GASTEIZ - Como estaba previsto debido al impacto que la guerra del diésel está teniendo en el sector de la automoción, la planta alavesa de Mercedes detuvo ayer sus líneas de producción y volverá a hacerlo hoy y mañana con el objetivo de adecuar su programa de producción a la coyuntura internacional de mercado.

Dado que el 85% de su producto final está vinculado al diésel, la incidencia en el día a día de la firma alemana está provocando no pocos problemas en la empresa, que además de reducir su masa salarial -en el último semestre no ha renovado los contratos de 800 trabajadores eventuales- se ha visto obligado a aminorar su marcha en cuanto al ensamblaje de furgonetas, quedando ahora fijadas en 152.000 las unidades previstas para este 2019.

Para alcanzar este objetivo, sin embargo, la compañía ha tenido que echar mano de su programa de flexibilidad, fijando para este última semana de febrero tres días de paro en sus líneas de montaje que en un principio iban a ser cinco. Sin embargo, la entrada de un pedido de última hora de mil unidades Vito propició el levantamiento por parte de Mercedes de los dos últimos días previstos en su calendario de paros, un escenario que en algunos sectores de la plantilla no sentó nada bien habida cuenta del repentino cambio que la dirección comunicó sin la antelación necesaria, lo que trastocó, según denunció alguna central sindical, los planes personales de muchos de los trabajadores (4.950 en estos momentos).

Sea como fuere, Mercedes inició ayer el primero de sus tres días de parada, jornadas en las que se dejarán de producir alrededor de 2.040 unidades, unos 680 vehículos al día, según confirmaron fuentes de la compañía a Europa Press.

El secretario general de ELA, Adolfo Muñoz, se mostró ayer muy crítico con la situación. En una entrevista en Radio Vitoria, Muñoz aseguro que los convenios colectivos que “se le ha regalado” por parte de otros sindicatos le permiten “flexibilizar” los ritmos de trabajo. - A. Goñi