a la jueza del concurso controlar el cumplimiento de esos requisitos dado que es la Autoridad Portuaria quien debe autorizar la transmisión de la concesión”.

Zanja de este modo la implicación judicial que pudiera tener este apartado y, en todo caso, deja en manos de las administraciones la reserva de parte del suelo para uso industrial. El proyecto de VGP contempla dedicar terreno a uso industrial en régimen de alquiler, pero algunas de las empresas que optaban al astillero ya han llamado a la puerta del grupo belga para plantearle la compra de parte de las instalaciones. Esa negociación será el siguiente capítulo de un historia que, de momento, acaba en la liquidación y venta por lotes del último gran astillero de Euskadi.

El Gobierno vasco y el Ayuntamiento de Sestao ya han anunciado que velarán porque se cumpla el requisito establecido para los terrenos y que no se recalificará el área para permitir un uso exclusivamente logístico. El ejemplo de Amazon en las antiguas instalaciones de Babcock en Trapagaran sientan un precedente en Bizkaia en torno a la diferencia de calidad del empleo de los proyectos industriales y de los de servicio de paquetería y en este caso el blindaje para actividades manufactureras de una parte del terreno es una garantía irrenunciable.

Venta troceada del astillero

Lo que ya no tiene vuelta atrás es el desmantelamiento del astillero, pese a que alguno de los aspirantes a establecerse en los terrenos está ligado a la construcción naval y plantea aprovechar tanto la ubicación en la ribera de la ría como la maquinaria de La Naval.

En su auto, la jueza ratifica la venta por lotes del astillero al mejor postor, sin tener en cuenta la generación de empleo o riqueza que pueda conllevar la nueva actividad. De hecho, la magistrada recuerda que ella dictó esas directrices cuando el proceso concursal entró en la fase de liquidación. En anteriores etapas del concurso y, a pesar de que se amplió el plazo, no se presentaron ofertas de compra por el conjunto de las instalaciones y el siguiente paso fue la disección de los activos de la compañía y su licitación.

En este caso se pusieron en el escaparate 21 lotes. La joya son los terrenos, edificios y maquinaria, el primer lote, por el que VGP presentó una oferta de 36 millones de euros, casi siete millones más que la compañía que quedó segunda en la puja.

El resto de lotes está compuesto de elementos de elevación, sierras, máquinas de soldar, maquinaria de carpintería, una grúa automotriz, varios vehículos -entre ellos una ambulancia- e incluso muebles de oficina y maquetas y fotografías.

El segundo gran lote es el último barco del astillero, el Vox Alexia, que lleva años en los muelles a la espera de su conclusión. El destino del esqueleto de la draga ilustra el final de unas instalaciones que no hace mucho pusieron en el mar gigantes gaseros de primer nivel tecnológico. El adjudicatario, que ofreció 800.000 euros por un barco que terminado tendría un valor superior a los 100 millones, es un compañía especializada en el achatarramiento de grandes estructuras. La marca La Naval ha sido adjudicada por 11.000 euros y el Museo Marítimo de Bilbao se ha hecho con mobiliario característico naval por 19.500 euros, casi el doble que la propia marca.